18 August 2006


AMOR UNDERGROUND





La cola estaba bastante larga y Alex era el último. En determinado momento pensó que lo mejor era tirar la esponja y regresar a la pensión a descansar. ¡Que se vayan todos a la mierda!, se dijo muy valiente; pero al instante desistió de la idea. Se había propuesto conseguir un trabajo para congraciarse con la familia de Sophie. Ya estaba cansado de que le dijeran que era un vago, un bueno para nada. La última vez que estuvo en la casa le advirtieron que si no conseguía trabajo era mejor que no se apareciera por allí. Tenía que demostrarles a esos viejos burgueses que él no era un pobre diablo, que si se lo proponía, podía llegar muy lejos. Ya había pasado más de una semana y no había encontrado nada. No podía abandonar el barco. Tenía que lucharla hasta lo último. Se aflojó un poco la corbata y desabotonó el cuello de la camisa.

Todos en la cola estaban conversando: discutían sobre la posibilidad de que los contratasen, especulaban sobre las remuneraciones, la forma de trabajo, el horario, el ambiente de la oficina.
-Tanta cojudez por un puesto de conserje -dijo Alex en voz alta como para que lo escuchasen.
Los que estaban delante de él voltearon a mirarlo con cara de pocos amigos.
-Si no necesitas el trabajo, entonces lárgate -le dijo un zambito que estaba a unos metros de él.
-Vete a la mierda -le contestó Alex.
El moreno se acercó e intentó alcanzarlo con un puñete en la cara. Alex logró esquivar el golpe y lanzó una patada en el vientre a su atacante, que al momento cayó al suelo.
-Váyanse todos a la conchadesumadre, ¡fracasados! -gritó Alex mientras se retiraba del lugar.
A sus espaldas sintió las miradas desconcertadas de los postulantes al trabajo.

Llegó a la avenida Arequipa y tomó un micro que lo llevó hasta la pensión. Apenas abrió la puerta de su cuarto, encontró un papel en el suelo. Lo leyó con la esperanza de que sea una carta de Sophie:

Jovencito, hace una semana que se venció
la segunda mensualidad del alquiler de su cuarto.
Le doy el plazo de tres días para que me pague lo
adeudado o de lo contrario procederé a desalojarlo.

La señora de la pensión.

Vieja de mierda, murmuró Alex. Tiró el saco y la corbata a un lado de la cama y se desvistió para meterse a la ducha. El agua fría logró reconfortarlo. Se colocó unas bermudas y prendió la pequeña cocina eléctrica. Calentó un poco de arroz que había sobrado del día anterior y se preparó un par de huevos fritos. Despachó la escasa merienda en unos minutos, puso el despertador a las seis y media y se tiró a dormir.

Se levantó cuando el sol ya había caído y la noche se apoderaba de la ciudad. Entró al baño, se miró el tatuaje mochica que llevaba en el pecho y notó que su cuerpo se había encogido: apenas podía distinguir al guerrero moche atrapando a una mujer en el desierto. Si sigo con esta vida, voy a desaparecer, pensó. El espejo reflejaba un rostro que él ya no conocía: esta ciudad lo estaba consumiendo de a pocos. ¿Por qué no regresas a vivir con tus padres, Alex?, pensó. Ni cagando, no soportarían mi forma de vida. Se lavó la cara, recortó un poco su cabello y se afeitó la barba mal crecida.

Recordó que tenía un concierto en El hueco y no había tenido tiempo de ensayar ni un momento. Sacó la guitarra de su estuche, la conectó a la consola y empezó a afinarla. El ruido que hacía con las descargas desafinadas del instrumento inquietó a sus vecinos. Unos golpes insistentes se escucharon en la pared. ¡Imbéciles, qué saben ustedes del punk!, gritó y continuó dándole a la guitarra sin importarle mucho lo que dijeran los demás. ¡Silencio, carajo!, escuchó. Dejó la guitarra a un lado y se puso a patear la pared de triplay con una furia incontenible hasta que la rompió. Metió el instrumento en su estuche y se vistió: se colocó unos jeans negros, un polo ceñido al cuerpo, una casaca de cuero, unas botas desgastadas y salió rumbo al concierto.
A esa hora, El hueco estaba vacío. Se encontró con el Chacal y el Loco. Ensayaron un par de temas y compraron una botella de ron para calentar el cuerpo. Cuando subieron al escenario la gente ya estaba acelerada. Tocaron un punk irreverente y subversivo. Después del concierto fueron a la casa del Chacal a continuarla.

Al día siguiente no recordaba cómo había llegado a la pensión. Despertó con un sabor a zinc en el paladar. Fue a la bodega a comprar una Coca-Cola. Descansó hasta el mediodía, cuando los gritos de la vieja de la pensión lo despertaron.
-Aaaalex… Aaaalex… Aaaalex –chillaba la vieja como si la estuvieran ahorcando.
-¡Puta Madre! –protestó Alex, levantándose de mala gana- , ni sábado se puede descansar tranquilo.
Mientras bajaba a la primera planta, pensó en lo que le diría a la vieja para salir del paso.
Abrió la puerta de la sala e ingresó.
-Buenos días, señora…, disculpe que no le haya pagado lo del cuarto, pero estoy esperando un giro de mi padre que en estos días…
-No te preocupes por eso muchacho –dijo la vieja interrumpiéndolo-. Ayer vino una chica y pagó lo de tu alquiler. Mas bien, apúrate que la pobre muchacha hace rato que está esperando en el teléfono.
Alex se dirigió al teléfono un poco confundido por la noticia y cogió el auricular.
-Aló… ¿Alex?… Sí, él habla… Hola, soy Sophie… Hola, Sophie qué sorpresa!… Hola, perdido, ayer estuve en la noche por tu casa y no te encontré… Sí, lo que pasa es que tuve un concierto… Bueno, mira, estoy sola aquí en casa, mis padres se han ido al club, ¿por qué no te das un salto? Necesito hablar contigo urgente, es sobre un trabajo que te ha conseguido mi viejo… Eeesta bien, deja que me dé un baño y estoy por allí dentro de una hora… Oye, otra cosa más: no me viene mi periodo… ¿No?, pero si ya pasó más de una semana… Sí, pero no me viene… Y ahora, ¿qué hacemos… Tenemos que hablar… Me baño y al toque salgo… Muy bien, pero no te demores… No, dentro de una hora… Chau… Chau.
-Gracias, señora –dijo Alex, despidiéndose.
-No te preocupes, muchacho, estoy para servirte.

Salió de la casa de la vieja y subió lentamente a su cuarto desconcertado por lo que estaba pasando. Tomó un baño apresurado y se vistió lo mejor que pudo. Mientras iba hacia el paradero, sus ojos no se despegaron de las puntas de sus zapatos. Metió las manos a los bolsillos, levantó la cabeza y aspiró el aire del mediodía.

1 comment:

Anonymous said...

Ahi termina la historia?... pues estaba muy interesante.. lo estuve leyendo pero creo que ese final esta inconcluso... quiza esa es la idea,no? pero en fin...dejeme decirle que esta muy bueno.