31 May 2007

PRESENTACIÓN DE LIBRO DE AMPUERO

Esta noche, la Editorial Estruendomudo presentará la reedición del libro de cuentos Paren el mundo que acá me bajo, de Fernando Ampuero, libro que intenta recrear los locos y psicodélicos años 70 de la juventud peruana.

Comentarios a cargo de :

-Jorge Eslava.

-Javier Arévalo.

Hora: 7:30 pm
Lugar: Restaurante Patagonia (Av. Bolivar Crda. 1, Miraflores)

30 May 2007

ALONSO CUETO Y PATRICK SÜSKIND


SOBRE LOS BEST SELLERS Y LA ORIGINALIDAD LITERARIA

El día de ayer, durante la emisión del programa Vano Oficio de Iván Thays, que abordó el análisis de la máxima obra de Patrick Süskind, El perfume, hubieran cosas muy interesantes que mencionaron tanto el conductor como los panelistas, Alonso Cueto, Aldo Shiroma y Pachi Valle-Riestra. Sin embargo, lo que me pareció bastante acertado fue la observación que hizo Iván cuando se referió a la novela "como una gran metafora de la podredumbre humana: la humanidad no solo apesta a nivel olfativo sino que "apesta" en todos los niveles". En todo el libro, se reproducen todos los olores, sudores, hedores, excresiones, secresiones de todos los seres humanos; empero, el único que se salva de ello es precisamente el protagonista, Jean-Bauptiste Grenouille, que es presentado como un ser que no posee ningún olor, y es ahí donde radica su pureza y también su drama porque apenas la gente percibe que este sujeto no huele, es segregado, apartado, expulsado, condenándolo a una irremediable soledad, en la cual concibe la idea de los futuros delitos que iba a cometer.

Otro punto interesante del programa es cuando se interrogó a los panelista sobre las explicaciones que convierten a un libro en un "best seller". La respuesta de Alonso Cueto me pareció más que inteligente: "En realidad no existen recetas ni explicaciones para que un libro se convierta en best seller y todo escritor no debería escribir para convertirse en best seller; no porque a un libro le incorporemos intriga, suspenso, amor, muerte, el libro va a resultar siendo el más vendido. Un escritor tiene que ser fiel a sí mismo".

29 May 2007

RESEÑA A "EL RUMOR DE LA TORMENTA"


LAS INTIMIDADES DE CARLOS RENGIFO
A propósito de su último libro: “El Rumor de la Tormenta” (2007).

X RODOLFO IBARRA

Antes de la inminente publicación de su novela “La Casa Amarilla” –por el Grupo Editorial Norma- la cual ha esperado casi tres años de ordenada cola, digna de los estoicos y de algún manual de buenas costumbres, Carlos Rengifo nos sorprende ahora con un farragoso libro de cuentos “El Rumor de la Tormenta” con la inaugurada Editorial Casatomada (2007) –cuyo impulso y regencia corresponden al narrador y animador cultural Rimachi Sialer-, con el cual nos prepara para su siguiente golpe, plan de acción y toma de poder, y el que irónicamente sigue la línea trazada cuando departíamos en alguna tembleque mesa osteoporósica con chapitas bajo las patas para preservar el equilibrio, la homeostasis intelectual, el verbo con incontinencia urinaria o con colostomía, el cual también incluía nuestra anodina, boligrafiada, catecúmena e infecta vida en una decrepita institución cultural y en los barcitos de Quilca, “Las Rejas”, “La Rockola”, “El Queirolo”, el de la “tía” de Cailloma o algún otro, sobre todo el que estaba en La Colmena, al frente del cine “Le Paris”, donde un mecenas tercermundista, putañero, amante del folklore y empleado de onegés, nos financiaba las noches y las madrugadas a fines de los ochentas, cuando deambulábamos en los ribetes de la indigencia y la expulsión social, con coches bomba, instalazas y bombardas, Dircote, sinchis y gorilas, SIN, fuerzas especiales, conspiradores, militantes, partidaristas y muertos a granel que aparecían despedazados en algún cerro o en el centro de la ciudad, a unas cuadras de Palacio de Gobierno, a unos metros del Congreso y que soldó, galvanizó y aceró de alguna manera, con su estridencia y olor a carne chamuscada, los primeros trabajos literarios, “a pólvora y dinamita”, los primeros “pininos”, los primeros intentos suicidas en la cuerda del equilibrista, al filo de la cubierta y con peligros de caer o cayendo hasta el día de hoy.

Quizá no sea necesario, pero sí importante, anotar aquí que las remotas búsquedas de Rengifo lo empujaron con justificado temor a inscribirse en la Asociación Libro Abierto que, por ese entonces y ya casi a inicios de los noventas, dirigía Otilia Navarrete y donde participó también Iván Thays, Ricardo Sumalavia, Ana María García, Jorge Eduardo Benavides, Xavier Echarry, Paolo de Lima, entre otros conocidos literatos abocados a este ruin oficio. Cabe anotar en contraposición que mientras ello sucedía por esos lados, del “lado de acá”, en los subterfugios de la literatura ocurría y se esencializaba nuestro fallido “taller” que más o menos que eso era la reunión de amigos, junto a Manuel Meza y a Martín Zarria, en la casa del Rímac, la antisísmica de Javier Parra, nuestro “mecenas” amigo y el único que tenía una lustrosa computadora 286, la cual cubría con una “ropa especial” de seda que había mandado especialmente a confeccionar para preservarla del polvo y en la cual escribíamos todos, como en un piano moderno de suaves teclas, un hammom de la nueva era, turnándonos unos a otros y apresurándonos en la crítica ácida, vitriólica y el macheteo y martilleo mismo degollador de Pukará, mismo Díaz Balbín repartiendo golpes bajos, medianos y altos como en bronca de barrio, porque se nos iba la vida y parecía que la película iba a acabar rápido, ya veíamos las letras finales en la pantalla, y el inminente The End, aunque recién tuviéramos 20 años, unos más y otros menos (¡Qué desgracia!, aspirábamos hondo, aguantábamos la respiración y tragábamos saliva, no había nada que hacer); el primero de los citados, después de varios intentos de suicidio y luego de dejarnos un libro prologado por Marco Martos, “Voz en Off”, logró su objetivo cortándose las venas en la soledad de su habitación y desangrándose toda la noche después de la última visita de unos amigos. El segundo de los mencionados, con muy buenos cuentos y un futuro prometedor, encaló en el derecho romano y una carrera propedéutica, se casó y ahora vive feliz, aparece de vez en cuando en alguna presentación literaria y no se hace problemas; Parra hizo lo mismo, nada más que escogió, o lo escogieron, en la selva y ahora trabaja para el Estado, tiene seguro y casa propia, cosas de la vida y por qué no de la literatura también.

Siguiendo con nuestro afanoso Rengifo, podemos decir que sus búsquedas han sido siempre direccionadas al lado escritural y en función de ello a veces con compás y regla milimetrada, a veces simplemente a ojos de buen cubero y, por lo tanto, inexacto y proclive al error; recuerdo alguna vez que fuimos en busca de un escritor que vivía en provincia, para lo cual tuvimos que vender a un “cachinero” unos parlantes en desuso, unos libros de Faulkner, Denevi el de “Parque de Diversiones”, de Indro Montanelli el historiador italiano y revistas de Marinetti y un poco de ropa vieja y también nueva y acudimos en busca de lo que para nosotros era alguien “importante” para la literatura peruana, altas expectativas, vuelos de cóndores; luego del azaroso viaje, nos dimos cuenta que el “literato” estaba lejos de nuestros requerimientos y aspiraciones, habíamos levantado muy en alto la valla y el “escritor” no pasaría ni con escalera o saltando garrocha; es decir, lo que se escribe debe estar en constante comparación con el que escribe, debe haber concordancia, lucidez, buena dicción por lo menos -aunque yo terminé justificándolo por la falta de molares, premolares y caninos- y en este señor había mucha mediocridad, más arrogancia que inteligencia, más generalidades que particularidades y había un gran vacío, un inmenso vacío que quería llenar con cerveza y con cigarros y no sería a nuestra costa.

Otro hecho anecdótico –si valen las anécdotas para explicar de menor a mayor en inducción eléctrica la literatura de Rengifo- es cuando nos prestaron una novela con mucha desconfianza, con el temor de no ser devuelta y para leerla en dos días, y como no teníamos ni para los pasajes, mucho menos para la fotocopia, tuvimos que leer alrededor de 500 páginas en cuestión de horas; ahí creo se fortaleció la velocidad por las lecturas y la escritura automática, fue un buen entrenamiento en que me refocilo haber estado, ahí pasamos nuestro Servicio Militar Obligatorio con la lectura.

Otro hecho citable y que nos va a permitir ilustrar un poco o tangencialmente la obra de Rengifo, y en especial este último libro de cuentos, es cómo el autor escudriña en la realidad conspicua y bizarra de Lima, cómo se hunde en el mundo que irá a retratar, a veces con escafandra y traje de plomo por cuestiones “radioactivas” o infecciosas y a veces en cueros o con ropa sport, como cuando fuimos hace unos años con la periodista Beatriz Ontaneda a un local sórdido que funcionaba a puertas y ventanas cerradas, un pequeño Sodoma y Gomorra donde los travestis eran los personajes idolatrados o idolatrándose unos a otros y donde se realizaba un streep tease masculino, ejercido por un fornido hombre de baja estatura y vestido de policía y con casco, mostrando la vara a diestra y siniestra y de la cual se cogían como poseídos, con las manos y con los incisivos, los comensales más cercanos. Es por demás explicar que el autor jamás se ha resistido a la “investigación de campo”, el bajar al llano, al contacto con sus “horrorosos” y “subhumanos” personajes que, como he dicho antes, irá somatizándolos, encarnándolos, premiándolos o castigándolos, volviéndolos tangibles y reales porque existen y son parte del paisaje costumbrista que nos ha tocado vivir.

Carlos Rengifo ha escrito los cortos “El Puente de las Libélulas” –que recién, por algún estreñimiento crematístico, del que padecemos casi todos los peruanos o los peruanos de a pie, nos pudo entregar el 96-, “Criaturas de la sombra”(1998), el mediano en el sentido cuantitativo de arborescencia creativa “Prosas Impúdicas”(2005), el largo y bien elaborado, aunque con algunas deudas de su grabadora y recabaciones por demás (i)lícitas y a bajo precio, “La Morada del Hastío”(2001), y ahora último “El Rumor de la Tormenta” (2007), apelando al shock atmosférico y a la trama de situaciones límites, patológicas, entrecruzadas, laberínticas en algunos casos, traumas postguerra, enfermedades físicas y/o mentales y trastocamientos conductuales cuyos finales nos hace copartícipes, nos integra a veces hasta en lo literal, otorgándonos un cuchillo de mesa en la mano, o una barra de hierro, haciéndonos cómplices, testigos de excepción en las desventuras y violencias de un profesor mediocre arrojado al erebo de un aula con auténticos pirañas y pandilleros, marabuntas salvatruchas, seres circunflejos, zombis sádicos, animales salvajes sin compasión y carentes de total raciocinio; o acercándonos el panel del computador, la cámara filmadora, el televisor en on, el ojo mágico y regente para ver cómo el pederasta y su consorte hacen de las suyas con una ilusionada niña arrastrada a “la primera vergüenza”, la segura violación y segura reutilización mediática con único beneficio contante y sonante, en metálico o morbo, satisfacción de oscuros deseos, batipelágicos instintos, abisales sentimientos o sabe dios o el diablo qué otras querencias.

Nuestro autor nos trae a la boca y a la mente lo que Salinger decía acerca de que la escritura, más que una profesión, es una religión –sin dios y sin Biblias o libros sagrados, agregaría yo- y sobre lo que Bataille remataba con su agudeza de tachuela y aguja hipodérmica: “la literatura es lo esencial o no es nada” y la literatura aquí tiene que ser esencial, porque con toda esa materia prima sacada del socavón, del relleno sanitario y recabada a lomo de bestia, a lomo de estibador de La Parada o cartonero, chatarrero reciclador y vivencias resarcidas, propias o endosadas, lecturas solapadas, refundadas, travestizadas, interlineadas en algunos casos o no interpretativa, no metafórica, alejada de los epílogos, tercerizadores o furgones de cola, alejada con torniquetes y alicates de presión de los tópicos comunes, de los caminos trajinados, con esas y todo no le queda otra ruta de acceso, otro derrotero unívoco que este, donde el lector o hipocrite lectour, desocupado lector, cómplice lector, culpable lector, es secuestrado al paso con un pañuelo empapado en éter, amordazado, maniatado, reducido y puesto en la maletera acondicionada de una escritura hipnótica y corrosiva, obligado a su síndrome de Estocolmo en un estilo hecho materia conjetural, un 4 x 4 todoterreno -su Unicornio o caballito de batalla o Troya, seudónimo y estro mitológico con el que se hacía conocido a principios de los noventa, ganando algunos premios y que luego se alejó de ellos porque “eso no representaba su espíritu”, total prefirió trabajar en algunos periódicos chatarra de dudosa reputación que exhibían o exhiben para delicia de nuestro autor los trofeos-mondongos, cadáveres capturados por el lente de sus mejores fotógrafos, o de corrector de estilo, viejo limpiador de textos y barrendero de palabras que no le pertenecen, en alguna revista del viejo Estado, en el burocrático Poder Judicial, el poder de la coima y la corrupción, cuando no de la indiferencia y el olvido, donde muchos esperan en el pasillo de la muerte lenta mirando al techo o al costado, donde nuestro escritor trabaja como un lobotomizado Kafka con las teclas devolviéndole sus huellas digitales, su destino y su vida sorprendidos en la punta de los dedos y, de esta forma, como quien se compra un terrenito a plazos, financiar sus propios textos o pretextos-, con turbo y aceleración de cero a cien en cuestión de segundos, rapidez y violencia de espíritu creador y que deja poco o casi nada de trabajo para “los otros” correctores de estilo, “sus otras” competencias en la división internacional del trabajo, los recolectores de minucias o “grandes verdades” o para el roñoso presentador de televisión nacional en su ecualizada y receteada “Función de la Palabra”, quien tiene que pasarle la lengua espinada y viperina con la que capta la temperatura terrestre y a su presa o espectador, y olvidarse de los gallos y de su tremendista poligrafía en el corcet de una razón curtida en sal y puesta a secar al sol para alejar a las moscas y otros insectos menores, o para los que le buscan cinco pies al gato, los que andan con la lupa o el estetoscopio indagando, escudriñando en los agujeros de lo imposible, a los cuales, luego de divisarlos en pleno campo de agramante, atropella inmisericorde y deja ensangrentados y con desgonces, desgarramiento muscular y varios huesos rotos, fémures, sacros, falanges, falangetas con las que escribe poseso antes de huir sin dejar que apunten su placa, su ardid, su vieja maña para tejer como aracné, como angustiante Penélope, como mujer u hombre de los campos ante la inminencia del frío invierno, la maraña o telaraña de la cual no nos podremos zafar, sólo zumbaremos como la mosca atrapada y dispuesta para devoración hasta terminar la lectura y acabar con este “acto delincuencial” que pone en peligro nuestra libertad, nuestro libre albedrío de pasivos sujetos en su mundo sutil, samsareano, por ratos ribeyreano (alguien dijo con algo del “Puro Cuento” Maynor Freyre, pero no lo creo, la desfachatez y la ironía no le vienen por ahí) para tener un ligero acercamiento, aunque esto en el fondo no le guste a nuestro autor, quien se limpia las comisuras y escupe no sé qué extraña sustancia para hablar de sus influencias, y niega con la boca y afirma con la cabeza o con el puño, con más de Easton Ellís, el de “American Pycho”, no el de la segunda etapa de vampiros y de bebedores de sangre en vasijas de cáliz, más bien este ha sido irremediablemente abolido y no se le encontrará ni siquiera en una prueba de alcoholemia, que del mismo Bukowski cartero y rascador de axilas con palito de chupete, salutando y eluctando en una pocilga, las barracas para menesterosos y gente apartada de las planillas y el seguro social o del sucio Hammet o los norteamericanos de uñas largas, astilladas y negras, en el sentido de una clase media que nunca lo fue y que se hunde en su pátina, en sus húmedos sótanos, en sus colores de paredes repasadas con pintura al agua y que los rayos y truenos de Rengifo develarán en su más oscura, torcida y peripatética realidad y mundo que ahora se le ha ocurrido llamar “El Rumor de la Tormenta”. Que bien podría haber sido el rumor de nuestra tormenta o el rumor de su tormenta, total cuando esto ocurra -aunque lo más correcto sería el pretérito o el eufemístico “El Rumor de una Antigua Tormenta”-, todos nos mojaremos, muchos naufragarán y otros tratarán de llevar en vilo sus pertenencias, sus cajones de recuerdos, sus más oscuras miserias, sus perversos actos que brincan como ratas en la conciencia y que saltan dolorosos e inasibles al papel, para dejarnos la sensación de que algo hicimos mal, algún error o pecadillo que nos hace perder el paso y nos hace mirar hacia atrás y enrostrarnos una culpabilidad que no habíamos previsto sino a esta repentina confesión dominical de lectura y desbrozamiento decodificador.

Con este libro o ladrillo en la cabeza de Ignacio, para recordar alguna gata loca que dejó huella en el peto del autor, al menos su escritura lo prueba, y que podría ser también por extensión tentacular ya más tanático y político partidario o simple identificación, las recordadas y bien merecidas patadas al alcalde de Ilave al estilo de fuenteovejuna (Mengo-Rengifo: ¿Quién mató al Comendador?), o el huevo que después dicen que fue piedra lo que le cayó en la cabeza a nuestro actual regente, verdugo político, reelecto e inconfeso genocida, quien sin muchos méritos dramáticos, sobre todo cuando está dopado y reventando en fármacos, aceptando alguna “pillada” en televisión, tranquilamente podría ser un personaje, uno de los mejores Frankesteins, freaks o monstruos humanos construidos en la oprobiosa y saltimbanqueada teratología de Rengifo, quizá la tautología y maldición de Sísifo, repeticiones, resonancias magnéticas de ecos que nos harán pagar de alguna manera el karma inevitable, la factura en cuenta de débito, la hipoteca de la casa irrecuperable, teniendo en cuenta que el dharma, el don, el regalo, la gracia divina será siempre (o no será nada) la palabra, el logos, la confraternidad carcelaria con alguna verdad interior o un hecho que tiene que ser narrado o poetizado.

Rengifo, pues, con esta diatriba y empalagoso “rumor”, nos demuestra que está en constante actividad, que sale a “correr” -en toda la amplitud semántica de esta expresión- todas las mañanas por su fresco clasemediero en descomposición y que sube y baja con gran agilidad del step literario, de sus barras de suspensión, de su máquina o caballete para fortalecer el espírtu re-creator refunfullante y nos muestra su musculatura, su masa hercúlea o palabratura senior, su torso constructivo o técnica literaria en el que se luce un tatuaje llamado constancia, perseverancia y ganas de seguir en el camino (¿are you ready on the road? Come on Rengifo, come on), sus maceteros prodigiosos donde conspiran sus personajes y se hacen de carne y hueso, tan reales que parece que los estuviéramos viendo ahora mismo en este instante cuando vamos al colegio del hijo, el hermano, el nieto, el primo o cuando nos tomamos una cerveza, chicha de jora, anisado (¿“Los Tres Compadres”?), ron o mezcal (el del gusano) con el amigo docente en un colegio fiscal de algún barrio conero, barrios olvidados y de paredes malolientes con perros chuscos de orejas sarnosas y embarrados con violeta genciana, con la basura regada en plena calle y sin nadie quien la recoja y con menesterosos disputándose a golpes la misma, tristes calles con granos de arroz del que come también algún gato o gallinazo y donde llegan los candidatos urgentes y rapidísimos para la foto necesaria y la pose con maquillaje, sudor en spray y con ropa de utilería y botas de jebe y casco avejentado con procesos químicos para ofrecer el oro y el moro; o la chica bella y atractiva, la que atrae miradas y deseos bajo el ombligo con la fórmula de Melquíades, de la cual no podemos percibir su locura, sus manías, su bipolaridad, su oligofrenia, solo cuando en la convivencia forzada y necesaria, producto de un arrebato, salta el cuchillo y se nos ensarta en el alma, en el torso, en el brazo, los glúteos, el mastoideo, sin darnos tiempo en pensar o reflexionar en lo que realmente estaba pasando (por dios, ¿qué estaba ocurriendo?, si era tan tierna); o cuando nos encontramos cara a cara con ese trajinado y desafortunado escritor zorrino, peliblanco, mofletudo, churrigueresco, conocido parroquiano y actor de cantina y aserrín a quien Dante Castro, evitando las suspicacias, y apelando a una digamos “supina” solidaridad, ha sugerido hábilmente que podría ser Lezama Lima, pero eso sería en Cuba, y aquí estamos en Lima-Perú y no hay vainas o hay demasiadas, por más que nuestro autor niegue tres veces (antes de que cante el gallo o el beodo de la esquina), y se ponga de pie para decir que no se trata de “él”, pero todo indica lo contrario y si grazna, tiene plumas y membrana interdigital en las patas, qué va a ser sino pato o patillo, y en este caso solo falta que se muestre el DNI del susodicho, pero que todos encubren, callan o callarán y por eso no fueron los escritores que iban a presentar el libro aquel día de abril en la Alianza Francesa, tiraron la toalla, abortaron en plena vía pública, porque así se evitan roces o problemas mayores con “el gordo”, o el hecho de ser incluido en alguna antología, algún libro compilatorio o trabajo conjunto, un prologuito, alguna franelería de taquito a quien soborna, a su vez, con un par de cervezas, un menú o alguna fritanga a sus pupilos para que lo sodomicen, le hagan su masaje prostático, le midan el aceite, “una empujadita” a cambio de -también cuestiones literarias- como corregir sus textos, afilarle el estilo, darle los consejitos necesarios, recomendarlo al editor de turno o catapultarlos al primer lugar en el ranking del mundo de las letras (¿siguen las apuestas?); ni qué decir del personaje político que más que un cuento parece una crónica de nuestros políticos actuales, de sus aberraciones humanas, de sus sinvergüencerías, pachotadas y exabruptos con 16 sueldos al año, con beneficios ofensivos al bolsillo de las mayorías y con inmunidad parlamentaria, valija diplomática donde de seguro lleva la cocaína compactada o algún huaco original y visado por el INC o las dos cosas o la coca metida en el huaco, y largas vacaciones también pagadas en algún paraíso tropical o isla de ensueño o Punta Sal para no ir muy lejos; de su ética de batracio, batracotoxina, sapo mutante, ágil en el barro, el limo y arenas movedizas, director de orquesta que se mueve bien con el play back y con su “portátil” y guardia pretoriana para que lo aplaudan, lo acicalen mismos “piquichones”, lo protejan como la niñera de Damian y no lo dejen resbalar en algún charco o deposición disentérica, vibrion cholorae de asentamiento humano -invasión sin agua ni desagüe, ni proyecto alguno de concreción- o cometer algún error porque ese podría ser su final (¡nada de errores!) y sin embargo el cerdo politicastro, porcino de camal politicoide o burguesía burocrática, testaférrica, que recibe órdenes directas de la burguesía compradora, gamonal de mierda, antropófago de grandes fauces, la hipocresía “nivel n”, de opíparo diente, quien es capaz de “amar” y preocuparse por su hijita menor con un cuadro de sarampión a la cual acicala y manda besos volados y por cuyo futuro tiene que velar, de seguro en alguna universidad norteamericana y con la esperanza de que se case (mi pobre niña a la que crié con tanto esfuerzo) con algún marinne, héroe en el Medio Oriente o simplemente algún ciudadano que tenga los papeles en regla o la ansiada residencia para así olvidarse de esta “mierda de país” y fugar con el yerno y la “nueva familia” por la puerta trasera y renunciar por fax o con fotocopia o en papel calca, manteca o higiénico y punto.

Este es “nuestro” Rengifo, a quien muchos blogs basura acusan de pertenecer a la podredumbre de escritores que viven embarrados en la bosta, la boñiga y los fertilizantes que producen el spleen del zoológico cultural y todas sus flatulencias, aires rancios y fétidos hedores; a quien se pone de ejemplo, previas pinzas en la nariz o mascarilla médica o antigas, cuando se quiere citar a alguien que es preferible no seguir o que ha caído en desgracia moral por sus acostumbrados métodos que no sólo incluyen el panfleto, la ironía o el insulto gratuito o argumentado –eso ya no importa o importa menos ahora-, la crueldad de su pluma, el ensañamiento de su creatividad (yo mismo fui víctima de sus estiletes y verduguillos, de su salivación mosqueteril y/o alienígena, en algunos casos pavlovniana, de su audacia iconoclasta y rompepuertas y, con todo, “acepté” darle la razón aunque no la tuviera, solo porque había una exquisitez literaria, una prosa que nos inclinaba a la belleza y a la disculpa). Y por cierto, también, se recuerda sobre sus regurgitaciones “siete colores” encima de la cabeza de un escritor descubierto en su medianía, su centrum ramplón y que ahora, para evitar anfibologías o malasinterpretaciones dado sus enfrentamientos con otros narradores, poetas o híbridos, radica en otro país; se recuerda también sus ataques contra una fémina figureti, representante procelosa de la vagina con piezas dentarias freudiana y personaje extra de la pornosubversiva “Raspberry Reich” (chaizer!, chaizer!), cuyo mayor mérito literario fue enrostrar una bolsa mamaria, una ubre innecesaria y sarcómica a la manera de las prostivedettes y en auditorio lleno, aduciendo que era parte de la performance, parte del poema y porque este lo exigía (¿qué tipo de triquina o cisticerco comanda este cerebro?); y ni qué decir de sus críticas y vómitos continuos contra las editoriales y los editores, ágiles vendedores de grasa de culebra y respetables, nobles otros, descendientes directos en la estirpe de Gutemberg o de Diderot, que quisieran, por igual, empalarlo en alguna feria del libro o ferias de la estafa donde se rellena la programación con presentaciones lamentables, humillantes e insufribles verborreas de algún intelectualoide sometido a sueldo fijo y con escritores que ni siquiera tienen dos dedos de frente, que no cautivan o atencionan ni al espejo y que necesitan de un ventrílocuo o de un supositorio de glicerina para hacerlos hablar en público. El marginado y marginal Carlos Rengifo acusado por pazguatos homofóbicos de ser trisexual, trifásico y trinitario como el Hermes –su sexualidad ha sido discutida en bares como el de “Pollos Pier”, muchos han aventurado calumnias e inventado encuentros del tercer tipo, solo para hacer escarnio de su persona-, cuya foto con recompensa se ha pegado en los baños de varias universidades e instituciones culturales y, cómo no, en la puerta de arruinados chupódromos, quien-quiso-y-quiere-ser-escritor cueste-lo-que-cueste, así tenga que empeñar su alma al mismo satanás o en un rito apropiado al Baphonet, así tenga que construir decenas de libros con las manos ampolladas, con la lengua colgando como trapo y sin nada en la barriga, mucho menos en el bolsillo. El cuidadoso Carlos Rengifo, que renunció a “buenos” trabajos porque le “quitaban tiempo”, al que una mujer usó como padrillo, semental, cheroca, yombinándolo, haciéndole “un amarre” eterno o temporal, chupándole las miasmas, todos los jugos ribonucleicos, pancreáticos o seminales hasta el tuétano como infame Mantis Religiosa o Viuda Negra y luego, cuando se secó el caño, sucumbió la Atarjea, lo desechó en una calle que ahora tiene nombre propio y que a su vez engendró en nuestro autor una sesuda y bien planificada venganza literaria, alguna forma de justicia en los cuentos desgarradores, sobre todo los que parecen ser de amor, los artículos en carne infecta, la palabra que se derrama y encuentra formato en alguna página, en algún libro que necesita ser presentado, expuesto como víscera porque ahora se circunscribe al margen de lo que él pueda pensar, en una tradición literaria, en una historia narrativa que ahora tiene como Goliats a un enervado Vargas Llosa y a un displicente Miguel Gutiérrez, “hombre de camino” que no baja la cabeza aunque le den con palo, con fierro, seguido muy de cerca por el “apretón” y cuatrero, asaltante a caballo de buses-camión Bryce Echenique, quien ha prometido “fracasar mejor” (risas del público) y de quien el engañado Quentin Tarantino va a filmar una película; y por el diligente Colchado Lucio, el “Montacerdos” Cromwell Jara, el anti-“Pepebotas” y con “Parte de Guerra” Dante Castro y tantos otros trabajadores obreros, campesinos y lúmpenes y alguno que otro latifundista o gamonal de la palabra y que de seguro deberían estar aquí, pero que de seguro recordaré más tarde cuando me llamen por teléfono y tenga que responder a insultos y preguntas, a gritos de valquirias y de tenderos, gritos de rezagados y de acomplejados, por qué escribí esto de nuestro amado y vilipendiado Carlos y por qué simplemente no hice unas cuantas líneas de reseña como se acostumbra, para el periódico de ayer, para el gran público que sólo lee los resúmenes de los diarios en la parte trasera del mismo o para el blogs trashero o el de los amigos o conocidos o la página virtual o correo electrónico que ahora están leyendo y que mañana olvidarán sin mayores remordimientos ni paltas o aguacates, cuando nos volvamos a sentar alrededor de una vieja mesa, aquella que se paraba con chapitas o con la punta del zapato y le preguntemos a boca de jarro, hambrientos y sedientos, con muchas horas de sueño aún no cobradas en la cama o en el parque, en alguna banca desde donde se contempla la vida, el atardecer o el mohín de una adolescente embarazada (¿Lolita?) porque todo tiempo pasado fue mejor o peor y para un escritor frente a una hoja en blanco quizá todos los días no sean el mismo: Carajo, Carlos, por qué escribiste ese cuento, para qué esa historia consabida del gordo arequipeño, ahora no te van a invitar a ningún congreso de escritores, te van a poner cabe, tu nombre va a ser borrado del mapa cultural, te van a indisponer ante los mismísimos cantineros y vamos a tener que tomar a pie en la cruda calle (no puede ser, no lo vamos a permitir #%/?$#”). Carajo, Carlos, déjate de cojudeces, muéstranos de una vez el cuento donde aparecemos retratados al detalle, no nos delates, ten piedad, por los años, los largos años que nos conocemos, que estamos aquí detrás de las páginas, detrás de las pruebas de galeras y los lomos quejumbrosos de los libros que nadie leerá. Y una leve sonrisa, un desapercibido rictus, una levedad o peso de salamandra mitológica quedará en el rostro de nuestro autor, nuestro querido Carlos, antes de levantar el vaso sin sorprenderse ni inmutarse y decir, como en los viejos tiempos, ¡salud!


DANIEL ALARCON EN EL BLOG DE JOSÉ ANTONIO GALLOSO


UNA CRÓNICA SOBRE VIAJE DE ESCRITOR PERUANO EN ORIENTE

Ahora que está en discusión el tema de la nacionalidad del escritor Daniel Alarcón, en el blog de José Antonio Galloso aparece una breve crónica sobre el viaje que está efectuando el autor de Lost City Radio. José Antonio anuncia la noticia de esta manera:

El escritor Daniel Alarcón fue invitado a formar parte de una delegación de embajadores culturales estadounidenses que recorrería varios países del Medio Oriente y presentaría sus obras en diferentes ciudades de la región. En este momento, Alarcón se encuentra en Estambul, donde tendrá la buena fortuna de compartir mesa con el escritor Oran Pamuk, y desde donde me envía este correo electrónico que con su permiso les ofrezco.


Si quieren leer la crónica de daniel Alarcón, hacer click aquí.

28 May 2007

GARCÍA MÁRQUEZ Y SU REGRESO A ARACATACA

El escritor colombiano Gabriel García Márquez retornará a su ciudad natal de Aracataca el miércoles de la semana entrante con la intención de poner en funcionamiento el “tren amarillo de Macondo”. El Nóbel de literatura viajará en tren desde Santa Marta hasta Aracataca en compañía de unas 200 personas.

Tras 24 años de ausencia, el escritor colombiano Gabriel García Márquez regresará el próximo 30 de mayo a su pueblo natal Aracataca, situado en el departamento del Magdalena, al norte de la nación suramericana.

El premio Nóbel de Literatura de 1982, partirá desde la turística ciudad de Santa Marta hasta Aracataca en un tren de tres vagones que han denominado "Gabomovil".

La asesora de Cultura del departamento del Magdalena, Carmen Rosa Saade, dijo que García Márquez viajará acompañado de unas 200 personas entre las que posiblemente figuren el presidente de Panamá Martín Torrijos y varios periodistas nacionales y extranjeros.

Se prevé que "Gabo" llegue durante la mañana del miércoles al pueblo que lo vio nacer, donde será recibido por sus paisanos, quienes le rendirán un tributo de bienvenida.

Posteriormente el escritor recorrerá las calles de Aracataca en un carro descapotado para recibir las aclamaciones de sus compatriotas.

"El recorrido comprende una vuelta a la plaza principal para tomar la calle de los turcos y tomar "las 4 esquinas", lugares descritos en algunas de las obras", indicó el director de la Casa Museo Gabriel García Márquez de Aracataca, Rafael Darío Jiménez.

Jiménez señaló que la caravana pasará por la casa donde nació el escritor hace 80 años, aunque aún no se ha definido si Márquez entrará en ella, ya que el ministerio de Cultura de Colombia se encuentra realizando trabajos para su restauración.

El viaje del autor neogranadino permitirá volver a poner en funcionamiento el "tren amarillo de Macondo", no sólo como una vía de comunicación sino como un instrumento de la cultura de la nación.

Varios actos culturales de danza y de teatro se realizarán en homenaje a "Gabo", quien exigió que a su llegada le preparan un "sancocho trifásico", de tres carnes, plato típico de Aracataca.


(En la foto: la Casa Museo de García Márquez en Aracataca)

ANDY WARHOL EN EL CCPUCP (MARTES 29 DE MAYO)


A PARTIR DE MAÑANA SE EXHIBE OBRA DE ARTISTA NORTEAMERICANO

Con ocasión de la exhibición de parte de la obra del ícono del arte pop norteamericano, en la sección cultural del diario Correo, Manuel Eráusquín entrevista a la comisaria de la muestra, Anna Chiara Ferrero:

Correo: ¿Qué ha sido lo más determinante en la obra de Warhol en cuanto aporte al arte contemporáneo?

Anna Chiara Ferrero: La revolución de él empezó con mostrar lo banal como algo que es arte. Por eso al principio mucha gente no lo toma en serio, porque era como la reproducción de algo que no tenía emoción, y hasta entonces el arte tenía su emoción y una interpretación del artista, y por lo menos de manera superficial no aparece con las obras de Warhol, puesto que él hacía un reproducción en secuencia, en forma masiva, y eso se percibe como algo industrial que no tiene una interpretación del artista.

C: El prejuicio viene de la mano con la utilización que él hacía de los elementos de la sociedad de consumo.

ACF: Sí, pero él logra que ese consumismo llegue a ser arte. Y al mismo tiempo hay toda una provocación de Warhol hacia la sociedad. Es decir, el país te da todo lo que tú necesitas hasta que necesites más. Y claro, la gente no se da cuenta, pero el consumismo participa de su cotidianidad. Ahora, todo esto está orientado desde el contexto de Estados Unidos.

C: Una de las cualidades esenciales en la creatividad de Warhol es su inquietud permanente, su talento multifacético para expresarse.

ACF: No hay que olvidar que él empieza con el happening y la performance, y es que su inquietud se manifiesta en una diversidad de formas de expresión: como pintor, cineasta o editor de una revista (Interview). En consecuencia, a pesar de que muchos artistas hacían pintura, dibujo o escultura, Warhol llegaba a hacer mucho más. Todo lo que podía experimentar lo hacía, y lo hacía en su espacio creativo, que era la Factory, lugar donde creaba, producía y se relacionaba con el mundo exterior. Ahí lo visitaban personas de distintas procedencias: músicos, actores, artistas plásticos, etc. En ese sentido, su vitalidad creativa y su originalidad son los elementos que lo separan de otros artistas.

C: La intensidad creadora de Warhol era avasallante.

ACF: Sí, y eso era lo interesante en él. Por ejemplo, en su revista Interview, que empezó en 1969, reprodujo a artistas, actores y actrices hasta llegar a Tom Cruise y John Travolta. Y he aquí su originalidad, pues aparte de realizar su pintura participaba en varias cosas. Incluso tuvo que ver en la música, donde trabajó con el grupo Velvet Underground e hizo la portada de varios de sus discos, trabajos que en esta muestra van a ser expuestos. En consecuencia, él fue un artista múltiple, dotado de una gran vitalidad para la creación.

C: Warhol también se destacó por valorar los talentos particulares. Un caso es el de Basquiat, a quien admiró.

ACF: El tuvo la sensibilidad de entender que el trabajo de Basquiat, que aparentemente parecía sencillo, realmente poseía una mirada, que comunicaba cosas, que tenía una intensidad en su expresión.

MAS DATOS

CCPUCP (Camino Real 1075, San Isidro) Inauguración: 29 de mayo a las 19.30 horas. Ingreso con invitación. La muestra estará abierta hasta el 12 de agosto.

27 May 2007

ARGUEDAS EN "EL DOMINICAL"


AUTOR PERUANO EN UNA EDICIÓN DE COLECCIÓN

Sin mediar una fecha celebratoria o algún homenaje póstumo, el suplemento El Dominical del diario El Comercio dedica, muy acertadamente, todo su contenido a analizar la vida y obra de uno de nuestros escritores capitales, en un esfuerzo por comprender la conocida y, muchas veces, mal interpretada obra de uno de los autores que mejor contribuyó a la comprensión del universo andino y la cultura de los Andes.

Entre los artículos y ensayos que se publican destacan, a mi parecer, los de Peter Elmore y Luis Millones, y, sobre todo, la inteligente y bien llevada entrevista de Enrique Sánchez Hernani a la viuda de Arguedas, Sibyla Arredondo.

Lo que me llama la atención de la entrevista es la sección denominada MIRANDO AL ESCRITOR, en la cual se interroga a la viuda chilena sobre las lecturas literaria de Arguedas por aquella época, a lo cual la entrevistada señala que nuestro escritor leyó con mucho agrado Cien años de soledad de García Márquez y la obra del, por aquel entonces, joven escritor, Oswaldo Reynoso. Reflexionando un poco sobre lo que se meciona en la entrevista y haciendo un análisis de la obra de ambos escritores es perfectamente comprensible que José María estuviera muy atento a las publicaciones del autor de En octubre no hay milagros, dado que ambos escritores estuvieron muy preocupados por representar el mundo adolescente y juvenil en cada una de sus obras: recordemos el universo que se representa tanto en Warma Kuyay y Los ríos profundos de Arguedas, como en Los inocentes de Reynoso. En todos estos relatos notamos la recreación del mundo infantil y adolescente de los protagonistas, asi como el análisis psicológico de la etapa de crisis que caracteriza al universo juvenil. Alguna vez, Oswaldo me confesó que había escrito su libro de relatos bajo el tono intimista y confesional del primer cuento de Arguedas, Warma Kuyay, una suerte de híbrido lingüistico entre el qechua y el castellano.

Los dejo con dos preguntas de la entrevista:

¿Qué le conversaba José María deñ ambiente literario peruano de esa época? ¿Se molestaba, se alegraba de algo?

-No eramos de comentar mucho de la vida ajena y en cuanto a sus opiniones literarias u otras sobre tópicos parecidos, están expuestos con mucha sinceridad en sus artículos y diversos trabajos. Todo eso va en los próximos cinco o seis tomos de las Obras Completas que están listas para plublicarseHay múltiples estudios sobre la obra de José María, y los especialistas de literatura, sociología, antropología o etnología, principalmente, reclaman ese material para profundizar más en Arguedas y el Perú; desconocerlo es como si se mirara sólo unas pocas caras de un poliedro o una única cara de la Luna.

¿A qué escritores respetaba más?
-En El zorro de arriba y el zorro de abajo hace una pequeña disquisición sobre algunos escritores de esos años. Admiraba mucho a Juan Rulfo y esa relación era mutua; también a Guimaraes Rosa, de Brasil. Cuando llegué, en 1965, me pidió que leyera a Mariátegui, González Prada, Cieza de León. Él leía pero sin ansiedad; consultaba textos según la necesidad de sus trabajos: leyó con gusto Cien años de soledad. Seguía lo que publicaba Oswaldo Reynoso, entre los jóvenes; quizá había sido su alumno en La Cantuta o sus temas le parecían pertinentes. Le inquietaba la suerte de la juventud en el país.

26 May 2007

CONVERSANDO CON REYNOSO


UNAS CHELAS EN EL BOULEVARD SAN RAMÓN

El día jueves, después de la presentación de Amores bizarros, nos conducimos con Oswaldo Reynoso y algunos amigos al recorrido Boulevard San Ramón, conocido en el mundo de los jóvenes como la Calle de las Pizzas. Sentados en un local con nombre literario -Romulo y Remo-, Reynoso se despachó con una remembranza sobre el recordado Bar Palermo y algunos narradores del 50. Contó a los presentes una anécdota que nunca le había escuchado:

"Allá por los años 60, se reunió con Eleodoro Vargas Vicuña en el mencionado "point" bohemio de la época, y aburridos del clima neblinoso de Lima, la horrible, decidieron viajar a Trujillo, no sin antes dejar un letrero en la puerta del bar anunciando el viaje hacia la tierra de la marinera. Cuando llegaron a Trujillo, era todavía muy temprano y tuvieron que pasar unas horas en un hotel cerca a la Plaza de Armas.

Casi al mediodía, ambos escritores salieron a dar una vuelta por las inmediaciones, y se dieron con la sorpresa de encontrarse con parte de los narradores del célebre Grupo Narración y algunos jóvenes trujillanos. Una hora después, estaban en Huanchaco disfrutando de un sabroso ceviche y algunas botellas de pisco. De regreso a Trujillo, en la parte trasera de una camioneta, iban echados Oswaldo Reynoso y un joven trujillano. El joven le preguntó:

-¿Oswaldo, usted cree en Dios?
-No sé, no te podría responder.
-Mire el cielo y dígame, ¿usted cree en Dios?

Reynoso se quedó contemplando el maravilloso cielo trujillano: limpio, sereno, de un celeste intenso que brindaba una paz beatífica, y no supo qué responder.

Años después, en un congreso de literatura al que fueron invitados Oswaldo Reynoso y José Watanabe, el autor de
El guardián del hielo le recordó a Reynoso que el joven que le había preguntado aquella tarde trujillana sobre la existencia de Dios era él".

FERNANDO VALLEJO Y SUS CATORCE PERROS


LA IRRUPCIÓN DEL ESCRITOR COLOMBIANO EN LA UNAM

Hace unos días, leía en el blog de Iván Thays una interesante nota acerca de la presentación del escritor colombiano, ahora nacionalizado mexicano, Fernando Vallejo en la UNAM. Dicha presentación, con ocasión de la publicación de su libro La puta de Babilonia fue acompañada por una jauría de 14 perros, de los cuales, tres eran llevados por el propio autor.

Aunque considero que dicho acto provocador fue un poco excesivo, no dejo de admirar el activismo y la pasión con que Vallejo defiende la causa de la protección a los animales y la denuncia ante el desastre ecológico. Cuando ingreso al auditorio que lo esperaba, anunció que no llegaba a presentar un libro sino a defender una causa:

“la mía. La de los pobres animales que son mi prójimo, entendiendo por animales los vertebrados superiores, las 4 mil 600 especies de mamíferos que hoy pueblan la Tierra, a los que pertenecen los perros, que en esta ciudad masacran los antirrábicos; las vacas que acuchillan en los mataderos para que ustedes se las coman sin que nadie diga una palabra.”

Ante la protesta por el ladrido de uno de los animales, el escritor respondió con las siguientes palabras:

“Déjenlo que ladre, que aquí estuvo Fox rebuznando seis años y nadie lo calló”.

Al parecer, a Vallejo no le agrada que ni siquiera manden a callar a sus perros.

24 May 2007

HOY JUEVES 24 DE MAYO

PRESENTACIÓN DE AMORES BIZARROS

Editorial Casatomada y Ediciones ARSAM tienen el agrado de invitar a los lectores y amigos a la presentación del libro Amores bizarros, de Max Palacios.

Comentarios a cargo de:

-Oswaldo Reynoso - Javier Arévalo
-Leonardo Aguirre

Modera: Gabriel Rimachi

Día: Jueves 24 de mayo.
Hora: 7:30 p.m.
Lugar: Jazz Zone de Miraflores (Alt. Cdra. 4 de Alcanfores)

23 May 2007

CARTA DE DIEGO TRELLES A GABRIEL RUIZ


JOVEN NARRADOR PERUANO RESPONDE A ENTREVISTA DE CAPRICHOSO ANTOLOGADOR

Muchos jóvenes narradores me han escrito, preguntándome sobre mi indignación ante la bajeza que Gabriel Ruiz ha operado en "su" antología sobre narrativa peruana última; e incluso, algunos de ellos, se han arrepentido de haber cedido sus textos para este sujeto de dudosa reputación académica. Sin embargo, lo que he expresado es apenas el principio de todos los "entretelones" que han habido detrás de esta caprichosa y antojadiza "antología". En el blog "El Hablador", que es el medio en el cual aparecio la entrevista, leo una respuesta inteligente y contundente del narrador Diego Trelles, que permite colegir lo que semanas atrás había afirmado sobre este personaje y le brinda a los lectores la catadura moral que ostenta este sujeto.



Estimado Francisco Ángeles:

Le escribo porque he leído una entrevista suya al señor Gabriel Ruiz-Ortega en la cual éste me alude sin nombrarme, y me gustaría hacer algunas precisiones respecto a sus comentarios:

1. En la entrevista, este señor afirma muy suelto de huesos que soy un “narrador de tendencia izquierdista que vive como neoliberal” y que, cada vez que puedo, “me mando con un floro remanido de la exclusión, la marginación”. Debo decir que me declaro sorprendido, no sé de dónde saca este pobre hombre la absurda idea de que vivo como un neoliberal. ¿Será porque estudio en Estados Unidos? ¿Es, acaso, ésa su luminosa razón? Si es así -y no encuentro otra dado que no lo conozco ni me conoce en absoluto-, me asombra la lógica pedestre y maniqueísta de sus razonamientos, y esa ligereza de boca que, a menudo, emplea para hablar de aquello que no entiende. No es la primera vez que lo hace. De hecho, tiene la misma actitud bravucona y negligente en su blog. Quien lo lea, no sólo se dará cuenta de que Ruiz-Ortega tiene la prodigiosa facultad de escribir con los pies, sino que, además, tiene una tendencia casi natural al diagnóstico epidérmico y colegial, de una pobreza analítica y formal inusitada para alguien que quiere asumir la tarea de prologar y antologar la que autoproclama como la antología de los nuevos narradores. [Lo del “floro de la exclusión”, debo suponer, es un chiste involuntario de su parte, propiciado por los nervios de la entrevista -una entrevista, por lo demás, embarazosa por la cantidad de dislates que dice].

2. Las razones por las que decliné mi participación en Disidentes (cuyo título, por cierto, tiene una cantinflesca explicación de su parte) son tres: 1) No me sentí representado ni cómodo en un proyecto dirigido por un personajito precario e improvisado que no me interesa en absoluto como escritor (tiene una novela con más faltas ortográficas que páginas), y cuyo comportamiento ha estado signado por la consigna de escalar y figurar como sea y a expensas de quien sea; una especie de lobbysta chicha y, aparentemente, mitómano (¿alguien ha podido comprobar la procedencia de Q Ediciones esa “editorial extranjera” que le pagó por publicar su novela y, según lo atestiguado por él en la Conversa de escritores organizada por Cyberayllu, le ha hecho un trato por otros dos libros más? Si uno hace una búsqueda rápida en Google se dará cuenta de que esa editorial simplemente no existe. Bien haría Ruiz-Ortega en aclarar este asunto turbio para evitar mayores suspicacias en el futuro). 2) Además de lo expuesto, no me pareció correcto aceptar la propuesta de un sujeto al que alguna vez fui introducido brevemente por una persona que respeto y admiro (el poeta Miguel Ildefonso), y que luego atacó públicamente -junto a otro señor del que ahora reniega con ironía pero del que era compadrísimo cuando fungía de crítico de Somos-, más de una vez, no sólo a Miguel, sino a otros creadores cercanos con los que tengo más de una afinidad. Las suyas no eran críticas literarias medianamente agudas sino ataques personales que, como en mi caso, buscaban desacreditarlos mediante el agravio y la burla.

3. Finalmente, quiero decir que, como cualquier escritor o artista, tengo derecho a participar en los proyectos que me interesen y, sobre todo, en aquellos que me parezcan serios y, en mi opinión, éste no era el caso. Nunca me he negado a colaborar y, menos aún, a participar en proyectos literarios y artísticos, y de eso pueden dar fe muchos otros escritores. Si el señor Ruiz-Ortega se ha sentido ofendido porque le dije -muy amablemente, por cierto- que no, allá él, pero, por favor, guárdese esa retórica vacua para los posts de su blog y, en vez de hacer tanto ruido para promocionarse y seguir escalando como acostumbra, dedíquese a mejorar esa prosa, a revisar los diccionarios que tanta falta le hicieron en su primera novela, y a escribir, hombre, a leer, a sosegarse, que es, finalmente, lo que podrá ayudarlo a utilizar las manos la próxima vez que se aventure, esperemos con seriedad, en el oficio de la escritura.

Atte.,
Diego Trelles Paz.

22 May 2007

EL BURRO HABLANDO DE OREJAS


SOBRE UNA ANTOLOGÍA

El señor Gabriel Ruiz, a pesar de las constantes advertencias que le he hecho llegar sobre el hecho de que no se refiera a mi persona, vuelve a la carga en una "entrevista" aparecida en un blog "literario".

Afirma el mencionado señor que, tanto el narrador Gabriel Rimachi como mi persona, fuimos separados de su "antología" porque tenemos muchos "lazos" con los narradores del 90 (¡ ¿? !) y, por lo tanto, no marcamos ninguna diferencia en relación con la narrativa peruana última. Con respecto a ello quiero realizar los siguientes reparos:

1. Solo acepto una crítica académica y alturada de una persona que siquiera haya tenido algún tipo de formación literaria seria y responsable. Una persona que haya realizado estudios "autodidactas" sobre Teoría literaria en forma desordenada y caprichosa me provoca verguenza ajena.

2. Es verdad que tengo lazos con los narradores del 90, pero son lazos de compañerismo y amistad que he mantenido a lo largo de todos estos años gracias al trabajo honesto que he realizado durante todo este tiempo. Quien matiene lazos temáticos y de estructuta narrativa con cierta mala literatura del 90 es el propio antologador, y eso se puede apreciar de la lectura que se haga de su obra.

3. El verdadero motivo por el cual fuimos "descartados" de la antología del señorito Gabriel Ruiz es muy simple: Gabriel Rimachi está por publicar una antología "temática" sobre narrativa peruana última, denominada Nacimos para perder, lo que al parecer no le ha caído bien al mencionado "antologador", que como una "hembrita celosa" reacciona retirando de la antología los cuentos que encarecidamente nos solicitó.

4. Me parece de una tremenda inmoralidad armar una antología al mero capricho y temperamento de una persona que no ha sabido manejar su "inteligencia emocional" que tanto pregona; muchos de los autores que figuran en la antología son personas que accedieron a entregar su material porque, personalmente, me tomé la paciencia de interceder para dicha entrega, dado que por aquella época el señor Ruiz no gozaba de la confianza necesaria.

5. Ni Gabriel Rimachi ni el que escribe este post queriamos mencionar este asunto; pero, dado que este sujeto habla de que fuimos "descartados" de su "antología", creo que es necesario aclarar este asunto ante sus expresiones antojadizas y caprichosas.

6. Por otro lado, el señor Ruiz, desconociendo los aportes de algunos narradores del 90, como Iván Thays, Mario Bellatín, Óscar Malca, entre otros, afirma que todos los narradores de esa década solo fueron promesas truncadas que no llegaron a concretar ningún proyecto literario serio. Basta leer algunos estudios y ensayos sobre la narrativa de aquella época para darnos cuenta de los contrario.

Finalmente, quiero saludar con mucho entusiasmo la aparición de esta antología, no por la calidad del antologador, sino por la calidad de los textos antologados. He leído, conversado y, alguna vez, compartido unas "chelas" con estos narradores y ellos sabrán darme la razón ante la indignación del presente post que están leyendo.

20 May 2007

PRESENTACIÓN DE AMORES BIZARROS

ESTE JUEVES 24 DE MAYO

Editorial Casatomada y Ediciones ARSAM tienen el agrado de invitar a los lectores y amigos a la presentación del libro Amores bizarros, de Max Palacios.

Comentarios a cargo de:

-Oswaldo Reynoso - Javier Arévalo

-Leonardo Aguirre


Modera: Gabriel Rimachi


Día: Jueves 24 de mayo.

Hora: 7:30 p.m.

Lugar: Jazz Zone de Miraflores (Alt. Cdra. 4 de Alcanfores)







UN CUENTO DE GLAUCONAR YUE


EL UNIVERSO FANTÁSTICO DE JOVEN NARRADOR

A continuación, posteó un cuento del joven narrador Glauconar Yue, quien se prepara a publicar en Bizarro Ediciones lo que sería la primera novela gótica dentro de nuestra narrativa peruana: El Empalador, un texto que recrea parte de la vida del célebre personaje que alimentó la fantasía de muchos escritores y realizadores cinematográficos: El Conde Drácula.

DEMONBEARER

El tío de Lucía había venido de Estados Unidos a visitarlos y los padres decidieron que era propicio invitarlo a cenar. Así que fueron todos en familia, los dos padres, el tío y Lucía, a uno de los restaurantes más conocidos. Ella llevaba una blusa blanca, una faldita corta y una bincha roja reteniendo su pelo negro lacio, el cual cubría solo parte de su cuello. Encontraron un lugar en la terraza, frente a la gran fuente con luces de colores. Había muchísima gente hablando y en el fondo sonaba una música ligera. El tío contaba sobre Manhattan y cómo eran las cosas ahí, y en, cierto modo, todos ya lo sabían porque salía en todas las películas. Hacía un leve viento de primavera, fresco pero no frío, que cargaba el perfume de las señoras y el humo de los fumadores. Pronto vino el mozo vestido impecablemente y preguntó qué querían. Cuando le preguntaron a Lucía, ella no supo bien qué decir, murmuró algo sin dejar de clavar sus ojos en el mantel. Así que el padre pidió algo por ella, milanesa de pollo, eso siempre le gustaba. Poco después de haberse ido el mozo Lucía se levantó y dijo que tenía que ir al baño. El tío se quedó mirándola mientras se iba y comentó que era una niña muy linda pero algo extraña. El padre lo tranquilizó que eso siempre sucedía con los adolescentes, a ella le daba de vez en cuando, pero pronto se le pasaba.


Mientras, Lucía en el baño se miraba al espejo y sentía el sudor frío correr por su frente. El colegio se había puesto pesado y además estaba el chico de al lado, del que no sabía lo que quería en verdad, y ahora venía su tío y ella tenía que quedar bien, tantas cosas, eran todas importantes. Pero justo entonces le tenía que suceder eso, justo en ese momento. La vez pasada nadie se había dado cuenta, por suerte, nadie lo había visto, ella luego había también llegado a creer que había sido un sueño, pero entonces estaba ahí de nuevo: el sudor frío, las náuseas y ese algo moviéndose dentro de ella sin parar. Se echó agua fría a la cara pero se sintió aún más mareada y tuvo que sentarse en el escusado porque perdía el equilibrio. Después se apoyó en la pared, abrió la tapa del water y escupió dentro. De pronto se sintió ridícula, se olvidó de todo y de puso de pie de nuevo. Las cosas tenían un extraño silbido, ya no tenía jaqueca sino un completo vacío en la cabeza que no le dejaba pensar en nada, las luces se veían mucho más claras y distantes, todo como en video. Salió caminando de ahí, sintiéndose quizá algo mejor, pasó por entre la gente que conversaba banalidades y frente a los mozos y se paró al medio de la plaza, frente a la fuente iluminada. Y dejó que suceda. Su pecho estalló, arrojando una cosa que se abalanzó contra la gente, gruñendo, mientras Lucía lo observaba sin moverse, completamente ilesa.

JUAN VILLORO EN EL DOMINICAL


ENTREVISTA A ESCRITOR MEXICANO SOBRE SU LABOR COMO CRONISTA

El día de hoy, en el suplemento El Dominical, Carlos Batalla entrevista a Juan Villoro con motivo de la reciente Feria del Libro de Bogotá. En una parte de la entrevista, se menciona una frase de García Márquez sobre la realidad y la fantasía, que en realidad es un "reciclaje" de una célebre frase de Dostoievski: "No hay nada más fantástico que la propia realidad". Lo que me atrae de la entrevista es la respuesta final que da Villoro sobre el mundo de la blogósfera, cuando afirma que los blog son como los bares "virtuales" de la red, donde se afirma algo para luego discutirse sobre el tema, como el espíritu propio de todo bar cultural, en el que muchas veces se discute el futuro de parte de los movimientos culturales de una sociedad.

El periodismo digital se ha convertido en la señal de avanzada más evidente para las nuevas generaciones de periodistas. ¿La crónica tiene espacio en ese nuevo lenguaje?

- El periodismo digital tiene un problema: extrema la brevedad en los reportes, es muy difícil leer en pantalla un texto de diez páginas. Exige una brevedad. El periodismo digital es un espacio para velocistas, es como estar corriendo cien metros planos en distintas pistas durante todo el día, porque se va actualizando y cambia muchísimo como las arenas del desierto. Creo que es un espacio para la información dura, no tanto para la lectura pausada. Pienso que la crónica requiere de una elaboración en el tiempo, como su mismo nombre lo indica; tiene que ver con un registro en el tiempo, pero también con una recuperación de ese tiempo. Las buenas crónicas tienen que desplegarse un poco para poder llegar a una profundidad. Creo en el periodismo de investigación que puede darse con crónicas profundas. En ese sentido, pienso que Internet es un recurso paralelo; es un canal de investigación muy útil, muchas veces encuentras información, estableces contactos, abres pistas de indagación. Me parece que Internet forma parte del apoyo. Para el cronista debe ser como una tertulia periodística, donde él recibe informaciones, brinda iniciativas, pone a prueba sus fuentes. Por ejemplo, es muy útil colgar una noticia para ver cómo reacciona la gente, a ver quién te dice algo; es una herramienta maravillosa de hoy. Pues bien, la tertulia siempre ha sido uno de los ejercicios de los periodistas. Todos los periódicos están rodeados de cafeterías y de bares.

¿Ese rol lo cumplen los blogs?

- Exactamente. Los blogs son los bares de la aldea global, donde dices algo y te contestan; creo que eso es muy importante, porque siempre necesitas verificar y ampliar las informaciones.

HÉROES, DE ALEJANDRO ALVA, EN EL MOCHA GRAÑA


19 May 2007

VARGAS LLOSA Y EL COLEGIO MILITAR LEONCIO PRADO


UNA VISITA A UNO DE LOS ESCENARIO LA PRIMERA NOVELA DEL ESCRITOR PERUANO

Hoy día sábado en la mañana, fui invitado por el Proyecto Recreo, que dirigen los escritores Javier Arévalo y Gustavo Rodríguez, a dictar una charla sobre el Plan Lector 2007 a los padres de familia del Colegio Militar Leoncio Prado. Aunque no suelo trabajar los fines de semana, acepté la propuesta encantado, dado que esta visita me permitiría conocer "in situ" uno de los escenarios reales de la primera novela de nuestro célebre escritor.

Cuando llegué al lugar, todavía era muy mañana, y una tenue neblina envolvía las instalaciones del colegio y pude reconocer entre la bruma al Jaguar y al Esclavo, al Poeta y al Rulos, al cadete Cava y al Boa. Caminé algunas "cuadras" y casi al final del colegio se levantaba "La siberia", ese pabellón abandonado en donde castigaban a los cadetes que se portaban mal. Tuve que salir de mis ensoñaciones cuando el señor Raúl García, presidente de la APAFA, me avisó que el auditorio estaba listo y que cerca de mil padres estaban esperando la charla que había preparado.

Les hablé a los padres sobre la importancia de la lectura y los beneficios que ella trae en el rendimiento escolar de los estudiantes y en su futura vida profesional. Creo que al final se convencieron de la idea, pero yo no pude espantar de mi mente los fantasmas de los personajes de la novela de Vargas Llosa. Caminé hacia la salida y para probarle a mis futuros nietos los hechos que estoy narrando no pude contener las ganas de tomar unas fotos de las instalaciones del colegio. No todos los días a uno lo invitan a visitar el escenario real de una recordada novela.

(En la foto: Vargas Llosa con algunos profesores del Leoncio Prado, tomada de la Revista Caretas)

NEW ORDER: BIZARRE LOVE TRIANGLE


17 May 2007

FITZGERALD-HEMINGWAY


MÁS ALLA DE LA AMISTAD

Cuando era muchacho, pasé mucho tiempo investigando sobre lo que verdaderamente pasó durante el encuentro en París entre Fitzgerald y Hemingway. El libro que todos teníamos a la mano por aquella época era París era una fiesta, en la edición de tapa dura de Oveja Negra. Leí de un solo tirón el pequeño libro y no me quedé muy satisfecho con la impresión que el autor de Fiesta hizo sobre Scott. Debo confesar, para ser sinceros, que yo me sentía más cercano a Fitzgeral que a Ernest, pero, aún así, el testimonio que hace Hemingway de aquella época me pareció totalmente injusto.

Con el tiempo, después de leer algunas biografías de ambos escritores, he llegado a la conclusión de que, efectivamente, Ernest nunca le perdonó a Scott el hecho de que el autor de El gran Gatsby le restregara en la cara el éxito y la fama que había alcanzado cuando el primero todavía era un joven y pobre escritor en París. Todo esto viene al caso porque después de algunos días, he terminado la relectura de París no se acaba nunca, que en muchos casos ha sido iluminadora (leída con alguna premura años atrás). En dicha novela, Vila-Matas también reflexiona sobre el encuentro de estos dos grandes escritores, para afirmar que esta clase de encuentros nunca terminan bien; ya sea por los egos literarios que se ponen en juego, o porque ninguno de los dos terminó aprendiendo nada del otro. Lo que sí afirma Vila-Matas es que ese encuentro le sirvió a Hemingway de inspiración para escribir, años después, el clásico relato Un gato bajo la lluvia, que recrea, salvando las diferencias, una parte del encuentro entre los dos escritores. Un dato más, producto de la fascinación que me produjo este encuentro literario, me animé a escribir un cuento titulado: Una visita al Louvre -publicado en La culpa la tiene Nabokov-, que recrea la anécdota en la cual ambos escritores ingresan al museo para comprobar si las proporciones anatómicas de Fitzgeral eran normales, o si, como le había dicho Zelda, la naturaleza lo había desfavorecido. Sé que no está dicha la última palabra sobre este famoso encuentro y en la red podemos encontrar algunos libros que recrean uno de los pasajes más famosos de la historia de la literatura norteamericna.

16 May 2007

JULIO RAMÓN RIBEYRO EN VANO OFICIO


CUENTISTA PERUANO EN PANEL DE PROGRAMA DE TELEVISIÓN


El día de ayer martes, después de muchas semanas, le robé unas horas al sueño para poder ver el programa Vano Oficio de Iván Thays, y la verdad, valió la pena. El programa, al igual que su reactivado blog, ha cambiado de formato y se puede ver la participación de jóvenes escolares en la lectura de textos literarios referentes al tema tratado en el programa.

En el programa de ayer se realizó un panel sobre la vida y obra de Julio Ramón Ribeyro y entre los panelistas invitados estuvieron el escritor Gustavo Rodríguez, el periodista Jorge Coaguila, el artista plástico Jorge Miyagui y el sobrino del cuentista, Juan Ramón Ribeyro. La mayoría coincidió en señalar que se habían acercado a la obra de Ribeyro, en su etapa escolar, a través de sus cuentos clásicos: Los gallinazos sin plumas, La botella de chicha, Por las azoteas, Alienación, Una aventura nocturna. Gustavo Rodríguez afirmó sentirse más atraido en aquella época por los cuentos fantásticos de Ribeyro, como Ridder y el pisapapeles y La insignia. En Ese momento, Juan Ramón Ribeyro hizo una acotación para señalar que sobre esos cuentos, el gran Julio Ramón había dicho que eran totalmente realistas, que estaban basados en experiencias reales: el primero en una experiencia personal, de cuando era estudiante; y el segundo, en una anécdota de uno de sus tíos.

La parte más interesante del programa fue cuando Iván planteó debatir sobre el estatus del adjetivo "ribeyriano" en nuestra literatura peruana. Muchos coincidieron también en señalar que así como existen los adjetivos "dantesco", "borgiano", "cortazariano"; también es perfectamente legítimo acuñar el termino "ribeyriano" para denominar a aquellas situaciones frustradas, que no llegan a buen termino, como en las situaciones narradas en los cuentos del autor de La palabra del mudo.

En fin, un programa bastante interesante para todos los espectadores. Se anuncia para la próxima semana un panel sobre la obra de uno de los poetas mayores de Francia: Charles Baudelaire. Esperaremos con muchas expectativas dicho programa.

15 May 2007

ALGUNAS REFLEXIONES SOBRE LA CRÍTICA


LOS VENENOS DE LA CRÍTICA

CINCO CRÍTICOS ESPAÑOLES OPINAN SOBRE ESTA DELICADA ACTIVIDAD

(Tomado de El Cultural)

Ricardo Senabre, Ignacio Echevarría, Jaime Siles, Darío Villanueva y Vicente Luis Mora denuncian, explican, defienden y cuestionan.

Sainte-Beuve, el célebre crítico francés del XIX, dejó inédito Mis venenos, un diario secreto con sus más íntimos pensamientos sobre libros y autores que no se atrevió a publicar en vida, y que comenta hoy en nuestras páginas Germán Gullón.

Pero además, El Cultural ha reunido a cinco de los críticos más solventes de nuestro panorama literario –Ricardo Senabre, Ignacio Echevarría, Jaime Siles, Darío Villanueva y Vicente Luis Mora–, para que nos descubran: 1. ¿Qué es lo que da credibilidad a un crítico?; 2. ¿Cualquiera puede ser crítico? ¿Qué mínimos deben exigirse?; 3. Si comparan la situación de la crítica española con la del resto del mundo, ¿en qué salimos ganando, y en qué perdiendo?; 4. ¿Qué pasa con las acusaciones de excesivo academicismo; falta de conocimientos académicos, dependencia del mercado; amiguismo y compromisos; obediencia a consignas , falta de referencias para comprender la creación más joven?...


Ricardo Senabre

La independencia –frente a editoriales y autores– y la sinceridad. También una competencia profesional sin la cual lo demás no serviría en absoluto, porque nadie apreciaría la independencia de un botarate. Lo que el lector espera del crítico son orientaciones razonadas, no elogios vacíos ni rechazos injustificados. El lector necesita saber si vale la pena leer esa obra y por qué, y eso hay que dejarlo claro.


2. En la práctica, y a juzgar por muchos ejemplos reales, se diría que cualquiera puede ser crítico. Pero lo cierto es que habría que exigir unos mínimos: un amplísimo caudal de lecturas –algo muy raro, por lo que se ve–, un buen conocimiento de la historia literaria y una estrecha familiaridad con los fundamentos teóricos y los métodos críticos. La verdad es que, en el amplísimo elenco de críticos españoles en ejercicio, muchos –demasiados– no llegan al aprobado en estas cuestiones.


3. Frente a otros países, ganamos en la atención a obras estrictamente literarias y de diversas literaturas. Perdemos en independencia: hay demasiada consideración con editoriales poderosas, por una parte, y, por otra, excesivo temor a reseñar negativamente obras de autores prestigiados –a veces producto de la mercadotecnia–, algunos de los cuales pueden reaccionar como si cada reparo puesto a su obra fuese una ofensa a su persona. En realidad, la lucha del crítico que no renuncia a su honradez se plantea contra el complejo mecanismo publicitario que desde hace medio siglo se ha ido apoderando de la creación literaria y artística, gracias al cual lo que se vende es lo que vale. ¡Qué aberración!


4. Creo que la falta de conocimientos del crítico y el amiguismo son acusaciones fundadísimas en múltiples casos. Hace años, en un suplemento literario de cuyo nombre no quiero acordarme, un crítico comenzaba su reseña confesando ser amigo del autor de quien se disponía a escribir. Naturalmente, la reseña era elogiosísima. ¿Qué crédito pueden merecer una crítica y un suplemento así?


Ignacio Echevarría

Una primera puntualización: hace ya tiempo que la crítica ha dejado de ser la piedra angular de los suplementos literarios, por las razones que más adelante doy. Así pues, hace ya tiempo, también, que ha dejado de hacerse cuestión de la independencia de la crítica, menos todavía de su credibilidad, no nos hagamos demasiadas ilusiones con eso. En un pasaje que suelo citar en ocasiones como ésta, Robert Musil, preguntándose en qué consiste el gran talento para la crítica, se responde a sí mismo: “¡La capacidad de tener razón!”. No es fácil dar una respuesta mucho más satisfactoria a la cuestión, sin duda peliaguda. Esa “capacidad de tener razón” obedece a una mezcla variable de talentos, algunos innatos y otros adquiridos, entre los cuales cabe mencionar el buen gusto, la posesión de un criterio articulado, la confianza en ese criterio, la voluntad de compartirlo y la capacidad de persuasión.

2. No cualquiera puede ser crítico, desde luego, ni falta que hace. La ausencia de alguno de esos talentos que acabo de mencionar basta para inhabilitar incluso al más voluntarioso y bienintencionado aspirante al oficio. El crítico genuino es un tipo muy particular de lector que al placer natural de la lectura añade el de indagar en los mecanismos que intervienen en ella. De esa especie de perversión deriva el crítico una función social: la de orientar a los otros lectores en la tarea de responderse responsablemente a la pregunta que justifica la existencia misma de la moderna crítica periodística: ¿qué leer? Importa mucho insistir en esto último, dado que la mayor parte de los suplementos literarios parecen haberse desentendido de esa pregunta, conformándose con incentivar la lectura. Por eso no existe apenas crítica en la actualidad: porque la consigna de leer (y de leer siempre los mismos libros, de la misma manera) ha desplazado a la pregunta de qué leer, que comporta siempre, para ser respondida cabalmente, un cierto compromiso ético y político, no sólo estético, y que presupone además, sin la obsesión de fomentarla, la afición a la lectura. En cuanto a los mínimos exigibles para un crítico, obedecen antes a cuestiones de temperamento que a grados de cultura. El crítico hace siempre un uso estratégico de su cultura. En su caso, mucho más que los conocimientos acumulados, a menudo inservibles, importa el punto de vista que los ordena. Lo que caracteriza al crítico (y me estoy refiriendo exclusivamente al crítico reseñista) es una determinada escala de preferencias y una decidida voluntad de intervención. De otro modo, estaríamos hablando de simples comentaristas, o directamente de publicistas, que es lo que más abunda. En cuanto al estilo, es la única herramienta de que dispone el crítico para persuadir. Si resulta mediocre o incompetente en este aspecto, su eficacia será nula.

3. Me cuesta responder a esta pregunta, ya que apenas alcanzo a imaginarme qué pueda entenderse por crítica española, toda vez que –hechas las excepciones de rigor– sus más conspicuos representantes gastan sus menguados recursos en mantener un esforzado equilibrio entre la mansedumbre y la inanidad. Comparada con la del resto del mundo, la situación de la crítica española es, por decirlo buenamente, poco comprometedora: sencillamente, pasa desapercibida. Lo cual no acaba de constituir una ventaja, o no exactamente, dado que en casi todo el mundo la crítica ha sido condenada a la inexistencia. Sus espacios, si algunos le quedan, son residuales, marginales, periféricos a lo sumo, cuando no puramente simbólicos. Exageraciones y dramatismos aparte, la crítica española es, en cualquier caso, fiel reflejo de la prensa que la ampara: una prensa degradada, hipócrita, inepta, carente de todo proyecto cultural y por lo tanto de toda iniciativa en este campo, como no sean aquéllas a que le impulsan sus intereses particulares.

4. –Excesivo academicismo. De este reproche deberán responder los críticos de procedencia académica, abundantes en un oficio que, es verdad, suelen ejercer con cierta predisposición al eclecticismo y la taxonomía, y grandes dosis de aburrimiento.

–Falta de conocimientos académicos. De este reproche deberán defenderse los críticos de varia especie, periodistas y escritores en su mayoría, que lo reciben insistentemente de parte de sus colegas los críticos academicistas.

–Dependencia del mercado. ¿Y cómo soslayarla? El mercado es el medio en el que la crítica interviene, contra el que actúa. Es la corriente que tiende a arrastrarla y a la que ella debe resistirse. El problema, entonces, no es tanto la dependencia como el sometimiento al mercado, es decir, la sumisión, la interiorización de sus consignas.

–Amiguismo y compromisos. Ésta es una lacra endémica en el oficio. Por lo demás, hay una sola vacuna para curarse de ella: tomar partido. Buena parte de la mejor crítica moderna está impulsada por la complicidad de grupo, de tendencia: es crítica amistosa y comprometida, en el mejor sentido. Pero es cierto que, por estos lares, a menudo se queda sólo en crítica amigable y convenida.

–Obediencia a las consignas de la Casa (periódico, grupo). Carentes de todo proyecto cultural, como ya he dicho, los grupos de comunicación y los periódicos españoles no emiten consignas propiamente dichas a los críticos: se limitan a establecer un embrollado sistema de listas blancas y negras conforme a las cuales se hinchan o se omiten las novedades de colaboradores afines y no afines. En este punto, no vale la pena extremar la paranoia conspirativa: se trata de la más vulgar y mecánica miseria humana, con frecuencia incrementada hasta la caricatura por los intereses comerciales.

–Falta de referencias para comprender la creación más joven. Es éste un reproche grave, respecto al que todo crítico deberá mantener se alerta, y que plantea la conveniencia de buscar mecanismos de regeneración por parte de quienes regentan los espacios en que la crítica opera. La mayor virtud que puede adornar a un crítico es el olfato para lo nuevo, y no sólo para “lo bueno”; su mayor hazaña será la construcción de un lenguaje de acogida para la recepción de aquello que, por dilatar el campo de la sensibilidad establecida, carece todavía de un registro público. Con todo –y como no he dejado de decir en más de una ocasión–, una de las funciones menores de la crítica, puestos en lo peor, sería la de actuar como obstáculo, como frontón mediante el cual la sociedad y la época se defienden de las transgresoras innovaciones del joven artista. Éste se forjará, para bien y para mal, en la perseverancia y en la entereza que emplee ya en imponerse, ya en adaptarse a las convenciones con que la crítica de su tiempo lo juzga.

Jaime Siles

A un crítico la credibilidad se la da sobre todo su práctica, es decir, lo que ha hecho, el modo en que viene desempeñando su oficio. Otra cosa son los mandamientos que cada crítico tenga como suyos y para sí, porque eso no constituye un método sino una doctrina. Mi doctrina personal como crítico se ha regido por los siguientes principios: en primer lugar, intentar entender la obra tanto si me gusta como si no, tanto si satisface mis intereses como si se encuentra en los puntos opuestos de mi poética. Creo que el crítico es un mediador, alguien que conoce las propiedades, los elementos constitutivos de un producto, y que intenta hacerlo trasmisible desde su propio juicio a los demás. Un crítico debe ponerse en la piel del autor al que juzga y preguntarse si ha conseguido o no los objetivos que en esa obra se propone, y si los medios han sido los adecuados para ello. El juicio de valor no me interesa. Creo que la crítica además de estar bien escrita y digo esto porque soy un crítico sui generis, porque también soy creador, no un crítico estricto, sino un poeta y ensayista que hace crítica literaria, pero la crítica literaria es un género muy específico, como la poesía y dentro de ella, de la poesía que nos llega en traducción, lo que obliga no sólo a juzgar el texto del poeta traducido, sino también la textualidad de la traducción.

2. Sí, cualquiera que tenga formación adecuada para ello y los criterios de gusto suficientes y que fuese capaz de trasmitirlo podría ser crítico literario. De hecho, cualquier lector a su modo lo es. Ahora bien, como en todo hay unas exigencias mínimas: creo que un crítico literario debería tener una amplia formación intelectual y un profundo conocimiento de la historia y de la teoría literaria que le permitiera situar una obra en el horizonte no sólo de su género y de su propia lengua sino de su propia tradición. Es decir, debería dar su latitud y longitud.

3. A veces nos juzgamos en exceso, porque tenemos una serie de periódicos importantes que cuentan con su propio suplemento cultural, donde funciona el juzgado de primera instancia, porque aquí se da noticia de la existencia de libros mucho antes de que lleguen a las universidades y Academias. Si comparamos la situación de España con la de otros países, hay que destacar, a favor, que los suplementos culturales españoles dedican una especial atención a la crítica de la poesía, que está abandonada a su suerte en muchos países. La novela es el género al que más atendemos aunque hay otros dos géneros importantes, el teatro y el ensayo, que sufren una especial desatención. En cambio, esos dos géneros tienen mucha más importancia en países como Alemania, especialmente el teatro.

4. En general, creo que las acusaciones contra la crítica que aquí se mencionan lo que denuncian son todos los riesgos, pero la respuesta más clara la da Cicerón cuando, animado por su amigo Ático a dedicarse a la historiografía, le expone las dificultades y problemas que encontrará. El problema no es la independencia literaria o no, o la falta de referencias, o los compromisos o los academicismos, sino que lo único que debería importar en la crítica literaria es la independencia de criterio, de manera que la forma de luchar contra estos vicios sería acuñar un método y un modo para defender y mantener dicha independencia de criterio.

Darío Villanueva

La credibilidad de un crítico radica en la autoridad que posea por sí mismo. La crítica se compadece mal con cualquier ejercicio de ventriloquia. En última instancia se trata de un arreglo entre lectores: entre ellos se le reconoce a uno en concreto voz propia, autorizada, para hablar de literatura. Es una obviedad: el fundamento de la crítica es la lectura y la impresión que deja en el que la lee. En esto, todos los lectores, críticos o no, somos iguales. Más aún: el crítico que no reacciona ante la obra como un lector genuino se parecerá más a un burócrata. Tampoco veo su papel como el de un dómine con palmeta. La crítica en cuanto juicio y valoración no debe tener un fundamento normativo y doctrinal, sino rigurosamente fenomenológico. El mejor crítico sería el que transmitiera su enjuiciamiento como la consecuencia implícita en el análisis de los porqués de su impresión. Y para ello, es inexcusable la forma de la obra. Si todavía existe el arte de la literatura, no consiste en otra cosa que en lo que Coleridge definía como las mejores palabras en el orden mejor.

2. Cualquier lector puede, efectivamente, ser crítico. Y de hecho, por lo general, lo es: si lee atentamente y es capaz de desgranar los entresijos de su propia lectura e investigar en las causas de sus impresiones como lector. Claro que luego, si quiere ejercer, no podría ser ágrafo: deberá comunicar su experiencia mediante la escritura. De todos modos, la lectura atenta, que se puede ejercitar y perfeccionarse, debe ir amparada por ciertos saberes. Me resulta difícil concebir un ejercicio crítico cabal sin el apoyo de la historia literaria, de los fundamentos generales de una poética y sin el comparatismo, que permite trascender las fronteras lingüísticas de una sola literatura.

3. No dispongo de suficiente información como para tanto. Admiro la crítica anglosajona a través del “Times Literary Supplement”, pero me resulta muy difícil extender mis apreciaciones a la de otras lenguas. De todos modos, leyendo los libros de los críticos extranjeros que se expresan también en la prensa, los suplementos y las revistas literarias, no acabo ni con complejo de superioridad ni con baja autoestima.

4.–Excesivo academicismo: Admito que a la crítica académica (donde milito) se le vea debajo de la puerta la patita del academicismo, pero no a la crítica profesional o “militante” (“crítica pública” la llamaba N. Frye), o la crítica, con frecuencia tan interesante, ejercida por los propios escritores sobre las creaciones de sus pares.

–Falta de conocimientos académicos: Admito que a la crítica no académica se le pueda achacar semejante cosa, pero a lo mejor maldita la falta que les hacen tantos conocimientos académicos si sus lecturas son atinadas y competentes.

–Dependencia del mercado: Ése es el gran problema, probablemente sin solución, al menos por el momento. Raymond Federman, hace ya un cuarto de siglo, advertía que la responsabilidad de la crítica era entonces “hacer la distinción, marcar la diferencia entre libros y no-libros”. Pero para cumplir semejante compromiso hay que estar pendiente del mercado: para desenmascarar a los segundos, por muy best-sellers que sean, y para que no pasen desapercibidos los primeros.

–Amiguismo y compromisos: Es verdad que a veces, ante determinadas críticas de obras previamente leídas por mí cuya euforia no atino a comprender, acabo reparando en que le coeur a des raisons que la raison ne connait pas.

–Obediencia a las consignas de la Casa (periódico, grupo): Hice mis pinitos en la crítica hacia 1973, recién licenciado, de la mano de Pepe Batlló, director de Camp de l’arpa. Desde entonces hasta hoy, en que ya peino canas, nunca jamás nadie me transmitió ninguna consigna, ni en Barcelona, ni en Madrid, ni en la American Book Review, ¡qué quieren que les diga!. Como decía aquel personaje de Billy Wilder en Some like it hot, “nadie es perfecto”.

–Falta de referencias para comprender la creación más joven: En todo caso, irá por parroquias. Habrá críticos con las tupidas anteojeras del establishment y otros con mayor curiosidad; de hecho, los hay. A título de ejemplo, puede valer el que en 2006 un título como Nocilla Dream de Agustín Fernández Mallo haya obtenido el eco que sin duda merecía.

Vicente Luis Mora

En mi blog, hace unos meses, pregunté por “la crítica que queremos”, y multitud de escritores y críticos llegamos a unas conclusiones que intento respetar a rajatabla. Resumidas: lectura completa, comprensiva y sistemática del libro, conocimientos culturales amplios y profundos de literatura (española y de otras tradiciones), estudio complementario sobre el autor cuya obra puntualmente se analiza, ver el libro como un todo, dedicarle tiempo de reflexión, obviar sus valores de mercado, tener conciencia de la crítica como ejercicio artístico, valoración no descriptiva, reducir al mínimo la inevitable parte subjetiva, y constituirse en una crítica democrática e independiente, que no repita los errores de la institucional, mediática u oficialista.

2. En un ensayo que saco ahora, y fijándome en los ejemplos mejores, como Conolly, el Dr. Johnson, Bloom, Sainte-Beuve o Eliot, entre otros (¿qué otros modelos imitar, sino los mejores?), propongo un mínimo algo radical, disculpen: el crítico debería ser tanto o más culto que el escritor más culto de su tiempo. Si el libro plantea epistemes que uno desconoce (medicina en Martín Santos, tecnología en Gibson o Pynchon, filosofía en Musil, estética oriental en Valente, Maillard o Aguado), el crítico tiene dos opciones: callarse o adquirir un mínimo saber antes de emitir juicio al respecto. Añádale un mínimo conocimiento de teoría de la literatura. Además, hay que saber leer. Eso es lo más difícil: no puede estudiarse.

3. Sería insincero si dijera que conozco la del resto del mundo; leo crítica literaria occidental, y eso en sí mismo es una reducción drástica. Desde luego le digo: casi cualquier profesor universitario norteamericano tiene, no sé si más conocimientos, pero desde luego menos prejuicios y un modo más global de entender el hecho estético que sus homólogos españoles. Salvo excepciones, los mejores críticos patrios –véanse los ejemplos de Masoliver, J.J. Heffernan, M. Casado, Fernández Porta, Cuesta Abad, entre otros–, tienen una importante formación en el extranjero, por lo común anglosajona.

4. Excesivo academicismo. Y tanto. Dentro de la universidad española hay joyas, que nunca son las que vemos. La crítica que más me interesa hoy suele estar extramuros de la universidad.
–Falta de conocimientos académicos. Interesante denuncia: sugiere que en España la crítica académica puede desconocer o usar mal hasta los rudimentos filológicos.

–Dependencia del mercado. Inapelable. Hasta una mala crítica con foto puede volverse comercial. Vénganse a Internet, es casi gratis.

–Amiguismo y compromisos. La buena crítica debería superar la amistad y la animadversión. Eso sí: los compromisos son pútridos en todo caso.

–Obediencia a las consignas. Si pudiera contar la mitad de lo que sé… Vénganse a Internet, no hay casas, el grupo es uno mismo.

–Falta de referencias para comprender la creación más joven. Cierto también. Un crítico de un suplemento, en un gesto que le honra, se hizo la autocrítica recientemente en este sentido.

(En la foto: Ignacio Echevarría)