EXPONEN LIBROS DE ESCRITOR ARGENTINO
Han escuchado el dicho "Dime qué lees y te diré quién eres". En mis años universitarios, la mayor parte del tiempo me la pasaba hablando de libros leídos y por leer,y cuando conocía a alguien podía establecer sus coordenadas a través de sus lecturas. Además, cuando leía alguna entrevista a un escritor célebre, ponía atención a las lectura que citaba y si se veían interesantes, corría a la biblioteca o a la librería tras el libro citado. Acabo de leer en la sección Luces de El Comercio la noticia de una exposición, inauguradad el día de hoy en Barcelona, LOS LIBROS DE CORTÁZAR:
BARCELONA [EFE]. Libros dedicados de Neruda o García Márquez, poemarios con garabatos en español y francés, o volúmenes que conservan sorpresas en su interior son algunos de los objetos que se muestran desde hoy en la exposición "Los libros de Cortázar", en la Fundación Círculo de Lectores de Barcelona.
Formada por más de 4.000 documentos, fundamentalmente libros y revistas, la biblioteca de Cortázar fue donada, en la primavera de 1993, por su viuda y legataria universal, Aurora Bernárdez, a la Fundación March, que la conserva en Madrid y que ahora da a conocer en Barcelona, a través de una pequeña muestra.
Javier Gomá, presidente de la Fundación March, opinó que esta exposición, que ya pudo verse en la capital española en el 2005, permite bucear en el alma y los secretos del escritor.
Aurora Bernárdez, quien viajó desde París a Barcelona para la inauguración, destacó que su marido nunca fue un coleccionista bibliófilo. "Aunque amaba los libros que había leído con placer y que, a veces, eran de ediciones discretas", dijo.
En la exposición figuran dos curiosas separatas: una que contiene un breve poema visual, titulada "720 círculos", con las instrucciones para poder leerlo, y otra en la que se recoge el capítulo 126 de "Rayuela", que su autor nunca incluyó en la novela que lo hizo mundialmente famoso.
"A Julio, tú estás por aquí en unas páginas" es una dedicatoria de Pablo Neruda de 1970, mientras que en la primera página de la primera edición de "La casa verde", de Mario Vargas Llosa, se puede leer: "A Julio y Aurora, los primeros lectores de esta novela de caballerías peruanas...".
A bolígrafo o con un lápiz, Cortázar anotaba mucho en los libros que le interesaban, a veces cortas frases como "Pinochet se los venderá a los yanquis, es lo más seguro" (en las memorias de Pablo Neruda), mientras que en otras ocasiones apostaba por una simple exclamación a pie de página: "Bello como Hölderlin", en un poemario de Pedro Salinas.
Su viuda aseveró: "Subrayaba mucho, porque establecía un diálogo con el autor, pues para él la lectura era una forma de relación privilegiada con alguien".
En la exposición también se da a conocer una anécdota ocurrida cuando el escritor y su esposa viajaban en tren por Italia, en los años 50, y tiraban por la ventanilla las páginas que iban leyendo de ediciones baratas de novela negra compradas en los quioscos de las estaciones. La viuda del narrador contó que Julio leía primero y luego arrancaba la página y se la pasaba a ella, que la acababa lanzando fuera del tren, porque ya no valía la pena guardarlas. "Lo importante es recordar lo leído", acotó.
Respecto a cómo se relacionaba Cortázar con los libros, Aurora respondió que era alguien habituado a pedir prestado y a prestar, que mantenía relación con el contenido de lo que leía y que no toleraba oír música o que le hablaran mientras estaba abstraído en leer.
Habitualmente, en su casa de la calle Martel de París, el argentino tenía los libros colocados en las estanterías por orden alfabético, pero sabía muy bien dónde estaban los que le importaban, aunque reinara allí el desorden.