10 March 2008

LIPOVETSKY Y LA SOCIEDAD DE CONSUMO


EL HIPERCONSUMO

Uno de los pensadores contemporáneos que mejor ha ayudado a comprender la sociedad posmoderna es Gilles Lipovetsky. Libros como La era del vacío y El lujo eterno han intentado, con mucha lucidez por cierto, explicar y entender los procesos sociales que se han desarrollado en las sociedades poscapitalistas.

El día sábado, en la revista Somos, Pedro Cornejo realiza un breve análisis sobre el último ensayo del pensador francés, La felicidad paradójica. Ensayo sobre la sociedad de hiperconsumo. En dicho texto, señala Pedro Cornejo, Lipovetsky divide a la sociedad contemporánea en tres etapas: la primera, que va de 1880 hasta la Segunda Guerra Mundial está marcada por la producción en serie y la aparición de modernas infraestructuras de transporte y comunicaciones. La segunda, que está constituida por las tres décadas posteriores a la guerra, y que se caracteriza por el extraordinario crecimiento económico y la elevación del nivel de productividad del trabajo. Lo distintivo de este ciclo es la democratización de la adquisición de bienes que antes estaban destinados para un sector exclusivo de la sociedad.

El tercer y último ciclo de esta sociedad, la sociedad del hiperconsumo, de acuerdo con el análisis del filósofo francés, se desarrolla a partir de la década del ochenta de siglo pasado y se prolonga hasta nuestros días. Lo interesante de Lipovetsky, a despecho de los filósofos y pensadores pesimistas que encuentran en la sociedad posmoderna un exagerado culto al hedonismo, la individualidad y el egoísmo, es que señala que si bien está época está marcada por el hedonismo desmedido, es precisamente esa búsqueda frenética del placer lo que ha permitido acentuar el espíritu de libertad de nuestra sociedad y amenguar la enorme carga histórica con la que cargaba el sujeto posmoderno ante la caída de los metarelatos, entiéndanse las grandes utopías o fanatismos religiosos o ideológicos en el mundo occidental.

En esta última etapa, agrega el filósofo francés, el consumo está destinado a satisfacer ya no el ansia de distinción o superioridad de clase, sino más bien las necesidades emocionales, afectivas, estéticas y corporales de los individuos. Basta darle una mirada a la publicidad para tomar conciencia de lo afirmado. La sociedad del hiperconsumo, sostiene Lipoetsky, se caracteriza por acentuar una cultura hedonista, lúdica y juvenil, donde las compras se realizan para obtener experiencias subjetivas satisfactorias y donde la evasión ya no significa necesariamente, alienación sino que remite a un uso –legítimo, por lo demás- de la libertad del individuo para dejar de pensar, olvidarse de uno mismo y “desembarazarse de la carga de su historia”.

Estemos o no de acuerdo con el filósofo francés, su diagnóstico y análisis de la sociedad posmoderna es exacto y totalmente lúcido.