28 January 2008

ALONSO CUETO SOBRE CARVER


GORDON LISH, EL CORRECTOR DEL ESCRITOR MINIMALISTA

El día de hoy, Alonso Cueto, en su habitual columna de Perú 21, reflexiona sobre la labor del corrector y editor de Raymond Carver, Gordon Lish. Cueto hace hincapié en el trabajo de corrección de Lish, señalando que éste podría ser el verdadero genio detras de la estètica minimalista del escritor norteamericano. Sin embargo, Alonso también reconoce que cuando Gordon Lish escribía cuentos no era tan genial. Entonces, ¿si el corrector de Carver no era capaz de escribir un buen cuento y era tan malo como el pan tieso, es posible restarle méritos al autor de Catedral?

Parte del artículo dice lo siguiente:

La publicación, en 1981, de De lo que hablamos, cuando hablamos de amor y, en 1983, de Catedral, lo convierten pronto en el autor más venerado de la cuentística moderna. Iba a serlo hasta su muerte por cáncer al pulmón, en 1988.

Hasta que apareció Gordon Lish. En 1998, un artículo en el New York Times Magazine afirmaba que su editor Lish no solo editó y aconsejó a Carver sino que reescribió porciones enteras de los cuentos (al parecer, el 40% de la mayoría). Lish creó finales distintos, eliminó muchos párrafos y escribió otros famosos.

En su último número de diciembre del año pasado, la revista New Yorker publica, por primera vez, las correcciones de Lish. Leyendo los textos originales y los nuevos, podemos ver hasta qué punto Lish es, en realidad, quizá, el genio detrás de estos textos.

El New Yorker publica también una carta de Carver pidiéndole a Lish que no se publiquen los cuentos corregidos, en vista de que los amigos de Carver van a notar los cambios. La carta es lacrimosa, patética, y ridícula. Y, sin embargo, este Carver que podemos dejar de respetar pero no de querer, le había dado la materia prima a Lish para que hiciera sus correcciones.
Lish, quien también ha publicado cuentos propios, sin mucho éxito, no ha comentado sobre el tema. Quizá porque sabe que no importa quién los escribió. Seguiremos conmoviéndonos siempre con el ciego tratando de entender una Catedral en ese relato, no importa de dónde venga. Lo que cuenta son los textos, no los autores; a algunos les cuesta entenderlo.