El día sábado, en la edición de la Revista Somos, encontramos cuatro interesantes reflexiones sobre el caso del asesino de Virginia Tech, Cho Seung-Hui. Tito Castro, Carlos Iván Degregori, Farid Kahhat Y Sandro Venturo presentan sus impresiones sobre este caso que ha conmocionado a la comunidad internacional.
En su intervención, Castro señala como posibles causas de la matanza la cultura del “existismo” que impera en Norteamérica, mediante la cual se predica la cultura de los “winners” frente a los “loosers”, condenando a los últimos a una frustración y fracaso que deviene en conductas antisociales y destructivas.
Por su parte, Degregori destaca el carácter mediático de la matanza, que incluye no solo el envío del material audiovisual del asesino a una cadena televisiva, sino también la difusión que se hizo del mismo como un espectáculo periodístico. Además, el antropólogo advierte que, si bien es cierto en toda sociedad existen sujetos enajenados y dementes, solo en EEUU el acceso a armas de fuego es fácil e inmediato. Basta ser mayor de edad y tener una tarjeta bancaria, si la compra es por Internet (Recordemos el documental de Michel Moore, Bowling for Colombine). Ante ello, el gobierno norteamericano, lejos de imponer una política restrictiva con respecto a la posesión y uso de armas de fuego, busca una solución que no colisione con los intereses de la Nacional Riffle Asociation, la cual ejerce una fuerte influencia sobre la política americana.
Asimismo, Farid Kahhat señala la presencia de varios factores. Por una lado, el tema de la libre tenencia de armas en Estados Unidos, pero por otro lado, la política de miedo y de temor que difunde cierto sector dominante de la sociedad norteamericana, generando una cultura paranoica. Agrega, además, que es más fácil perder la cordura cuando se es un individuo aislado y solitario, como es el caso de Cho Seung-Hui, que cuando se tiene una red de amistades que puedan ayudarnos a sobrellevar esta soledad.
Finalmente, Sandro Venturo explica que las verdaderas razones es el espíritu belicista y violento de la sociedad norteamericana. “La cultura del aniquilamiento destruye a sus líderes por dentro y por fuera. No solo mueren gringos en una misión perdida en Irak; también mueren, por las armas, sus estudiantes, que en apariencia no tienen nada que ver con la guerra. Estados Unidos se presenta ante todos nosotros, los terrícolas, como una sociedad paranoica que produce víctimas dentro y fuera de ella.
A todas estas reflexiones, quisiera agregar las siguientes:
1. En todas las informaciones que nos vienen del país del norte no existe ningún reclamo, por parte de la sociedad civil, para poner en la agenda nacional el tema de la libre posesión de armas de fuego. Como me contaba un amigo cercano, en Estados Unidos puedes tener un tanque con misiles en el garaje de tu casa si tienes el dinero para comprarlos. Unas de las primeras medidas que debe adoptar el gobierno, al margen del poder que ejerce la Asociación Nacional del Rifle, es la restricción y control con respecto a la libre venta y posesión de armas de fuego.
2. No existe una autocrítica por parte del gobierno norteamericano en cuanto a la política belicista y violenta que imparte dentro y fuera de su territorio. Una sociedad que ejerce un genocidio sobre un país invadido, como es el caso de Irak, no tiene autoridad moral para reclamarles a sus ciudadanos una conducta pacífica y tranquila.
3. Siempre que aparecen este tipo de psicópatas se busca explicar sus conductas violentas y destructivas con análisis del perfil psicológicos del individuo, cuando en realidad todo sujeto es producto de la sociedad en la que se desarrolla. Una sociedad exitista, consumista, alienada y violenta, ¿qué clase de ciudadanos puede esperar? Alguien podrá decir que lo mismo que se le critica a la sociedad norteamericana se le puede efectuar a la europea; sin embargo, en Europa no encontramos la presencia constante de este tipo de psicopatías, al menos no con la frecuencia y el grado del país del norte.
En verdad, podríamos esgrimir muchas reflexiones más, pero nada de ello frenará esta clase de acontecimientos mientras que Estados Unidos no realice un “mea culpa” sobre la clase de sociedad que fomenta y la cultura violenta que cultiva y reproduce.
En su intervención, Castro señala como posibles causas de la matanza la cultura del “existismo” que impera en Norteamérica, mediante la cual se predica la cultura de los “winners” frente a los “loosers”, condenando a los últimos a una frustración y fracaso que deviene en conductas antisociales y destructivas.
Por su parte, Degregori destaca el carácter mediático de la matanza, que incluye no solo el envío del material audiovisual del asesino a una cadena televisiva, sino también la difusión que se hizo del mismo como un espectáculo periodístico. Además, el antropólogo advierte que, si bien es cierto en toda sociedad existen sujetos enajenados y dementes, solo en EEUU el acceso a armas de fuego es fácil e inmediato. Basta ser mayor de edad y tener una tarjeta bancaria, si la compra es por Internet (Recordemos el documental de Michel Moore, Bowling for Colombine). Ante ello, el gobierno norteamericano, lejos de imponer una política restrictiva con respecto a la posesión y uso de armas de fuego, busca una solución que no colisione con los intereses de la Nacional Riffle Asociation, la cual ejerce una fuerte influencia sobre la política americana.
Asimismo, Farid Kahhat señala la presencia de varios factores. Por una lado, el tema de la libre tenencia de armas en Estados Unidos, pero por otro lado, la política de miedo y de temor que difunde cierto sector dominante de la sociedad norteamericana, generando una cultura paranoica. Agrega, además, que es más fácil perder la cordura cuando se es un individuo aislado y solitario, como es el caso de Cho Seung-Hui, que cuando se tiene una red de amistades que puedan ayudarnos a sobrellevar esta soledad.
Finalmente, Sandro Venturo explica que las verdaderas razones es el espíritu belicista y violento de la sociedad norteamericana. “La cultura del aniquilamiento destruye a sus líderes por dentro y por fuera. No solo mueren gringos en una misión perdida en Irak; también mueren, por las armas, sus estudiantes, que en apariencia no tienen nada que ver con la guerra. Estados Unidos se presenta ante todos nosotros, los terrícolas, como una sociedad paranoica que produce víctimas dentro y fuera de ella.
A todas estas reflexiones, quisiera agregar las siguientes:
1. En todas las informaciones que nos vienen del país del norte no existe ningún reclamo, por parte de la sociedad civil, para poner en la agenda nacional el tema de la libre posesión de armas de fuego. Como me contaba un amigo cercano, en Estados Unidos puedes tener un tanque con misiles en el garaje de tu casa si tienes el dinero para comprarlos. Unas de las primeras medidas que debe adoptar el gobierno, al margen del poder que ejerce la Asociación Nacional del Rifle, es la restricción y control con respecto a la libre venta y posesión de armas de fuego.
2. No existe una autocrítica por parte del gobierno norteamericano en cuanto a la política belicista y violenta que imparte dentro y fuera de su territorio. Una sociedad que ejerce un genocidio sobre un país invadido, como es el caso de Irak, no tiene autoridad moral para reclamarles a sus ciudadanos una conducta pacífica y tranquila.
3. Siempre que aparecen este tipo de psicópatas se busca explicar sus conductas violentas y destructivas con análisis del perfil psicológicos del individuo, cuando en realidad todo sujeto es producto de la sociedad en la que se desarrolla. Una sociedad exitista, consumista, alienada y violenta, ¿qué clase de ciudadanos puede esperar? Alguien podrá decir que lo mismo que se le critica a la sociedad norteamericana se le puede efectuar a la europea; sin embargo, en Europa no encontramos la presencia constante de este tipo de psicopatías, al menos no con la frecuencia y el grado del país del norte.
En verdad, podríamos esgrimir muchas reflexiones más, pero nada de ello frenará esta clase de acontecimientos mientras que Estados Unidos no realice un “mea culpa” sobre la clase de sociedad que fomenta y la cultura violenta que cultiva y reproduce.