12 March 2007

LOS ESCRITORES Y LA VIOLENCIA


¿Los escritores están obligados a protestar?

España.- La Casa de América de Madrid organizó la semana pasada un encuentro de escritores peruanos y colombianos alrededor del tema 'Literatura y violencia en la América Latina'. Gracias a la generosidad de los organizadores y del director Miguel Barroso, un grupo de escritores dialogó con el público.


Los peruanos Fernando Ampuero, Jorge Benavides (que esperan ediciones españolas de sus novelas este año) y los colombianos Jorge Franco Ramos, Santiago Gamboa, Juan Gabriel Vásquez y el cineasta Sergio Cabrera conversaron sobre un tema común a nuestros países: la violencia como un contexto. Ampuero y Benavides incidieron en un rasgo de la historia peruana que compartimos con la colombiana: la violencia en su origen. Ampuero habló de la violencia que caracteriza la historia precolombina y Benavides lo hizo sobre uno de los exponentes en la historia moderna que integra la repugnante nómina de los dictadores peruanos: el general Velasco.


Fernando Iwasaki, también invitado al panel, tuvo una participación brillante, y se preguntó si la violencia es compatible, como él cree, con el humor. En la cultura latinoamericana, dice, el humor no es un adorno o un lazo sino un impulso esencial. Somos una cultura de la parodia y de la celebración. Jorge Franco Ramos afirmó que si bien es cierto que nuestra historia está signada por la violencia, también lo es que nuestro continente, como pocos, tiene la voluntad de celebrar y reír.


Santiago Gamboa afirma que la violencia es una experiencia universal. El impulso destructor y autodestructor es esencial. Basta ver los dibujos animados, algunos de los cuales son extraordinariamente violentos. Adriana Jaramillo pregunta: ¿Por ser colombianos o peruanos estamos obligados a escribir sobre la violencia? ¿Alguien le pide a un escritor de otra nacionalidad que lo haga? ¿Seremos considerados si hablamos de otros temas? Los escritores sugirieron otros temas que les importan, entre ellos la adolescencia y la paternidad. Gamboa, recordando a Coetzee, sostuvo que el eurocentrismo asigna ciertos temas a ciertos países. Ramos recordó la canción de la protesta: era tan impositiva en sus argumentos que hoy ha desaparecido, mientras que las baladas de la época se siguen escuchando. Ampuero rememoró una anécdota de Borges. Cuando un compositor le dijo que hacía canciones de protesta, el escritor contestó: "Qué envidia. Cuando yo estoy enojado, no se me ocurre nada".


Continente de injusticias, sus escritores siempre tendremos historias que contar. La protesta, si la hay, estará al servicio de la historia y no viceversa. Pero el humor nunca estará ausente. Los únicos temas válidos son los que le importan al escritor, que no debe ejercer su oficio pensando en ningún lector extranjero ni nacional. Son algunas conclusiones de esta gran semana organizada por la Casa de América de Madrid.

(Alonso Cueto, tomado de Perú 21)