15 November 2006


LA CRÍTICA, ESA FEA PALABRA

El día de ayer martes, en su habitual columna semanal, Alonso Cueto plantea algunas observaciones sobre la función de la crítica literaria en nuestros medios. Cueto afirma:

La crítica literaria, de cine y de teatro siempre me han interesado y alguna vez las he practicado. Eso sí, creo que un crítico no es un lector privilegiado. Sin embargo, si escribe en un medio, debería tener una formación académica importante y una personalidad lo más centrada posible. Nadie le pide objetividad absoluta, pues sus materiales (libros, películas, piezas teatrales, etc.) tienen que ver con la vida. Una crítica neutral, desligada de las obsesiones del autor, es imposible e indeseable.

Y comentando algunas ideas de John Updike sobre las reseñas literarias, que Iván Thays había anotado en post, Alonso añade:

El tema fundamental de Updike es la defensa del placer que sentimos al leer o ver una película u obra de teatro. En nombre de ello, una crítica debería incluir, más allá de sus opiniones y comentarios, ideas interesantes, frases sugestivas y un buen nivel de redacción. Una crítica debería ser un texto interesante que nos diga algo o mucho más que su opinión ceñida y puntual.


El lector juzgará si los críticos locales cumplen con algunos o todos estos requisitos. A mi juicio, contamos con un puñado importante de críticos serios. Pero quiero recordar una anécdota. En una ocasión, hace algunos años, un crítico de cine de una publicación local hizo un comentario violentísimo de una película peruana, donde cargaba las tintas a la persona del director. Cuando me encontré con uno de los encargados de la edición y le pregunté por qué habían publicado un texto tan pobre y, a mi juicio, injusto, me dijo que yo tenía razón. La película es buena, me respondió, "pero lo publicamos porque a los lectores les gusta ver sangre".

Después de leer estos lucidos comentarios y de verificar la guerra que se viene desatando por parte de algunos periodistas "serios" y "académicos" con respecto a la función de la crítica, me animo a pegar un comentario qie hice en el blog de Gustavo Faverón sobre la reseña del vacuno profano con respecto a la antologiá Toda la sangre:

Hace unos días leí también la reseña a la que aludes en tu post y me sorprendió también la supina ignorancia del autor con respectos a los Estudios culturales. Sin embargo, quiero hacer incidencia en un grave error que comete dicho cuadrúpedo mamario sobre el supuesto "análisis" de la antología publicada. El error radica en forzar el marco teórico del "culturalismo" -para utilizar el mal termino del vacuno- de manera tal que encaje en el análisis forzado de un texto cuya única finalidad es aportar a la comprensión del fenómeno de violencia a través de una antología de textos, desde diferentes perspectivas, que recrea los años del fanatismo terrorista que se vivió en nuestro país, teniendo en cuenta, para dicha selección, los criterios estéticos y culturales que deben reunir los mismos. Y este error no es propio del anónimo que se esconde bajo los mugidos del cuadrúpedo, sino de gran parte de "críticos" que abordan un texto literario con "anteojeras académicas". El primer punto de partida que debe asumir un crítico que se respete es seleccionar un marco teórico que se adecúe a un análisis adecuado del texto y no lo contrario. De no existir un marco teórico único, lo más aconsejable es asumir una metodología heterodoxa que permita realizar un análisis del texto desde varios aristas, como lo propone el crítico sanmarquino Carlos García-Bedoya (no el cuasi homónimo).Por otro lado, la reseña en mención peca de pretenciosa a través de una "jerga seudo-académica" que solo sorprende a aquellos lectores "profanos" cuya cultura se reduce a la lectura de revistas y separatas sesgadas y desinformadas.Ante tanto mugido "seudo-académico" solo nos queda pedirle a Beto Ortiz que realice las pesquizas correspondientes para desenmascarar al anónimo vacuno. Por lo pronto, Gabriel Ruiz-Ortega, en un post que colgué en mi blog (www.amoresbizarros.blogspot.com)hizo una importante revelación. Asimismo, el tufillo pro-revolucionario del crítico vacuno explica en gran parte su anonimato. Si hay algo que defender y justificar con respecto a la demencia senderista sobre los años de violencia, que se haga con apellido y nombre propio y dejar de escudarse bajo anónimos evidentes.