LA PARTIDA DE UN POETA ETERNO
La noticia empezó a circular como un rumor, pero a medida que pasaban los días fue tomando fuerza y finalmente nos ha caído como una fúnebre capa de sombra y soledad. El poeta Juan Ramírez Ruiz ha muerto, pero su poesía y su verbo persisten. Ya no lo encontraremos más dándose un par de vueltas por la realidad entre Quilca y Camaná y tampoco inundará con su risa las añejas mesas del Queirolo. No lo veremos danzar más entre una lluvia de poesía y soledad, ni podrá aspirar la brisa del mar de Pimentel de su Chiclayo querido.
La última vez que lo vimos al poeta fue precisamente en Chiclayo, nuestra tierra natal, en una feria de libro. Ya era de noche y quedamos en reunirnos con Manuel Rilo, que también estaba en la feria, y el poeta chiclayano Stanley Vega. De pronto, para sorpresa nuestra, apareció Juan Ramírez Ruiz acompañado de un grupo de muchachos que eran sus fervientes devotos. Estuvimos hasta la medianoche bebiendo un licor de indefinido sabor y color. Cuando menos nos dimos cuenta, el poeta había desaparecido entre las sombras. Es el último recuerdo que guardo de este inmejorable poeta chiclayano.
Los dejo con un fragmento de poema tomado del blog de Sonia Luz Carrillo:
El único amor posible entre una estudiante en la academia de decoración y artesanía y un poeta latinoamericano
(Fragmento)
(…)
Y aquí conmigo tú me falta un brillo, tú quiero dejarlo todo
tú quiero encerrarme en la cabina de una discoteca, escuchar tú y tú
discosdespués comprar los últimos larga duración de Juan Manuel Serrat. O
mejor no
coger tres estidos, dos pares de zapatos, tú y dejar el trabajo
y largarte y dejarlo todo, mi colchón, mi mesa, mis piernas, mis manos, mis testículos y dejarlo todo, todo.
(Un par de vueltas por la realidad. Lima, 1971).