El día de hoy, en su columna de Perú 21, Alonso Cueto ride un breve homenaje al escritor colombiano Gabriel García Márquez, con motivo de los 80 años de su nacimiento:
Una de las eternas discusiones de los lectores es la que se refiere a la categoría de un escritor. El adjetivo de 'clásico' se reserva, en estos casos, a muy pocos escritores, la mayor parte de los cuales ya está muerto para cuando se les otorga la credencial de tales. 'Clásico' es el escritor que ha encontrado, desarrollado y legado un camino nuevo en la narrativa; el que ha descubierto posibilidades nuevas en el idioma y, sobre todo, el que ha fundado un universo. Me parece que la corrección narrativa es una virtud que muchos escritores (aunque desgraciadamente no todos) logran. Solo algunos, en cambio, logran crear un lenguaje y, por lo tanto, un universo propio. Son aquellos cuyos nombres usamos cuando nos referimos a una situación de la vida: 'kafkiano', 'quijotesco', 'dantesco', 'proustiano'. Son los que han creado universos a imagen y semejanza de sus obsesiones: Faulkner, Joyce, Mann y muchos otros.
Me parece que en América Latina hay un puñado de narradores que han logrado la condición de clásicos. Mañana, aniversario ochenta del nacimiento de García Márquez, no podemos dejar de recordar todas las frases que este clásico nos ha dado: "Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento..", "que me han matado, niña", "don Aurelio Escobar, dentista sin título y buen madrugador.". Las cito de memoria, la que es también una buena lectora. Hay otras frases: "piedras enormes como huevos prehistóricos", "los acantilados del dolor"; y hay algunas imágenes: mariposas amarillas, niñas que se elevan hacia el cielo, una abuela desalmada contando el dinero junto al burdel donde trabaja su nieta. Gran parte de su éxito comercial se ha debido a su lado 'mágico', el que muestra una América Latina llena de mitos y de milagros. Sin embargo, estoy seguro de que el libro suyo que va a permanecer, el que es su obra maestra no es Cien años de soledad sino El amor en los tiempos del cólera, un gran texto de madurez. La historia de Florentino Ariza, Fermina Daza y Juvenal Urbino lleva los milagros anunciados en Cien años de soledad a la vida real: la espera fructífera del amor imposible. Y es también una de las más grandes reflexiones que existe sobre los grandes hechos de la convivencia humana: el matrimonio, la amistad, la confianza, el amor.
Creo que los nombres de los escritores nunca son casuales. Es curioso que la mezcla de sus apellidos integre ese lado terrestre que da el García con la aristocracia del Márquez. En esa mezcla, están cifradas las dos grandes vertientes de cualquier gran obra: la integración del lenguaje culto y del lenguaje popular, de la verdad y de la forma, de la tierra y el cielo. El raro poder que tiene la narrativa para recrear la vida emana a borbotones en sus novelas y relatos. En cada lectura, sus libros renuevan ese poder que recibimos sus lectores.