FALLACE ESCRITOR PERUANO
Conocí a José Adolph a través de sus cuentos y sus artículos en la revista Caretas y su repentina partida ha dejado consternado a muchos amigos suyos. El día de hoy, en la sección cultural del diario la República, Jorge Díaz Herrera realiza una semblanza del desaparecido escritor:
Demasiado pronto para tener la serenidad que exige la semblanza del amigo que partió. José B. Adolph falleció el 20 de febrero, a las once de la mañana, y sus restos fueron cremados a las cuatro de la tarde, obedeciendo su deseo. Su agonía fue una noche de repentinos dolores intensos. Un derrame interno causó su partida. Hacía poco, los males que lo aquejaban habían empezado a alejarse, y él, ya con la alegría de sentirse recuperado, volvió a ser el fumador irónico, inteligente, repartiendo buen humor. ¿Fue el canto del cisne?
Reímos mucho de su última estancia, efímera, en un sanatorio, donde un paciente le ofreció publicar su obra completa y postularlo al Nobel. Reímos también de los momentos en los cuales él se sentía al borde de la muerte y "ahora, cómo me ves" saltando en un pie.
Difícil encasillar la obra de José B., donde se mezclan lo terrible con lo humorístico, lo explicable con lo inexplicable, lo inusual con lo cotidiano: un escritor amplio y complejo, singular, de imaginación desbordante. Molière sostenía que lo mejor para destacar la belleza es colocarla junto a la fealdad. Y en la creación de José B. Adolph esta premisa es una constante.
Autor de múltiples repercusiones. Creador de argumentos y de ideas. Prosa breve, incisiva, directa, sin ripio ni banalidad retórica. Escritor culto, de prosa elegante, limpia, precisa. ¿Un testimonio de su valor artístico? Sus más de veinte premios literarios, la traducción de su obra a diversos idiomas, el interés de los jóvenes escritores por hallar en sus conversaciones lo que ellos buscaban.