27 November 2007

ALONSO CUETO Y LAS ENFERMEDADES


UNA BUENA DOSIS DE ENFERMEDAD

Lo que escribe Alonso Cuero el día de hoy, si no es un apologético, al menos es una buena manera de comprender y soportar las enfermedades en toda su dimensión. Y para todas aquellas personas que están atravesando por una enfermedad crónica o temporal será un verdadero consuleo. Ahí está la receta:

La mala fama de las enfermedades viene de una sociedad entregada al movimiento y a la variedad, un mundo hecho de la ansiedad de la comida rápida y los videoclips. Frente a los días normales, compuestos de una variedad de actividades y lugares, la dictadura de la enfermedad nos obliga a quedarnos en una sola habitación.

En su conferencia sobre la ceguera, Borges recuerda un consejo que viene de la teosofía: la idea de que cuando uno sufre un mal, o una pérdida, debe buscar de inmediato alguna ganancia que la compense. El consejo es saludable, dice Borges, pero de difícil ejecución. Cuando Borges perdió la vista, pensó que debía compensar esa carencia con una ganancia. Fue entonces cuando empezó a estudiar el inglés antiguo. De ese modo, razonó, la pérdida de la vista no le sería tan dura. Estaría ligada en el recuerdo con una adquisición en su vida, que le iba a deparar inmensos placeres.

Con la significativa excepción de los dolores, las enfermedades, según ha dicho Alonso Alegría, son un paraíso. Son también una ocasión en la que cada persona revela quién es realmente. Los buenos o malos humores surgen entonces, sin barreras. Uno debería poder entregarse a ellas, gozar de sus privilegios, no luchar contra sus molestias. Son la única ocasión que nos queda del estar con nosotros mismos, al menos un tiempo, hasta que las puertas del mundo, desgraciadamente, se abran otra vez.