SOBRE LA OBRA DE JOSÉ DIEZ-CANSECO
Uno de los autores capitales para poder comprender el proceso evolutivo de la narrativa urbana contemporánea es sin duda alguna José Diez-Canseco, y el aporte crítico de Tomás Escajadillo sobre el análisis valorativo de la obra de este autor es muy importante. El día de hoy, en la sección cultural de Perú 21, Gonzalo Pajares entrevista a nuestro crítico sobre la obra del autor de Duque:
¿Por que debemos rescatar a José Diez-Canseco y, sobre todo, leerlo?
En primer lugar, estoy muy unido a la figura de Diez-Canseco, a pesar de notorias diferencias ideológicas, porque mi tesis de bachillerato, de 1966, fue sobre su obra narrativa. Además, hace poco corroboré, en una investigación que hice en la Biblioteca Nacional de Chile, que entre 1930 y 1940 es el escritor peruano más conocido en Chile, Argentina y Ecuador. La crítica chilena publicó artículos y ensayos muy elogiosos sobre su obra. Lo mismo pasó con la prensa argentina, que hizo muchas referencias a su obra. No olvidemos que Duque (1934 y 1937) inauguró la Biblioteca América de la editorial Ercilla, que era, por entonces, la más importante del continente. En 1930, Diez-Canseco publicó las dos 'estampas' iniciales, que son unas novelas cortas: El gaviota y El kilómetro 83, que significan una revolución en la narrativa peruana. Similar efecto tuvo la publicación de Susy, una 'nouvelle' de Diez-Canseco que aborda el mundo infantil de la clase alta barranquina, un espacio distinto al de sus Estampas mulatas, que muestra el rostro de los seres pobres de la urbe.
¿Qué hizo que les perdiéramos el rastro a sus textos?
Sus obras sucumben, primero, al vendaval originado, en 1941, por El mundo es ancho y ajeno y, en menor grado, por Yawar fiesta (1941).¿Qué tan auténtico, real o verosímil es el mundo retratado por Diez-Canseco en las Estampas mulatas?El narrador provenía de una rama familiar que estaba en decadencia. Él quería vivir a lo grande con un sueldo de periodista. Sin embargo, tenía prosapia y la rescata en sus textos. También conoció el mundo pobre y urbano porque, cuando terminaba su trabajo, iba de jarana. Era un bohemio que se relacionaba con gente del Callao, del Rímac, de La Victoria, de Barrios Altos. Diez-Canseco ha sabido retratar, como nadie, la jocosa manera de sobrevivir de la gente pobre de la Lima de los años 30 y 40.
¿Duque es un antecedente literario del trabajo de Bryce?
No. Me consta, porque soy muy amigo de Bryce, que él no leyó Duque antes de escribir Un mundo para Julius. Es célebre la frase que dijo cuando vino al Perú, apenas publicada su novela: "Solo reconozco la influencia en mi trabajo de Duque... el problema es que no la he leído".
Pero sus trabajos describen el mismo mundo, el de la clase alta limeña.
Eso lo he señalado en las dos recopilaciones que he preparado sobre la obra de Diez-Canseco y en numerosos textos críticos. Sus coincidencias, como diría Cortázar, son 'mágicas' porque no hay dos novelas que usen los salones del Country Club, la tendencia al uso de galicismos y anglicismos.