23 May 2007

CARTA DE DIEGO TRELLES A GABRIEL RUIZ


JOVEN NARRADOR PERUANO RESPONDE A ENTREVISTA DE CAPRICHOSO ANTOLOGADOR

Muchos jóvenes narradores me han escrito, preguntándome sobre mi indignación ante la bajeza que Gabriel Ruiz ha operado en "su" antología sobre narrativa peruana última; e incluso, algunos de ellos, se han arrepentido de haber cedido sus textos para este sujeto de dudosa reputación académica. Sin embargo, lo que he expresado es apenas el principio de todos los "entretelones" que han habido detrás de esta caprichosa y antojadiza "antología". En el blog "El Hablador", que es el medio en el cual aparecio la entrevista, leo una respuesta inteligente y contundente del narrador Diego Trelles, que permite colegir lo que semanas atrás había afirmado sobre este personaje y le brinda a los lectores la catadura moral que ostenta este sujeto.



Estimado Francisco Ángeles:

Le escribo porque he leído una entrevista suya al señor Gabriel Ruiz-Ortega en la cual éste me alude sin nombrarme, y me gustaría hacer algunas precisiones respecto a sus comentarios:

1. En la entrevista, este señor afirma muy suelto de huesos que soy un “narrador de tendencia izquierdista que vive como neoliberal” y que, cada vez que puedo, “me mando con un floro remanido de la exclusión, la marginación”. Debo decir que me declaro sorprendido, no sé de dónde saca este pobre hombre la absurda idea de que vivo como un neoliberal. ¿Será porque estudio en Estados Unidos? ¿Es, acaso, ésa su luminosa razón? Si es así -y no encuentro otra dado que no lo conozco ni me conoce en absoluto-, me asombra la lógica pedestre y maniqueísta de sus razonamientos, y esa ligereza de boca que, a menudo, emplea para hablar de aquello que no entiende. No es la primera vez que lo hace. De hecho, tiene la misma actitud bravucona y negligente en su blog. Quien lo lea, no sólo se dará cuenta de que Ruiz-Ortega tiene la prodigiosa facultad de escribir con los pies, sino que, además, tiene una tendencia casi natural al diagnóstico epidérmico y colegial, de una pobreza analítica y formal inusitada para alguien que quiere asumir la tarea de prologar y antologar la que autoproclama como la antología de los nuevos narradores. [Lo del “floro de la exclusión”, debo suponer, es un chiste involuntario de su parte, propiciado por los nervios de la entrevista -una entrevista, por lo demás, embarazosa por la cantidad de dislates que dice].

2. Las razones por las que decliné mi participación en Disidentes (cuyo título, por cierto, tiene una cantinflesca explicación de su parte) son tres: 1) No me sentí representado ni cómodo en un proyecto dirigido por un personajito precario e improvisado que no me interesa en absoluto como escritor (tiene una novela con más faltas ortográficas que páginas), y cuyo comportamiento ha estado signado por la consigna de escalar y figurar como sea y a expensas de quien sea; una especie de lobbysta chicha y, aparentemente, mitómano (¿alguien ha podido comprobar la procedencia de Q Ediciones esa “editorial extranjera” que le pagó por publicar su novela y, según lo atestiguado por él en la Conversa de escritores organizada por Cyberayllu, le ha hecho un trato por otros dos libros más? Si uno hace una búsqueda rápida en Google se dará cuenta de que esa editorial simplemente no existe. Bien haría Ruiz-Ortega en aclarar este asunto turbio para evitar mayores suspicacias en el futuro). 2) Además de lo expuesto, no me pareció correcto aceptar la propuesta de un sujeto al que alguna vez fui introducido brevemente por una persona que respeto y admiro (el poeta Miguel Ildefonso), y que luego atacó públicamente -junto a otro señor del que ahora reniega con ironía pero del que era compadrísimo cuando fungía de crítico de Somos-, más de una vez, no sólo a Miguel, sino a otros creadores cercanos con los que tengo más de una afinidad. Las suyas no eran críticas literarias medianamente agudas sino ataques personales que, como en mi caso, buscaban desacreditarlos mediante el agravio y la burla.

3. Finalmente, quiero decir que, como cualquier escritor o artista, tengo derecho a participar en los proyectos que me interesen y, sobre todo, en aquellos que me parezcan serios y, en mi opinión, éste no era el caso. Nunca me he negado a colaborar y, menos aún, a participar en proyectos literarios y artísticos, y de eso pueden dar fe muchos otros escritores. Si el señor Ruiz-Ortega se ha sentido ofendido porque le dije -muy amablemente, por cierto- que no, allá él, pero, por favor, guárdese esa retórica vacua para los posts de su blog y, en vez de hacer tanto ruido para promocionarse y seguir escalando como acostumbra, dedíquese a mejorar esa prosa, a revisar los diccionarios que tanta falta le hicieron en su primera novela, y a escribir, hombre, a leer, a sosegarse, que es, finalmente, lo que podrá ayudarlo a utilizar las manos la próxima vez que se aventure, esperemos con seriedad, en el oficio de la escritura.

Atte.,
Diego Trelles Paz.