Un efecto es todo aquello que es desencadenado por una o varias causas. Encarna lo irremediable y lo ineludible. El efecto Trasnalia de Giovanni Quero (Editorial San Marcos, 2008) se erige, en ese sentido, como la reacción textual del impacto con una realidad que nos sitia sigilosamente y nos condena al cambio, a la mutación, pero sobre todo a la sospecha del hombre sobre el hombre.
La primera característica de esta reacción es que utiliza un discurso crítico en el marco de un contexto global, común a todos, que evidencia su complejidad, pero a la vez su desintegración. De este modo, en El efecto Trasnalia las historias se desarrollan en la medida que se condicionan por un modo de búsqueda, lo que determina precisamente la singularidad de cada relato: los siete textos se constituyen como una exploración específica y al mismo tiempo encierran una sola. La utopía del encuentro con uno mismo y con el mundo es la única certeza.
La obra se nos muestra no como un objeto concreto, palpable, portador de un mensaje reconocido al instante, sino como el anclaje de la palabra generadora de impulsos y efectos, donde la cosificación de los hombres se elabora a partir de un lenguaje cargado de un acertado ironismo que adopta una toma de postura crítica frente a una valorización negativa del ser, revelando la decadencia de la sociedad moderna claramente representada en arquetipos humanos susceptibles al efecto desencadenante de la alienación.
Quero apela a una visión cosmopolita, es decir, al manejo de diversas referencias culturales desde una mirada posmoderna, lo que establece una correspondencia con la utilización de un lenguaje fragmentado. En todo caso, estamos ante un conjunto de relatos que se resisten a la extensión de la frase y apelan a la demarcación explícita de la escenificación de los hechos narrados. De este modo, el tipo de secuencialidad puede identificarse como una forma de montaje teatral o fílmico, lo que implica una reordenación o reestructuración particular de los elementos que componen su estructura. La sensación de parcialidad o relatividad nos remite a una escritura a medias, donde el inicio y el final son dos coordenadas suprimidas por un discurso que pretende mostrarse siempre en pleno movimiento. La fragmentación también yace en las dimensiones emocionales de los personajes, puesto que lo pasional linda con el desapego, la apatía, el instinto calculador. Lo pasional no se manifiesta, pues, en un lenguaje lírico o en personajes o acciones que despliegan gran intensidad, sino más bien desde la ficción dentro de la ficción o lo que puede identificarse como el "efecto trasnalia": el poder o la fuerza de una naturaleza nueva, renovada, dispuesta mutar para superar su antigua condición.
Los hombres se construyen para llegar a su difuminación, el propio acto de aprehender al hombre-objeto conlleva a su dispersión, al desafío del reconocimiento de su naturaleza, al placer de lo incontenible, de lo dado; en otras palabras, nos conduce a la metáfora de las formas, donde éstas finalmente se confrontan para luego transformarse.
Así, El Efecto Trasnalia convierte esta sensación de la época en un complejo entramado entre lo virtual y lo real donde se erige la metáfora de la identidad posmoderna que pretende elaborar sus contornos, sus límites y extensiones a partir de la relatividad, lo paradójico, el culto a la transformación, al devenir como una modalidad -quizás la única- de sobrevivencia. De este modo, el autor de El Perú contra el diablo y El Maestro del Go incursiona en nuestro medio literario, el cual, creemos, dará una buena acogida a esta primera entrega provista de interesantes aciertos.