15 January 2007


50 AÑOS DE LA PARTIDA DE HUMPHREY BOGART

El día de ayer, en la sección Luces de El Comercio, se recuerda a una de las más grandes figuras del cine, Humphrey Bogart, a cincuenta años de su muerte. Cómo no recordar al genial actor de El halcón maltés y el estupendo papel que realizó en Casablanca, como Rick Blaine, una película a la cual he recurrido más de 20 veces.

Algunos detalles del actor, después de estas líneas:


Humphrey Bogart era y es un mito. Pero ¿Qué es un mito?. Si miramos a nuestro alrededor podemos observar diariamente a cientos, quizá miles, de personas, todas corrientes, sin grandes alardes o características que las alejen de lo común. Bogart era también un tipo corriente. Su físico era común, su estilo normal, su habla cotidiana... nadie podría reconocer en él a un mito a simple vista.


Pese a todo ello, Humphrey Bogart es uno de los grandes iconos del siglo pasado y aún del presente. Las causas pueden ser varias: sus papeles, caracterizados por la insensibilidad, la dureza, la aspereza, el machismo, el cinismo, la crueldad, pero que muy en el fondo traslucían nobleza y aflicción, como si todas sus malas cualidades tuvieran una causa, un punto en que surgieron provocando una lucha interior en el hombre.


La mayoría de los personajes interpretados por Humphrey Bogart eran políticamente incorrectos, es decir, cualquier persona que conociéramos con esas actitudes causaría en nosotros repugnancia, y sin embargo estos personajes nos provocan admiración, deseos de imitación y siempre una especie de nostalgia y morriña al volver a contemplarlos en cada proyección, como si todos quisiéramos ser Bogart. Sus personajes dividían a las mujeres en dos clases: las malas y las tontas y, pese a ello, es un mito para millones de mujeres en el mundo.


Su mito es fruto de sus profundas contradicciones, de sus enigmas y oscuridad. ¿Qué hay de verdad en él?. Ya nunca lo sabremos pero nos basta con revisar cualquiera de sus cintas para seguir aplaudiendo cada una de sus intervenciones, esas que le han llevado a ser el actor más admirado de la historia del cine, mientras que otros más dotados han pasado la barrera del olvido y el ostracismo con la misma facilidad que Bogart superó la de la gloria.