07 August 2007

www.elperrodelaluna.blogspot.com


BLOG-PASTICHE-LITERARIO-CULTUROSO-MUSICAL

Asi se autodenomina el nuevo blog que ha inaugurado mi buen amigo Arturo Córdova y que a partir de hoy día figurará entre los links de nuestro portal. Este blog es un collage de noticias culturales, literarias, musicales y artísticas, y además algunos ejercicios literarios, como el siguiente:


UNO

Todos estabamos sentados en torno al televisor: pantalones cortos, zapatillas roídas, manos sudorosas y la certeza de que algo tendría que ocurrir, y pronto. El verano había llegado y con él las vacaciones repletas de juegos cálidos e interminables. Perseguíamos mariposas para disecarlas, jugábamos eternos partidos de fulbito en el parque (se reanudaban las discusiones de siempre: si entró la pelota o no, el foul cometido, los goles marcados); y luego de almorzar era turno de los trompos o de las canicas o de los paseos en bicicleta explorando barrios aledaños. Esos días habían sido siempre los más esperados por todos, acabadas las duras y frías jornadas en el colegio, llegaba Diciembre con su aire fresco y el reencuentro en el parque, al pie de la gran palmera donde se planeaban los juegos a seguir. Pero ese verano, el número once de mi vida, había llegado con algunas novedades.

Primero había sido una sensación curiosa, casi un cosquilleo, un temblor creciendo lento y ascendiendo por las piernas. Luego, una sorpresa: reconocerme viéndole los brazos a la señora de la esquina, la eterna ama de casa que regaba el jardín al mediodía y nos decomisaba las pelotas de fútbol. Tenía unos brazos abundantes, blancos, que temblaban obscenos mientras recogía el pasto seco, al inclinarse, y se cernían sobre su pecho, ejerciendo presión en unos senos maternos y nutricios. La señora de siempre, a la que saludaba cada día con infantil descortesía, ahora mostrábame una faceta desconocida, temida; aunque en realidad era la misma vecina de siempre, a la luz de unos ojos desflorados que ya no le prestaban atención sino que, lentamente, descendían sorprendidos de saber que algo, como un profundo llamado animal, había despertado una erupción telúrica, y a un metro y medio de distancia del suelo.