LA MÚSICA DE LOS MIGRANTES EN EL DOMINICAL
El día de ayer, en el suplemento El Dominical del diario El Comercio apareció un interesante artículo de Francisco Melgar sobre la música de unos de los grupos más representativos de la música chica del Perú, Los Shapis. La banda, liderada por Chapulin, el dulce, y Jaime Moreyra, prepara una gira por Estados Unidos, y además, en los próximos días, se presentará en un canal de señal abierta una mini-serie sobre la carrera musical del grupo y el impacto que causó en la grandes masas de migrantes provincianos. Los dejo con las partes más importantes del artículo, sobre todo con las declaraciones de Jaime Moreyra, que bien podrían superar el análisis de cualquier sociólogo:
UN NOMBRE DISTINTO
Una de las primeras cosas en que Moreyra y 'Chapulín' estuvieron de acuerdo fue el nombre de la banda. Para diferenciarse de los grupos asentados en Lima, cuyos nombres se inspiraban en fenómenos naturales, piedras preciosas o animales exóticos, el proyecto nacido en Chupaca tenía que hacer referencia a la provincia donde se había originado. La inspiración llegó gracias a una danza ancestral que los habitantes de la zona han preservado por cientos de años: los Shapis, o la danza guerrera de los huanca Chupacos. "La palabra 'shapis' quiere decir 'Hombre guerrero elegantemente vestido'", anota 'Chapulín'. "Desde el nombre nosotros queríamos diferenciarnos de todo lo que había existido antes y darle un sentido diferente al grupo". Otro ingrediente distintivo de la banda, el vestuario, no tendría su origen en las raíces serranas del grupo, sino más bien en los diseños modernos que se exhibáin en los mercados de la capital y que Moreyra al salir de la universidad. "Empezamos con chalecos, como era costumbre en la época, pero después nos pusimos blue jeans, y más adelante unos polos ceñidos que vimos en Lima, que tenían los colores del arco iris", recuerda Moreyra. "Con ese vestuario tocamos en el festival de la cumbia peruana, en el año 83", añade Chapulín. "Nuestra intención era lucir modernos". Esta mezcla de lo andino y lo urbano, que la música de la banda refleja en las melodías serranas y ahuainadas, amplificadas a través de modernos instrumentos eléctricos, fue el factor determinante para que los Shapis calasen hondo en el sentir de los migrantes serranos que llegaban a tarbajar a la capital.
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UNA NUEVA IDENTIDAD
Para Moreyra, la gran diferencia de los Shapis con los grupos que los precedieron tiene que ver con la identidad que la banda pretendía transmitir y contagiar a su público. "Muchos grupos de la llamada 'cumbia peruana', venían de provincia, pero querían romper el nexo con su lugar de origen. Los shapis, en cambio, proclamaban a los cuatro vientos el lugar del que venían, Chupaca, Juliaca, Ayacucho. Por eso, el migrante andino instalado en la capital nos escuchaba y se daba cuenta de que teníamos éxito sin necesidad de ocultar nuestro lugar origen. Por eso, para mí, el aporte más grande de los Shapis es haber invitado al migrante a proclamar con orgullo su identidad y tener fuerza para instalarse en Lima y salir adelante. Ahora puedes ver los resultados. Lima está llena de los colores y los sabores de esa sensibilidad.Te imaginarás el orgullo que sentimos de haber ayudado al proceso de integración que actualmente vive nuestro país"."Los shapis somos la representación del pueblo migrante que toma la capital, de la gente triunfadora", añade Chapulín. "Hay que dejar en claro que ser chichero no es sinónimo de delincuente o de vago, sino más bien de todo lo contrario, ser chichero es sinónimo de triunfador, de luchador y de emprendedor. Ese es el verdadero chichero". Al ver a Chapulín y a Moreyra preparar con alegría sus instrumentos para partir a Estados Unidos, donde probablemtne serán ovacionados no solo por peruanos, sino por gente de distintas razas y nacionalidades, no nos queda duda de que la tarea emprendida hace más de 27 años sigue adelante. Que siga la música.