SOBRE EL TRABAJO DE LAS EDITORIALES JÓVENES EN "EL DOMINICAL"
El día de ayer, en el suplemento El Dominical, apareció un artículo de Diego Alonso Sánchez sobre el trabajo de las jóvenes editoriales independientes de nuestro medio. Se destaca, entre otros aspectos, el carácter pujante y esforzado de muchas de estos sellos que dentro de un medio adverso intentan oxigenar la escena literaria limeña; asimismo, se menciona el carácter heterogéno de las diferentes propuestas editoriales y latarea que relizan al diversificar el campo literario peruano con nuevas propuestas de noveles autores peruanos. Los dejo con algunos pasajes del artículo:
Muchos de estos jóvenes editores concuerdan en que la diferencia más patente entre sus propuestas y las de las empresas grandes es el factor comercial, que muchas veces empuja -opinan-- a cierta pauperización de la literatura. Cecilia Podestá, por ejemplo, acusa a las editoriales mayores de "haber convertido a grandes autores en herramientas de hacer dinero", desautorizando a esa literatura "que se vende pero que no llena". Por otro lado, Harold Alva, de Editorial Zignos, se refiere a que dos grandes transnacionales, como Alfaguara y Planeta, "están subestimando a los lectores al ofrecerles una literatura como de farándula".
Mundo Ajeno ofrece otra mirada a esta categorización diciendo que el verdadero problema está en "ofrecerle a la sociedad un espacio alternativo para lectores con otro tipo de exigencia puedan ejercer su derecho a la selectividad", es decir sacarle la vuelta al mercado y cubrir las necesidades de un grupo minoritario que consume literatura no-comercial.
Este aspecto alternativo es bien desarrollado. Max Palacios (Bizarro Ediciones) apuesta por títulos de corte underground: "el proyecto nació con la idea de calentar la aburrida escena literaria limeña con una literatura bizarra y contracultural". Al respecto Arturo Vargas Luna falla en favor de esta perspectiva diciendo que "las editoriales comerciales buscan homogeneizar el gusto del lector, mientras que las independientes, diversificarlo".
Este asunto comercial está emocionalmente encontrado entre los independientes. Si bien la imagen de estos "editores menores" está muy ligada con la aventura romántica, donde ganar dinero no forma parte de sus logros personales inmediatos (siempre y cuando esto atente contra sus ideales), no siempre ocurre esto. Hoy por hoy, muchos de ellos buscan adecuarse al mercado modificando su perfil comercial y jugando de igual a igual con los grandes. El caso más representativo es el de Estruendomudo, que ha sacado una serie que pretende abordar el fenómeno best-seller (con su colección Cajas) ampliando su público potencial con títulos que lleguen "a parecer atractivos y que puedan tener mayor divulgación".
Sandra López, de Editorial Mesa Redonda, prefiere hablar del mercado local con otras aspiraciones: "hay un idéntico trabajo que sólo difiere en la capacidad de negociación ante diversos agentes". Afirma que las condiciones cada vez son más igualitarias: "actualmente hay librerías que están dispuestas a trabajar conjuntamente en la promoción de títulos provenientes de todas las editoriales", sentencia.
Mundo Ajeno ofrece otra mirada a esta categorización diciendo que el verdadero problema está en "ofrecerle a la sociedad un espacio alternativo para lectores con otro tipo de exigencia puedan ejercer su derecho a la selectividad", es decir sacarle la vuelta al mercado y cubrir las necesidades de un grupo minoritario que consume literatura no-comercial.
Este aspecto alternativo es bien desarrollado. Max Palacios (Bizarro Ediciones) apuesta por títulos de corte underground: "el proyecto nació con la idea de calentar la aburrida escena literaria limeña con una literatura bizarra y contracultural". Al respecto Arturo Vargas Luna falla en favor de esta perspectiva diciendo que "las editoriales comerciales buscan homogeneizar el gusto del lector, mientras que las independientes, diversificarlo".
Este asunto comercial está emocionalmente encontrado entre los independientes. Si bien la imagen de estos "editores menores" está muy ligada con la aventura romántica, donde ganar dinero no forma parte de sus logros personales inmediatos (siempre y cuando esto atente contra sus ideales), no siempre ocurre esto. Hoy por hoy, muchos de ellos buscan adecuarse al mercado modificando su perfil comercial y jugando de igual a igual con los grandes. El caso más representativo es el de Estruendomudo, que ha sacado una serie que pretende abordar el fenómeno best-seller (con su colección Cajas) ampliando su público potencial con títulos que lleguen "a parecer atractivos y que puedan tener mayor divulgación".
Sandra López, de Editorial Mesa Redonda, prefiere hablar del mercado local con otras aspiraciones: "hay un idéntico trabajo que sólo difiere en la capacidad de negociación ante diversos agentes". Afirma que las condiciones cada vez son más igualitarias: "actualmente hay librerías que están dispuestas a trabajar conjuntamente en la promoción de títulos provenientes de todas las editoriales", sentencia.