07 November 2006


LA CRÍTICA MIOPE

Hace algunos días llamé la atención sobre el papel de la crítica y los reseñistas de los medios escritos con respecto a las publicaciones recientes de algunos autores. Pero no solo en este medio habían aparecido estos reparos contra la función de la crítica periodística. Ya Gustavo Faverón, en su momento hizo un llamado de atención sobre una reseña de Olga ¿Rodriguez? sobre la novela de Ampuero. Por su parte, Víctor Coral también se había manifestado en un post sobre la seriedad de esta reseña. Ahora le toca el turno a Iván Thays, quien ya en días anteriores había manifestado su incomodidad sobre la reseña de Maribel ¿de Paz? sobre la novela del mismo Ampuero. Ahora Iván tuvo la brillante idea de postear un texto del escritor norteamericano John Updike llamado "Reglas para reseñistas": Ahi van los consejos y ajústense los cinturones los reseñistas:

I

Intenta entender qué es lo que el autor deseaba hacer y no lo culpes por no lograr lo que nunca intentó.

II

Da citas literales suficientes, al menos un fragmento largo, de la prosa del libro de tal modo que el lector del reseñista pueda formarse su propia impresión, que pueda seguir su propio gusto.

III

Más que ofrecer nebulosas precisiones, confirma la descripción del libro con citas del libro, aunque sean de una sola frase.

IV

No te alargues en la descripción de la trama y no cuentes el final (Cómo me asombré y me indigné cuando, inocente yo, descubrí que los reseñistas blableaban,y con la sublime impericia de señores feudalesborrachos tratando una revuelta de campesinos, sobre las vueltas de tuerca de mi escritura, repleta de suspense y sorpresas. De hecho, e irónicamente, los únicos lectores que se acercan a un libro como lo desea el autor, sin contaminar por un conocimiento previo de la trama, son los detestados reseñistas. Y, años después, el bendito loco que elige el volumen al azar en una librería).

V

Si el libro te resulta deficiente, cita un ejemplo del mismo autor o de otro sitio que explique qué es lo bueno. Intenta comprender el fallo. ¿Seguro que es del autor y no del reseñista?

VI

A estos cinco puntos concretos debe añadirse un sexto, más vago, que tiene que ver con mantener una pureza química entre el productoy el que lo alaba. No hay que aceptar reseñar un libro con el que se está predispuesto en contra o al que la amistad obliga a estar a favor. No hay que imaginarse como el guardián de ninguna tradición, ni como abanderado de ningún estilo, ni como guerreroen la batalla ideológica, ni sentirse una oficinade correcciones. Nunca, nunca (John Aldridge, Norman Podhoretz) se debe intentar poner al autor “en su lugar”, ni convertirlo en un peón en una partidacontra otros reseñistas. Reseñar el libro, no la reputación.Someterse a cualquier hechizo, poderoso o débil, que el libro tenga. Mejor alabar y compartir que culpar y negar. La comunión entre el reseñista y su público es basa en la asunción de que hay ciertos placeres en la lectura y todos los juicios deben llevar a tal fin.