07 August 2007

LOS CASSETTES DE GALLOSO


UN LOABLE EJERCICIO DE LA MEMORIA

Hace unos días leí en el blog de José Antonio Galloso un divertido e interesante post sobre sus recuerdos de la época de los cassetes y el walk-man. La lectura ha quedado grabada en mí dado que me ha hecho recordar algunos cosas que estaban en el disco duro de la memoria y cuyo archivo he intentando "resetear" sin mayor éxito. Y digo que he intentado resetear (borrar, para los desprevenidos) porque este recuerdo viene acompañado de la época del primer gobierno de Alan "Caballo loco" García. Junto con las cassettes y la adquisición de mi primera radio grabadora (marca Sanyo, traída de la "frontera" por mi padre) para escuchar las primeras canciones de Los Violadores, La Polla Records y Los Prisioneros, aparecen los recuerdos de la leche Enci, las colas para comprar el azucar y el famoso "pan popular" -un pan feo y negrísimo-, los apretujamientos en las interminables colas de los "mercados del pueblo", la preocupación de mi madre por conseguir el "medio kilito" de azucar o, en el peor de los casos, caramelos para endulzar el quaker con leche y mandarnos al colegio a pie, "porque tenemos que ahorrar, hijito". Una sarta de malos recuerdos que vistos en perspectiva me permiten escribir, pero que hubiera preferido olvidar y que muchos no se atreven a recordar: o porque tienen vergüenza o porque vivieron de la mamadera del gobierno aprista En fin, un post de antología que nos retrotrae a una época, también, de antología.

Dice Galloso en su post:

"A pesar de haber crecido rodeado de discos de vinilo, es indiscutible que le pertenezco a la generación de los CASETES. Mis primeros casetes fueron de rock en español, MIGUEL RIOS, CHARLY GARCIA y EL TRI me hicieron delirar una y otra vez. Había cierta magia en los casetes, el hecho poder llevarlos a todos lados sin problemas, el de poder grabar una y otra vez sobre la misma cinta, o el de poder darles un sello personal con dibujos y diseños de nuestra propia autoría, y claro, más tarde, la aparición del WALKMAN, ese aparato fabuloso y futurista que nos permitía llevar nuestra música a todos lados, aunque claro, el presupuesto que se tenía que gastar en baterías era imposible. Recuerdo que desarrollábamos una serie de estrategias para que las baterías duraran lo máximo posible, como por ejemplo, adelantar o retroceder los casetes con la ayuda del infaltable lapicero o metiendo las baterías en la refrigeradora porque no se quién diablos había dicho por ahí que así se recargaban o, simplemente, metiéndoles una dentellada con la esperanza de que nos permitieran escuchar una cancioncita más. Mis casetes eran lo máximo, aunque claro, como era todavía un cachorro y no tenía dinero para comprar todos los casetes en blanco que quería, me convertí en un ladrón, a donde iba trataba de agenciarme uno, saqueaba las habitaciones de mis hermanos sin piedad, por lo que más de una vez tuve que pagar un precio muy alto. Sin embargo, gracias a las malas artes y al sacrificio constante, mi colección de casetes creció rápidamente".