19 February 2008

RESEÑA DE POEMARIO

polisexual DE GIANCARLO HUAPAYA

Por: Rodolfo Ybarra

Giancarlo Huapaya ha publicado la plaquette electrónica “Incertidumbre” (2004) y el libro reversible y bifronte “Estado de Contemplación” y “Canción de Canción Se Gana” (Hipocampo Editores, 2005), en el que ya había indicios y un derrotero accidentado de lo que se viene denominando hace buen tiempo el neobarroco (o neobarroso, según sea el caso).
Antes de revisar el libro que nos ocupa, quiero adelantar que esta categoría me parece insuficiente como “premisa conceptual”, sobre todo cuando se trata de libros poéticos donde el discurso se ve situado (y sitiado) por una temática que no sólo recala en la provocación, sino que plantea una subversión (y sumersión) pornopoética o en su extremo pornoversicular, a un paso quizás del pornotractatus, si revisamos con meticulosidad a Wittgenstein, a quien quisiera acercar como “padrino” y mecenas ideológico de lo que tengo que decir.
Asimismo, así como insuficiente, es también excesivo para muchos casos donde el solo hecho de alterar el orden escritural tiene que aceptarse a regañadientes bajo este paraguas que no sé por qué extraña razón está siendo cobijo y parapeto para proyectos fracasados y para vicios poéticos evidentes, por eso el descreimiento y la duda cartesiana de una mayoría que requiere mayores pruebas y exige la exposición, tipo abarrote de la hybris. Felizmente no es este el caso y por eso me he atrevido a desmenuzar, con los peligros que esto acarrea, su contenido.
“Polisexual” plantea no sólo una reconstrucción del género masculino, tal y como afirma Roberto Echavarren en la contratapa, que se queda en lo aparente o las evidencias del crimen poético acometido, entiendo que esto último también es posible por razones de espacio y de apertura donde no debe agotarse las explicaciones y donde sólo debe haber indicios. Esto último no es una afirmación propia sino una conclusión rebatible (la contratapa no es un buen lugar para decir lo mejor que se tiene que decir, de repente en cuestiones capciosamente publicitarias sí lo sea. Desconfío de esto y no creo que sea necesario, salvo para vender más libros o generar atención, a veces inmerecidas). Sino que sobrepasa la estela biológica (hombre-mujer-animal) para ubicarse en el plano de las cosas o el orgasmo impropio de los juguetes sexuales, los aparatos de inventiva retorcida de las dominatrix y de los dominados o sometidos masocos o enmasocados, no violados sino seducidos (no de seducción sino por ortoconjugación de sedición). Ah, claro, también del voyeur, quien quizás es el que más goza, por eso la razón de este libro que podría también, según la imaginación y la altura intelectual, tomarse como un juguete sexual de infinitas posibilidades, sobre todo si se enrollara el libro en forma de cono. Lastimosamente ahora nos vamos a remitir al texto y vamos a tratar (intentona indesligable) de dejar el elemento libido, cuasi lascivo y concupiscente, a un lado.
El libro arranca, y no en primera sino en tercera o en cuarto cambio con el título: “Calle desnudos de una vez por todas las veces” (p. 7), e inmediatamente la primera llamada con el número “1”: ¿Qué es tener una mente abierta? Pregunta el poeta, no en su “arrechura” sino en su estro poético que quiere empezar con pie derecho antes de despojarse las primeras prendas, quiere allanar el camino al lector, o entregarle un escalpelo o consolador para que él mismo (el lector, el escritor se da por descontado) se dé cuenta de que al coger el libro e iniciar la lectura está también sujeto a una seducción y a unas reglas que son tácitas y que no se cuestionan sino que se aceptan en silencio: Mil gramos desinfectados desinhibidos mil vulvas arrogantes encimadas/ mil perchas subliman hidratando miles se cuelgan ventilados miles (ya)/ militan como alfombras. La piel asexuada se acaricia.
En “La Fiebre del Oro”, metatextualmente el remitente es el juego sexual clásico y setentero llamado lluvia dorada o en su original “The Golden Rain” donde se describe la curva de Gauss o parábola que ejecuta el orín al expelerse del cuerpo; recuerdo alguna película porno en la que la Cicciolina se deleitaba y simulaba nadar sobre el líquido de varios acompañantes. Leamos: Cae crecido Cae el oro esplendente/ nutricio nervoso desmesurado/ refrescante en perfecto refreno Ingrávido en sus hebras Indiscreto/ obligando oblicuar Venas bergantes/ pronunciando ahogo/ parálisis Fresca laguna en fango al pie de la mina. Por cierto la palabra “orín”, de referente necesario dentro de un glosario escatológico, aparece aquí subvertido y desliteralizado, hay que hacer un pequeño esfuerzo visual para conseguir literalmente la palabra o.r.í.n. y en todo el poema ciertas letras en negritas nos van a decir lo siguiente: Cae Ingrávido Venas Fresca. Ese OR. Orín. Orín. Orín. Orín.
Lo novedoso no es precisamente la estructura ya usada por poetas como Apollinaire o E. E. Cummings, sino la situación impropia en la que el poeta parece (o simula) orinar sobre el lector, el cual debe hacer otro breve esfuerzo para darse cuenta de esta situación, no sé si incómoda –para algunos–, pero sí sorpresiva: cuesta perfecta delimitando espacios/ es / un riachuelo germinando espesor.
En “Voy Euritmia” (p. 9), hay un elemento coprolálico que es producto –imagino y deduzco– de una relación contranatura –recordemos la imagen de la mantequilla en “El último Tango en París”, obviamente la pulsión de estos últimos tiempos nos hace ver esta película como si fuera un cartón para niños–, o en su defecto de una descripción anal: ¡dónde mierda no es más grande! ¡dónde mierda está agujereado!/ grandioso sir ojuelo encajado por la resolución imantada/ baboseo férvido término inferior/ se irrita y ve velo/ fidedigna vellosa ábrela toda, descuajo/ cargando al setenta y cinco por ciento/ por cierto striptease no retórico en vivo al rojo/ vivo / explícito/ foco tungsteno / incandescente / duro / denso / y sube y baja y baja y sube/ hada de asentaderas reincidentes rebosa tachos agachadita / y re, re, re, re y re.
En “Antinovenomandamiento” (p. 11), por antonomasia al “no cometerás adulterio” del decálogo entregado a Moisés, se presenta a los swingers o parejas intercambiables que se alejan del concepto de propiedad y respeto burgueses para entregarse a una frenética búsqueda del placer epicureano y, también, cireneico, la necesidad natural de la aventura y el rol intercambiable y corporativo comunistoide, socialistoide, recordemos los matrimonios corporativos de los años sesenta, los hippies y sus comunas donde los padres y las madres de uno lo eran también de todos, emulando a las manadas de elefantes. Es decir polisexual también en el terreno de la “poligamización” en analogía a la polinización, el efecto de recorrer tantas “plantas” posibles y ayudar al florecimiento. Leamos: Normal. Lazo, sí, quién. Res –adagio-/ norte ama su traba –a fichas-a jugadores-/ y pervivimos- por pares-por duplicidad-por complicidad/ contornos con resalte la transgresión-amistades-amantes/ salteando camastro-carrusel/ decoro manejo, collage cicerone –disparidad-/ disfrute primo ante mortal, di promesa de amor de/con otrora/ sobremanera otrora (o) uno sumamente otro/ ahora ante hecho ninfas endógenos/ ahogos tísicos variantes/ mano a mango-mano, mango, mano, mango, mano, mango, mango,/ mano, mango, mango, mango, mango/ muchísimo gusto:/ el primer derritiendo/ del, saludo deshielo desvergüenza/ staff se apretó/ strip botón desflora/ primer cuartro y ocho/ en las extrema pieles/ de los intramusculares/ intercambiados/ manoseándose sesudos/ profusos un convite/ en swing rebozado/ de ríos lenguas es lo mejor amistades, calados sofá al frente y yacer más zambullida/ la voltean bolsa agua/ la juntan clamor y humareda/ la cena senos apisona/ pulgar anular exprime/ pieza pezón dedo, hacia baba, concurren entre dientes/ mientras la sinfonía jala cabellos,/ arreando arrechas/ arrebatados hard core/ chorreadas ajenos de aplausos rebotes/ de swingers intrínsecos mojados/ delegados dando, dando, des matrimonio/ goce y goce atentos.// Reguladas, piernas ventilador/ hombro abdominal/ de nudos hincapié enterrados intrusos/ ajetreados largos/ bocas en segunda/ bi, trío, contra/ contáctanos y manda foto.
En “Momento Pisó” (p. 13), hay una atmósfera típica del francés menage a trois (pido disculpas a los francófobos, pero no encuentro una palabra mejor, la palabra “trío” me suena delincuencial) donde un hombre es enfrentado sexualmente a dos mujeres o una mujer a dos hombres, no se descarta la conjunción y participación de otros sexos; recuerdo el trisexualismo planteado por algunos compañeros de generación, esto en torno a los cromosómicos XY y XX y al cromosoma XYZ de los peces. No descarto esta tendencia bizarra como opción poética y en algunos casos física. El poema nos da muchos visos, lamentablemente es posible, y por ello, debido a la polisemia que haga una interpretación diferente y libre. Apunto: Momento tres un cuarto/ Citando “amaneceres taxi hotel experimentales”/ cuando justo después en el baño…vamos ignoto (u) (i) (e) (a)/ (consonante) llamada activa desde esa esfera/ ecuménicos: seres-cosas/libremente libre cuerpo/ liebre aguda/ móvil: musicalidad/ entre usted entren todos/ entre nos (éntrenos) discurso: pose/ poseído poseedor (y línea cinco)/ posaderas oración dos: gloria/ al padre al hijo y al espíritu santa/ cuidado naranja: ácidos cuitados/ asido ilimitado tarjetero breve ha sido el breado.// El clima: poema de poses para tricomía./ Polémicos, consumen a puertas abiertas/ clave vital vista en tres momentos: baile. Taxi, habitación.
“Te lo pido abrir” (p. 14), es un poema de petición, una oración religiosa al deseo sexual, a la penetración lasciva y violenta, una ordenanza y grito hormonal, (pida y se os dará): Abrir viólame donde quieras. Cúbrete anónima con las miradas fieras./ Encanalla mi cuerpo con tus pieles perversas. Entúrbiame vil calor de daños/ triunfales. Lascivo hoy. Es sentir prolongo// desvergonzado/ con crudeza a flor/ hasta abrir mi piel.// Te deseo ahora mi Abrir de solo verte entraño tus garras violentas de/ luminoso cualquier sitio. Hondonada abierta muy sadista para tus nombres/ descendentes declinados mordaces/ tus herramientas tus/ herramientas/ ovante entras lacerando mi boca masoquista/ mi punición tu lengua/ punitivo gratuito con creces porque me lo merezco// Viólame entre tus delicados de dominatriz/ por favor suplico alabándote maltratamiento/ maltratamiento poseso a cordones de desgarro juvenil/ desgajando ropones múltiples destructivos/ ay Abrir hay/ me estremezco y tiemblo jugoso/ flagelo narcotizado embestidor rugoso a terso a simado a rotoso/ hay.// Abrir bio-lame entre espasmos al acabar mi sequedad/. Viólame de bondage. Mírame de latex/ Mima mis ataduras de maniatado con problemas de circulación/ lámeme las marcas y cambiemos de rol. Etc.
“Oralah ah ah ah ahah” (p. 16), “oralohoh ohoh” (p. 18), y “Posición por oralidades” (p. 19), son textos dentro de la experiencia del fellatio y el cunnilinguis, el uso de la lengua como instrumento de catación y proyección placentera, no olvidemos que el beso es la emulación primaria de la forma en que los primeros humanos alimentaban a sus hijos, y que el primer impulso del sentido de la vida es la mecánica del lactante sobre el seno de la madre, el chupar, el lamer y por extensión el besar o viceversa.
En “Conjunto de pequeñas muertes empolvadas” (p. 20) hay una coreografía de elementos que danzan en torno a una cópula o polvo (enamorado).

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