En la sección cultural de La República, Pedro Escribano entrevista a Javier Arévalo, con motivo de la presentación de su novela (Hoy día jueves en Crisol, 8 p.m.) Gracias, Señor, por tu venganza (Editorial Planeta), una obra de corte policial ambientada en el Cusco. Las preguntas de rigor:
–Siempre te gustó el policial.
–Esta vez sí me apropié del género policial. Mi novela anterior, Él cazaba halcones, era solo un thriller para niños. Me interesan los géneros populares. Gracias, Señor,.. la concebí como un policial en el que reverberan otros contenidos, otros temas, que se desprenden de ella. Me interesa que la novela cuente y entretenga en el sentido de que quieres saber qué va a pasar.
–¿No vas a contracorriente de quienes abordan el tema de la violencia política?
–Primero, no es intencional. Creo que desde que empecé a escribir me interesó muchísimo parodiar géneros populares. Mi primer libro, Una trampa para el comandante, es una parodia de los años 60. Segundo, no creo que aquí se excluya una imagen del Perú. Si hablamos de violencia, aquí ha bajado Cristo a matar un gamonal. Para quienes no creemos en Cristo, podemos intuir que la gente, sus fieles, se encargaron de matar a ese gamonal. Sí, el Señor de la Justicia es un culto como todos los cultos peruanos pagano, herético, lascivo, como son las fiestas populares, que no son absolutamente católicas, sino paganas, casi una venganza de la cultura que todavía existe en el Perú y que fue invadida por la cristiandad.
–El sacerdote "extirpador" es del Opus Dei, ¿la novela es un codazo al Opus?
–Bueno, sí. De todas maneras hay parte de una revancha con una parte de la iglesia. La Iglesia Católica tiene su lado más perverso e inmoral en el Opus Dei.
–Alberto, el periodista, a veces no se cree ni a sí mismo.
–La novela trata de eso. Él mismo dice "yo también preferiría no creerme". A lo largo de toda la novela hay una intención de dejar en claro que todo lo que decimos son versiones, que la realidad es una representación mental, que los seres humanos construimos la realidad a partir de un discurso, que todo aquello que sabemos, que todo aquello en lo que creemos ha sido escrito por alguien y que nosotros depositamos fe en ese texto. La Biblia, el Corán, por ejemplo.
–¿Tu policial no es concesión al mercado?
–El mercado es una persona que lee. Tú eres el mercado, yo soy el mercado. En la estructura del policial como decía García Márquez hay alguien que busca algo. El Ulises de Joyce es un policial, algo busca y no sabemos qué. Encontrarlo es parte del esquema.
(Foto tomada de La República)