29 April 2007

ENTREVISTA A ANTONIO MASOLIVIER


ALGUNOS APUNTES SOBRE LA CRÍTICA LITERARIA

El día de hoy, en el edición del suplemento El Dominical, aparece una interesante entrevista, realizada por Alonso Rabí do Carmo, al crítico español Antonio Masolivier, en la cual se refiere a la "delicada" labor de la crítica literaria. Una entrevista donde se abordan temas que deberían ser tomados muy en cuenta por aquellos "reseñistas" que fungen de críticos en algunos diarios de circulación nacional. He extraído algunas preguntas que abordan, precisamente, lo que vengo señalando:

Sobre usted circula cierta leyenda negra, la de un crítico muy temido, ¿es eso cierto?

El que era un verdadero verdugo era más bien Ignacio Echevarría, yo soy un crítico duro, pero con criterio. No suelo meterme con gente joven ni con escritores que recién empiezan, eso me parece cruel. Solo soy duro con los escritores que, a mi juicio, tienen un prestigio inmerecido. No pierdo mi tiempo leyendo best seller, así que no me molesto en criticarlos, pero si alguien pasa por gran escritor y realmente no lo es, allí sí arremeto.

Una crítica dura no deja de revelar cierto interés del crítico.

Al menos en teoría sí. Yo recuerdo que una vez alguien de la Real Academia fue muy duro con un libro mío, pero le dedicó una página completa del ABC. La verdad, yo quedé encantado. Yo reconozco que al comienzo uno es un poco exhibicionista y quiere salir a destrozar a todo el mundo, ser un enfant terrible como Ignacio Echevarría, pero al paso de los años uno toma las cosas con más calma. En mi caso, además, soy escritor y sé lo difícil que es este oficio. Me parece injusto, entonces, que un crítico destroce porque sí un libro que costó dos o más años de trabajo.

Un viejo lugar común identifica al crítico con la figura del eunuco. ¿Qué le sugiere esto?

Yo siempre digo que un crítico debería ser escritor también, porque el crítico que solo hace crítica tiene una visión parcial de las cosas. Ahora, desde otro punto de vista esto puede parecer un poco exagerado, ¿no?, de hecho hay grandes críticos, gente que ha hecho grandes creaciones en la crítica, porque esta es también un género también un género. Hay personas que leen mis comentarios en La Vanguardia y no leen el libro, lo que les hace gracia es la forma en que escribo. Me parece válido leer a un crítico solo porque tiene un buen estilo.

¿En su caso particular, qué cosas busca al analizar un libro sobre el que tiene pensado escribir?

Hay una regla de la que he hablado siempre: un escritor tiene un proyecto y ese proyecto puede ser ambicioso o mediocre. Mi preocupación, entonces, es esa, encontrar el proyecto que hay en el libro. Si considero que el proyecto es mediocre, pues lo más seguro es que el libro lo sea también; pero si es un proyecto ambicioso, lo que trato de ver es si entre el proyecto y la obra hay distancia
, porque escritores con proyectos ambiciosos a veces no logran plasmarlos. Me interesa analizar la tradición en la que se inscribe cada autor y su originalidad o sus aportes a esa tradición. Eso permite adivinar qué lee el escritor. A propósito, hay escritores que solo leen autores contemporáneos, que no han leído a Joyce u ni siquiera El Quijote, y eso me parece grave.

¿Qué es lo peor que ha dicho de un libro?

Pues no lo sé, he dicho tantas cosas ya (risas). En cierto ocasión critiqué un libro de Lucía Etxevarría, el que ganó el Premio Nadal y creó que lo califiqué bastante mal, pero luego he hablado mejor de otros libros suyos. Fui duro también con La reina del sur, de Pérez Reverte, pues me molesta que un escritor visite un mes un país –México, en este caso- y ya crea que sabe todo sobre él. Hay que ser un genio como Vila-Matas para lograr eso: Si Pérez Reverte fuera más humilde y aceptara que tiene suerte en tener talento para escribir para tanta gente y ganando millones, pues estaríamos todos contentos. Para mí él es el ejemplo de alguien que pasa por gran escritor y no lo es. No se le puede exigir a todo el mundo que escriba como Cervantes; tampoco todos los lectores son lectores de Cervantes ni tendrían por qué serlo. Pero el escritor que se cree más de lo que es, ese sí que me irrita.

¿Sus escritores españoles de cabecera?

En esencia, menciono a tres, sin orden: Enrique Vila-Matas, Álvaro Pombo y Javier Marías. Para mí son intocables.