19 March 2008

ENTREVISTA A HERNÁN MIGOYA


SOBRE PUTAS, VÍRGENES Y SEXO

Hoy día, en la sección de Sexo de Perú 21, aparace una entrevista de Esther Vargas al escritor español Hernán Migoya. En ella, con su habitual desenfado, el narrador español se refiere a su versión que tiene sobre las putas, el sexo y las mujeres vírgenes. Una entrevista para no perdérsela:

¿Por qué algunas mujeres nos sentimos tan mal cuando nos dicen putas?

-El temor viene asociado al hecho de que se tiene miedo a denigrar con la palabra. Hay mujeres que se definen como putas. Y eso desconcierta, pero se permite. Los hombres tenemos miedo de decirlo para no afectarlas. Todo proviene del prejuicio. Yo lo utilizo de una manera más general. Para mí, ser una puta en una mujer significa casi la esencia de la manipulación, de la seducción femenina. Es algo muy bonito. La manera clásica de seducir de la mujer, más en diagonal que frontal, es muy bonita. Los hombres somos muy frontales en nuestra conducta. A mí me enamora esa manera sinuosa de la feminidad. De lanzar las redes, seducir y conquistar.

El sexo es mejor cuando la chica de uno es bien puta en la cama. Esta frase se murmura. O se piensa, pero jamás se dice. ¿Por qué?

-Los hombres nos sentimos más complacidos definitivamente. Los hombres somos muy hipócritas. Nos encanta que las mujeres sean putas cuando están solteras. Cuando están casadas nos jode más. A nivel erótico, al hombre le excita mucho el comportamiento un poco guarro, como decimos nosotros.

El sexo lo mueve todo.

-El sexo es la fuerza más perturbadora del orden social. El sexo no es voluntario. La necesidad de sexo es involuntaria, inherente al ser humano. No es como el ser contestatario contra el poder o terrorista. Uno decide ser terrorista. Pero con el sexo es diferente. Está en todo el mundo. Es una enfermedad. Invade al ser humano sin que el ser humano lo haya decidido. No se puede controlar o no todos pueden, afortunadamente. Todas las sociedades, incluso las desarrolladas, intentan reprimir el sexo.

La gente se cuida mucho al hablar del sexo. Intenta siempre quedar bien, y lo más decente.

-A hombres y mujeres les pasa eso. Los hombres tienen miedo a declararse promiscuos, cuando la mayoría lo es. No hay nada más fácil que ser excitado por una mujer. Los hombres tenemos sexo sin necesidad de una excusa amorosa. La mujer lo tiene peor. Le da miedo ser malinterpretada o ser calificada de puta o ninfómana. A mí me da mucha lástima esa autorrepresión; no hay nada peor que sentirse señalada como promiscua.

El pasado sexual es una cruz. Mi pareja me dijo hace poco que si hubiera conocido mi currículo sexual jamás habría estado conmigo. Yo le digo que eso es experiencia, pero si pudiera me lo borraría. ¿Por qué tanto rollo con lo que uno hizo en otro tiempo?

-Yo creo lo mismo que tú. Es experiencia. Cuanto más pasado, mejor. Ser virgen no es un atractivo adicional. Tengo amigos que lo piensan, que están convencidos de que es un añadido de virtud. Yo considero todo lo contrario. Jamás me ha interesado irme a la cama con una mujer virgen. ¡Jamás! Es una pérdida de tiempo, que me disculpen. Ellas no lo van a disfrutar y menos yo. A las vírgenes con las que me topé yo solía decirles: disfrutá de la vida, tiraos a un par de hombres, al menos, y luego volvé a mí, si querés. Pero vení con un poco de experiencia. Yo no quiero ser vuestro mentor, no quiero responsabilizarme. No me apetece. Yo quiero una mujer experimentada, que disfrute al cien por ciento. No quiero estar pendiente de esa primera vez. Es estúpido. En todas las sociedades, desarrolladas o no, funciona esa mentalidad. Aparte de una cuestión de higiene y salud, no sé qué implicancia tiene el asunto.

Algunas intentan ser vírgenes como sea. Está el punto de oro o la cara de santita. Hay mujeres que evitan moverse en la cama para que no se les note que sí saben.

-Pasa bastante, pero se nota cuando una pareja de cama ha estado con muchos o con pocos. No se mueve de la misma manera. Cuando una mujer sabe hacer el amor, es impresionante. Me ha pasado: he estado con chicas que no me atraían mucho y, de pronto, hacen tan bien el sexo que no me lo podía creer. En cambio, hay chicas preciosas que saben poco o lo hacen mal y se convierten en un mero objeto masturbatorio.

Y cómo fue tu primera vez?

-Recién acababa de cumplir 18 y era virgen, lo cual era terrible. En un viaje a París me enredé con una negrita de 16 años. Nos comunicamos por señales, por la mirada. Me llevó a un subterráneo, yo tenía el corazón a mil. Creo que casi nunca el mejor sexo es con la primera persona. Hay excepciones. Pero siempre está la responsabilidad de quedar bien, lo cual no te permite disfrutar. Lo mío fue romántico y bonito. La chica tenía experiencia y me llevó directamente a desvirgarme.

El eterno debate: ¿Qué es mejor: el sexo con amor o el sexo sin amor?

-Es diferente. Sexo con amor es hacer el amor. Es más íntimo. No estás tan pendiente del morbo. Te preocupa más el cariño, darte y dar. Es otro tipo de sexo. Es mucho más desnudo, en el sentido mental. No depende necesariamente del deseo sino de amor. El sexo sin amor es impresionantemente bueno, porque no solo estás haciendo algo por puro ocio, sino que el hecho de no conocer a la persona le da demasiado morbo. Hay un redescubrimiento constante.