11 January 2007

ENTREVISTA AL WA

En la sección Entrevistas de Perú 21 se realiza una al artista plástico Franco Domenack, más conocido en el ambiente graffitero como el WA, que recuerda aquella voz que utilizan tanto los piuranos: Gua, paisano. A continuación, la entrevista:

¿Por qué se inclinó por el dibujo?
Me viene de familia. Mis abuelos tienen historia en el cuero repujado. Sus hijos se hicieron empresarios, pero yo sí agarré esa nota con fuerza. Con demasiada fuerza. Tuve choques con mis padres. Ellos no querían que pintara, porque me iba mal en el colegio -siempre sacaba cinco o más jalados-. Tuve que pintar el cuarto de mi mamá para que vieran que quería ser pintor.

¿Pintó el cuarto de su mamá? ¿Con qué? ¿Qué pasó cuando lo vieron?
Hice una especie de mural, cuando tenía 14 o 15 años. Se molestaron mucho. Había hecho una cosa llena de colores, a lo Munch, pero con un bebé y algo medio picassiano. Claro que entonces no sabía de esas referencias. Pero en el colegio, en Lima, sí lo pasé bacán. Vine solo y pude dedicarme a la pintura. Aprobé varios cursos dándoles cuadros a los profesores. Eran rostros descarnados, esas cosas que hace uno de joven, como si exorcizara sus miedos.

Usted estudió en Bellas Artes.
Sí. Pero costó trabajo que mi familia aceptara que quería estudiar Pintura. Me encantó estar en la escuela. Encontré a otros como yo, que querían pintar. Y El Codo, un grupo que hemos formado, es consecuencia de eso.


Con El Codo hacen mucho trabajo en la calle. ¿Por qué les interesaba eso?

Es parte de nuestro experimentar, de buscar otros soportes para pintar. La pared nos interesa porque es lo que ve la gente. Uno no puede esconder su cuadro bajo la cama ni dejarlo en casa.

Hay dibujos suyos en varias paredes de Lima. Llevan su firma, 'Wa'. ¿Cómo comenzó?

Empecé con esto pensando en intervenciones en espacios urbanos; entonces, me interesé en el grafiti relacionado con el hip hop, que se hace mucho en Lima. De hecho, los grafiteros me encontraron. No sé cómo supieron mi correo. Habían visto mis dibujos. Hicimos murales. Yo aprendí de ellos. Para mí, todo sirve. Pero yo mezclé el grafiti con algo de pintura tradicional y de otros artistas contemporáneos, y empecé a hacer mi trabajo con los chicos de El Codo.

Usted ha pintado un grafiti en un hueco en el mural que Ricardo Wiesse hizo en la Vía Expresa. Esa obra ha sido abandonada por las autoridades.
A mí no me gusta que las cosas se deterioren. O se cambian o se conservan bien. Pero no se pueden dejar así. Yo no soy un buen ejemplo ni pretendo decir cómo deben hacerse las cosas, pero ese hueco lo vi como un espacio disponible. disponible para mí. Y el resultado tuvo fuerza. Yo suponía que en algún momento lo taparían. Me llegué a enterar de que al artista no le gustó, pero yo no pinté en su mural sino en un hueco.

Pero las paredes no son suyas.
No. Es ilegal. Pero no lo hago en función de que sea legal o ilegal. Soy un científico del arte. Me interesa el soporte de la pintura. Siempre estoy pensando en soportes, en formas, colores, imágenes de donde vengo. Y, para mí, el espacio urbano es un soporte más. De hecho, a veces tengo cargo de conciencia por pintar las paredes, pero me gana el hecho de ver una buena foto de mi trabajo. Me gana ese goce.

¿A qué hora hace estas cosas?
Usted debe de eludir a los vigilantes.Sí. A veces incluso hay gente cuando las hago. Y las reacciones pueden ser diversas. Algunos me preguntan qué hago, qué significa. Pero yo no respondo. Yo dibujo -con cuatro latas y una que otra tapa- y en cinco minutos me voy. Está todo calculado.

Usted tiene este personaje, el burricornio.
Sí. Es que siempre me han gustado los unicornios, pero siempre lo vi como algo ajeno a mi entorno. En Sullana hay caballos, pero medio chuscos, y mulas. El burro es el animal del lugar. Y, al ponerle cuerno, cambia todo.

¿Nunca lo ha pescado un policía?
Sí, varias veces. A veces me han llevado a la comisaría, otras veces se han llevado mis latas, y otras veces han esperado a que me baje, pero nunca hago eso porque no tengo plata. Sí me han fichado. Pero es una falta menor. Procuro no pintar una pared de piedra.

Como el chileno que pintó un muro inca en Cusco.
Malazo. Eso es agresión. Me gusta fregar un poco, quizá crear preguntas. Nada más.

En los últimos años, los grafitis se han hecho mucho más interesantes.
Creo que la calle siempre ha tenido una voz; desde un terrorista hasta un barrabrava, pasando por un huelguista, han pintado en la calle. La pared siempre se ha usado para comunicarse con la masa. Lo que pasa ahora es que esa última hoja