Siempre he disfrutado de la ironía de los grandes escritores; es decir, la ironía sutil, fina, inteligente, ingeniosa, sugerente, despiadada, lapidaria. Por ejemplo, la ironía de Wilde, cuando afirmaba que “los sufrimientos del alma se curan con los placeres del cuerpo”; o la ironía de Borges, cuando decía que “los periódicos deberían publicarse cada cien años”; o, en todo caso, la ironía de Martín Adán, cuando cantaba en sus Poemas underwood: “No quiero ser feliz como los otros, no quiero ser feliz con permiso de la policía”. Sin embargo, los intentos de ironía ordinaria, chabacana, ramplona y huachafa que pretende ensayar el narrador Gabriel Ruiz me ocasiona, en el mejor de los casos, vergüenza ajena.
No me voy a extender en este post, como sí lo ha hecho nuestro insomne escritor, dado que en mi caso sí respeto mis horas de sueño, debido al trabajo que desempeño. Solo quiero examinar, DESPUES DE PASARLO A LIMPIO, el primer párrafo que ha escrito Gabrielito para que los lectores se den cuenta del grado de maltrato a las reglas de redacción y escritura que ha derrapado nuestro “calichín” de la narrativa peruana última.
Gabriel Ruiz escribe:
“Hace unos días recibí varios mails del escritor y editor Max Palacios en los que me advertía del hecho que no vuelva a escribir más de él puesto que iba a recibir una respuesta contundente, y como yo soy tan miedoso, y con mayor razón si se trata de Bizarrito Power, pues me dije que no hablaría ya nunca más de él porque no quiero someterme a su férula intelectual, a su ironía rebuscada y a su indignación académica”.
En lo que debería escribir:
“Hace unos dias, recibí varios mails del escritor y editor Max Palacios, en los que me advertía del hecho DE que no vuelva a escribir más SOBRE él, puesto que iba a recibir una respuesta contundente, y como yo soy tan miedoso (y con mayor razón si se trata de Bizarrito power), pues me dije que no ESCRIBIRÍA nunca más SOBRE él porque no quiero someterme a su férula intelectual, a su ironía rebuscada y a su indignación académica”.
Como se puede apreciar, solo en el párrafo inicial se pueden observar 10 ERRORES, entre puntuación, ortografía y gramática. Si pasamos a revisar los errores de estilo de todo el texto, este post se volvería interminable. Basta anotar oraciones como:
“Yo solo veo una pequeña gran diferencia entre…”.
O construcciones como:
“…y su indignación la canaliza a través de los criterios más rastreros e insultantes”.
¿Pueden haber criterios “rastreros”?, o ¿criterios “insultantes”? En todo caso, creo que Gabrielito se refería a ARGUMENTOS, intentando adivinar el pensamiento del redactor.
Y esto ya es el colmo del atropello verbal:
“También grita que la reseñista es una persona que no goza de la lectoría…”.
¿Se puede gritar en un texto escrito? Gabrielito, Gabrielito: Word de Microsof ofrece un corrector de textos!!! Debió anotar: “reclama”, “resalta” o “despotrica”.
Me pregunto, ¿vale la pena continuar destripando este texto? Creo que no. No vale la pena. Ahora entiendo por qué su ex-amigo decía: “Este chico escribe con los pies”.
En fin, lo único que puedo concluir, sin ánimo de ofender, es que nuestro “Rey del atentado contra las reglas de redacción”, debería tomarse unos talleres de redacción en algún Cenecape de nuestra capital. Es más, podemos iniciar las gestiones para conseguir una media beca en algún instituto de prestigio, con el fin de evitar el castigo verbal que reciben los lectores de su alicaído blog (LAS FOTOCOPIAS DE LOS LIBROS MENCIONADOS VAN DE MI PARTE).