DOS FRAGMENTOS DE DANIEL COSSÍOS
El jueves pasado, junto con Gabriel Rimachi y el artista gráfico Miguel Det, tuvimos la ocasión de presentar el libro Breve bestiario peruano, de Daniel Cossíos. El día de hoy, Daniel me envía dos fragmentos de su libro (acompañado de ilustraciones) para que los lectores tengan una idea del libro en mención, que por cierto es altamente recomendable y se constituye en una rara avis en la tradición literaria peruana:
EL MAPINGUARI
La selva amazónica es el hogar de un buen número de criaturas cuya existencia sólo se sospecha y que son el objeto de estudio de la criptozoología, o ciencia de los animales escondidos. En ese ámbito el mapinguari es uno de los seres más espectaculares.
Aunque la mayor parte de los testimonios sobre mapinguaris provienen de Brasil, también se escuchan en el Perú y Bolivia. La reconocida folklorista Mildred Merino de Zela ubica a este monstruo en la región selvática de Iñapari, en el departamento de Madre de Dios1. Según la autora se trata de “un enorme y corpulento animal de un solo ojo y con las patas traseras como de buey, pero terminadas en garras”.
El aspecto exacto de esta criatura es un misterio. Los relatos populares lo describen muchas veces como un homínido de unos dos metros de alto que camina erguido, con grandes garras y de olor pestilente. Los más audaces le añaden un solo ojo en el rostro, pies con los talones hacia adelante y una boca a la altura del estómago. Las explicaciones más científicas lo muestran como un gigantesco y terrestre perezoso2, una especie remanente de épocas prehistóricas.
1 Merino (1986) lo llama Mapinguay.
2 Quien ha estudiado más seriamente a esta criatura es el ornitólogo David Oren, de la Universidad de Harvard.
EL YAUGUNTURO
Como para muchos otros animales, hay leyendas que explican la relación de los armadillos con el ser humano. Alguna cuenta por qué los aguarunas comen armadillo. Otra por qué los machiguengas no lo comen. Ciertos relatos muestran cómo llegó ese animal a ser insumo para fabricar charangos.
Una historia sharanahua narra que fue un armadillo de seis patas el que, al cavar más profundo de lo acostumbrado, permitió que los demonios suban de vez en cuando a molestarnos1.
La explicación machiguenga de la aparición del armadillo gigante, también llamado carachupa mama, es una de las más coloridas: Pachacamue, un hombre machiguenga, tenía el poder indeseado e incontrolable de transformar a la gente en especies nuevas de animales o plantas. Cada vez que pronunciaba una palabra sin significado conocido alguien tomaba la forma de un nuevo ser que llevaría ese nombre. Así, al decir “monos” y “sachavaca” transformó a sus sobrinos en los primeros simios y tapires de la historia y lo mismo hizo con otras personas. Su cuñado Yaugunturo, convencido del peligro que representaba para la humanidad, decidió matarlo. Lo hizo, lo decapitó y enterró la cabeza pero ésta, bajo tierra, llegó a pronunciar el nombre de su victimario. El que se creía nuestro salvador se vió entonces convertido en el primer yaugunturo o armadillo gigante2.
1 Historia recogida por el autor en la región de Purús, Ucayali.
2 La transformación de Yaugunturo es contada en El Hablador, de Vargas Llosa (1987). El escritor, sin embargo, se equivoca al describir al yaugunturo (mamífero del orden de los Edentados) como a un insecto: con antenas y alas.
El jueves pasado, junto con Gabriel Rimachi y el artista gráfico Miguel Det, tuvimos la ocasión de presentar el libro Breve bestiario peruano, de Daniel Cossíos. El día de hoy, Daniel me envía dos fragmentos de su libro (acompañado de ilustraciones) para que los lectores tengan una idea del libro en mención, que por cierto es altamente recomendable y se constituye en una rara avis en la tradición literaria peruana:
EL MAPINGUARI
La selva amazónica es el hogar de un buen número de criaturas cuya existencia sólo se sospecha y que son el objeto de estudio de la criptozoología, o ciencia de los animales escondidos. En ese ámbito el mapinguari es uno de los seres más espectaculares.
Aunque la mayor parte de los testimonios sobre mapinguaris provienen de Brasil, también se escuchan en el Perú y Bolivia. La reconocida folklorista Mildred Merino de Zela ubica a este monstruo en la región selvática de Iñapari, en el departamento de Madre de Dios1. Según la autora se trata de “un enorme y corpulento animal de un solo ojo y con las patas traseras como de buey, pero terminadas en garras”.
El aspecto exacto de esta criatura es un misterio. Los relatos populares lo describen muchas veces como un homínido de unos dos metros de alto que camina erguido, con grandes garras y de olor pestilente. Los más audaces le añaden un solo ojo en el rostro, pies con los talones hacia adelante y una boca a la altura del estómago. Las explicaciones más científicas lo muestran como un gigantesco y terrestre perezoso2, una especie remanente de épocas prehistóricas.
1 Merino (1986) lo llama Mapinguay.
2 Quien ha estudiado más seriamente a esta criatura es el ornitólogo David Oren, de la Universidad de Harvard.
EL YAUGUNTURO
Como para muchos otros animales, hay leyendas que explican la relación de los armadillos con el ser humano. Alguna cuenta por qué los aguarunas comen armadillo. Otra por qué los machiguengas no lo comen. Ciertos relatos muestran cómo llegó ese animal a ser insumo para fabricar charangos.
Una historia sharanahua narra que fue un armadillo de seis patas el que, al cavar más profundo de lo acostumbrado, permitió que los demonios suban de vez en cuando a molestarnos1.
La explicación machiguenga de la aparición del armadillo gigante, también llamado carachupa mama, es una de las más coloridas: Pachacamue, un hombre machiguenga, tenía el poder indeseado e incontrolable de transformar a la gente en especies nuevas de animales o plantas. Cada vez que pronunciaba una palabra sin significado conocido alguien tomaba la forma de un nuevo ser que llevaría ese nombre. Así, al decir “monos” y “sachavaca” transformó a sus sobrinos en los primeros simios y tapires de la historia y lo mismo hizo con otras personas. Su cuñado Yaugunturo, convencido del peligro que representaba para la humanidad, decidió matarlo. Lo hizo, lo decapitó y enterró la cabeza pero ésta, bajo tierra, llegó a pronunciar el nombre de su victimario. El que se creía nuestro salvador se vió entonces convertido en el primer yaugunturo o armadillo gigante2.
1 Historia recogida por el autor en la región de Purús, Ucayali.
2 La transformación de Yaugunturo es contada en El Hablador, de Vargas Llosa (1987). El escritor, sin embargo, se equivoca al describir al yaugunturo (mamífero del orden de los Edentados) como a un insecto: con antenas y alas.