Hace unos días, leía en los diarios la noticia del pedido de de la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes (JIFE) de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) para que se prohíba masticar hoja de coca y beberla en infusiones. Lo primero que pensé fue que era una broma de mal gusto, pero después me fui dando cuenta que era un pedido en serio.
¿Por qué en lugar de meter las narices donde no la llaman la ONU no se encarga de solucionar el hambre y las guerras que se desatan en el África?, o ¿por qué en lugar de malgastar el dinero solicitando peticiones estúpidas no condenan la ocupación de Irak y las muertes de civiles que ha causado el genocida de Bush y compañía?
Felizmente, en una de las pocas decisiones acertadas, el gobierno ha rechazo el pedido de la ONU, respetando el derecho milenario de millones de ciudadanos de chacchar y beber en infusiones la hoja de coca.