ESCRITOR ESPAÑOL LLEGA PARA RADICAR EN LIMA
La entrevista que el día de ayer le hizo Enrique Planas, en la sección Luces de El Comercio, al escritor español Hernán Migoya, es una de las más honestas, entretenidas y desenfadadas. El escritor, dentro de muy pocos días, estará en Lima para presentar su ultimo libro: Putas es poco (Planeta, 2007). Los dejo con la preguntas más candentes:
Pocos temas más literarios que el de la prostitución...
Sí. La prostitución es un gran tema. Es la venta de uno mismo. Me interesa mucho el tema de la mujer como traidora y del hombre como traidor de sí mismo. He llegado al punto en que en mis cuentos la palabra "prostitución" tiene una aplicación general. Creo que todos en el fondo somos putas, todos nos prostituimos por algún motivo.
Todos tenemos un precio...
Ya no solo eso. ¡La mayoría estamos deseosos de vendernos! Eso es lo más triste. Ni siquiera hay un distanciamiento, sino una humillación constante, sea laboral o sentimental.
Tanto así que, en la portada, tú mismo encarnas a una 'pin up' violentada...
Lo que quería con la portada era yo mismo adquirir esa máscara de prostituta para aligerar el tono, reírme un poco del tema. Era una forma de decir "no soy machista", nunca lo he sido. Yo soy el primero en considerarme puta.
La verdad es que el resultado es sorprendente...
Sabía que era una portada que si no se hacía bien, no funcionaría. Probablemente, si hubiera sido mujer no sería atractiva. Sin embargo, lo hicimos muy bien, incluso demasiado bien. La gente piensa que se trata de una mujer y encima me dicen que está buenísima y que les excita mucho. ¡Eso me crea más de un trauma! (ríe). No sé si despertarlos de la ilusión.
Por un lado, en tus cuentos uno encuentra cultura popular, prostitución y violencia. Por otro, una exploración sobre la niñez y la pureza. Curiosa dualidad...
Sí, tengo una dualidad. Esa cosa muy discreta, emotiva, intimista e introspectiva que, de repente, se repliega cuando el cuerpo me pide escribir con más furor. Dentro de "Putas es poco" hay cuentos que, si se leyeran fuera de contexto, la gente que me conoce a nivel público no los relacionaría conmigo.
(...)
¿Tu fascinación por lo 'freak' tiene algo que ver con tu amor por el Perú?
¡No! (Ríe). Para nada. Mi amor por el Perú tiene que ver más con la búsqueda de la naturalidad en las personas. Lo he pensado mucho tiempo, desde el primer viaje que hice hace tres años. En sociedades supuestamente desarrolladas como España te obligan a deshumanizarte hasta un nivel angustiante. Aquí se vive una angustia continua, de tensión permanente, al mismo tiempo que un distanciamiento entre las personas. Y en el Perú hay una cosa extraña. Quizás porque estáis más protegidos de la invasión del pensamiento políticamente correcto, hay una mayor naturalidad en las personas. Esa forma de vivir al día, el disfrutar las cosas, de improvisar el placer, es algo inconcebible en Europa, donde todo está calculadísimo. Eso me fascina y sorprende. En el Perú he vivido muy feliz.
Uno de tus cuentos, "Jirón de amor", sucede en el Perú, en un lugar muy parecido al Jirón de la Unión. Es la primera vez que cuentas la historia de una prostituta desde la primera persona...
¡Esa prostituta tenía que ser peruana! Yo las admiro. Me parecen personas admirables, gente muy digna y valiente. Convertir tu cuerpo en mercancía y encontrarte con ocho desconocidos al día me parece una valentía extrema. Y eso solo puede provocarme admiración. Me gusta la gente valiente.
¿Cómo fue la investigación para construir ese personaje? Es una de las mujeres más tiernas del libro.
Hay en ese cuento el recuerdo de la miseria que pude ver en Lima, en las invasiones y en mi viaje a Pucallpa. Después de esa experiencia, por primera vez me sentí capaz de meterme en un personaje como ese. A mí me sigue sorprendiendo lo tiernas que son las mujeres que se dedican a la prostitución, o que tienen vidas duras. Es la mirada del hombre la que presupone un endurecimiento del alma. La mujer siempre es un pozo de sorpresas.