08 May 2008

ENTREVISTA A PABLO SIMONETTI


SOBRE LA RAZÓN DE LOS AMANTES

En la sección cultural del diario La República, Pedro Escribano entrevista al escritor chileno Pablo Sominetti acerca de su nueva novela La razón de los amantes (Ed. Planeta), en la que se presenta la historia de una triángulo amoroso entre dos esposos y un amante gay. En la misma, Simonetti se refiere al mundo que se recrea en la novela y afirma algo en lo que muy pocos estarían de acuerdo: que hoy por hoy se respetan más la privacidad e intimidad de las personas (o quizá los chilenos sean más respetuosos, en todo caso). Los dejo con algunas preguntas:

–¿El tema, las relaciones homosexuales, empieza volcarse a la novela latinoamericana?

–No sé, esta novela es algo tan personal y nacida de mis propias preocupaciones que me cuesta ponerme en una especie de panorama literario latinoamericano. Lo que sí creo es que da cuenta de los tiempos que vivimos en Latinoamérica en cuanto hay cambios de valores y en los que situaciones como esta se dan y no necesariamente tenemos un marco claro de humanismo por el cual guiarnos.

–¿Hay más comprensión?

–Cada vez se respeta más la privacidad, la intimidad, el individuo, y aunque las políticas no terminan de dar cuenta de estas posibilidades, a nivel social, no hay una condena y una reprobación como existía 15 años atrás.

–¿En la historia íntima, no has descuidado lo político?

–Siempre he pensado que la pequeña historia puede dar miradas iluminadoras sobre la gran historia. La gran historia es un condicionante importante y primordial en cómo los personajes se comportan. Nosotros no tenemos la libertad que creemos tener. Vivimos dentro un tiempo, un mundo, un espacio de ideas dominantes que nos condicionan.

–Diego es una sazón en el matrimonio de Laura y Manuel.

–La solución perfecta de ese problema me dijo un escritor argentino (risas).

–Pero la relación fracasa.

–En la visión del futuro y la visión del amante como una solución a este problema, hay una ingenuidad muy grande porque uno piensa, primero, que no van a existir los sentimientos. Pero, segundo, siempre surgen los sentimientos. El fracaso proviene del hecho de pensar de que uno puede llevar estas relaciones sin comprometerse emocionalmente. Y yo creo todo lo contrario. Cuando uno tiene un amante, lo que está buscando es correr hacia la frontera, busca cruzarla, para y quizás saltarla, cruzarla. Está buscando una solución de futuro para sí mismo.

–Al final de la novela, Laura se queda sola. ¿Castigas a Laura? ¿Misoginia?

–No. Para mí Laura es un personaje muy particular, no tiene que ver nada con la idea de la mujer en general. Ella en la novela es una mujer manipuladora, interesada en el dinero, la posición social y que busca en el matrimonio como una manera de instalarse en la sociedad. Podría pensarse que hay misoginia y homofobia, porque Diego tampoco queda bien parado. Pero no. Lo que sí me parece es que los dos, independiente del género y la opción sexual, son personas que está armadas con armas sociales, como el cinismo, la manipulación. Creo que el que es castigado en la historia es Manuel, por su ingenuidad, porque creer en el hombre, en el ser humano. Es víctima del individualismo salvaje.