UNA BREVE REFLEXIÓN
Este fin de semana he estado pensado sobre un tema que me ha venido dando vueltas en la cabeza durante buen tiempo. ¿Cuánta preocupación muestran los nuevos escritores o escritores jóvenes con respecto a sus futuros lectores? ¿Existe, en verdad, una inquietud por parte de las nuevas promociones literarias en relación con los gustos, preferencias y afanes de sus lectores virtuales?, ¿o es acaso la literatura una vitrina para mostrar la erudición, la vanidad y la egolatría de los jóvenes autores en detrimento del verdadero talento literario?
Y la pregunta no es moco de pavo. Me explico: hace algunos años participé en un conversatorio de narradores jóvenes y, dentro de la conversa, uno de los participantes (el más cachorro de todos) planteó como tema de discusión el de la piratería. Le recordé que si bien es cierto la piratería afecta a las editoriales y a los grandes autores, a los narradores jóvenes este tema los tenía sin cuidado, dado que a ninguno de los presentes los habían pirateado e iba a pasar muchos años para que eso sucediera (en caso de que suceda). El muchacho se exaltó y argumentó que teníamos que prever esos casos por el bien de todos.
Sin ir tan lejos, el pobre chico ya se sentía un latinoamerican writer y una próxima víctima de la informalidad limeña, y con toda la seguridad del caso puedo afirmar que este escritor joven ansiaba con todas las fuerzas que le otorgaban sus veintitantos años “fichar” por una gran editorial para publicar sus joyas literarias (que hasta ahora siguen esperando “sentados” sus lectores).
En ese mismo conversatorio, solté la idea de que muchos escritores jóvenes escribían sus textos “mirándose el ombligo” y que “estafaban” a sus lectores al generar una expectativa de buena lectura con historias que no decían nada ni contaban nada. Después de afirmar lo anterior, todo se levantaron de sus asientos para decir: “Y si mi ombligo es bonito, ¿por qué no puedo escribir sobre mi ombligo?”. Ante esta respuesta, no me quedó nada más que retirarme de la conversa no sin antes mandar a la mierda a los participantes. Cuando me invitaron para el segundo conversatorio, opté por decir que esa tarde me la pasaría rascándome la barriga mientras leían algo de Salinger.
Casos cómo el narrado hacen que uno se pregunte si existe algún respeto o consideración hacia los lectores y, si no lo existe, qué podrían reclamar las nuevas generaciones de escritores ante la falta de interés de los futuros lectores.
Y la pregunta no es moco de pavo. Me explico: hace algunos años participé en un conversatorio de narradores jóvenes y, dentro de la conversa, uno de los participantes (el más cachorro de todos) planteó como tema de discusión el de la piratería. Le recordé que si bien es cierto la piratería afecta a las editoriales y a los grandes autores, a los narradores jóvenes este tema los tenía sin cuidado, dado que a ninguno de los presentes los habían pirateado e iba a pasar muchos años para que eso sucediera (en caso de que suceda). El muchacho se exaltó y argumentó que teníamos que prever esos casos por el bien de todos.
Sin ir tan lejos, el pobre chico ya se sentía un latinoamerican writer y una próxima víctima de la informalidad limeña, y con toda la seguridad del caso puedo afirmar que este escritor joven ansiaba con todas las fuerzas que le otorgaban sus veintitantos años “fichar” por una gran editorial para publicar sus joyas literarias (que hasta ahora siguen esperando “sentados” sus lectores).
En ese mismo conversatorio, solté la idea de que muchos escritores jóvenes escribían sus textos “mirándose el ombligo” y que “estafaban” a sus lectores al generar una expectativa de buena lectura con historias que no decían nada ni contaban nada. Después de afirmar lo anterior, todo se levantaron de sus asientos para decir: “Y si mi ombligo es bonito, ¿por qué no puedo escribir sobre mi ombligo?”. Ante esta respuesta, no me quedó nada más que retirarme de la conversa no sin antes mandar a la mierda a los participantes. Cuando me invitaron para el segundo conversatorio, opté por decir que esa tarde me la pasaría rascándome la barriga mientras leían algo de Salinger.
Casos cómo el narrado hacen que uno se pregunte si existe algún respeto o consideración hacia los lectores y, si no lo existe, qué podrían reclamar las nuevas generaciones de escritores ante la falta de interés de los futuros lectores.
Felizmente este no es el caso del renovado Proyecto Quipu, donde a través de un Comité de Evaluación, se dará a conocer a los nuevos escritores peruanos todas las semanas en algunos blog literarios de nuestra blogósfera. Arriba encontrarán el primer cuento ganador de este proyecto.