31 August 2006

ROSA DE TODOS LOS VIENTOS(Una lectura sobre Rosa de los vientos de Héctor Ñaupari)


Dentro de la literatura occidental, una de las cimas de la poesía amorosa de carácter erótico está constituida por los poemas de Catulo a Lesbia, cuyos versos expresan una desbordada y profunda pasión por esta misteriosa mujer romana. Versos apasionados, inflamados, desbocados que celebran el amor y la entrega amorosa. Héctor Ñaupari (Lima, 1972) con su último poemario Rosa de los vientos (Ediciones Santo Oficio, 2006) se ubica dentro de esta tradición.


Héctor Ñaupari pertenece a la Generación poética de los 90 y es miembro fundador del Grupo Neón. Ya en su primer poemario En los sótanos del crepúsculo (Ediciones UNMSM, 1999), anunciaba una poesía amorosa con algunas referencias al erotismo. En este segundo poemario, Ñaupari continúa en esta senda y nos ofrece un conjunto de poemas que abordan como temática el amor, la unión de los amantes y la exploración del cuerpo del deseo. En versos como: “y yo soy el cielo libre azul que trémulo te sostiene siempre / como ahora te sostengo al borde de la cama / y elevo tus piernas lamo tus rodillas tu entrepierna tus muslos / aprieto suavemente los tendones de tus pies…” podemos apreciar la propuesta erótica-amorosa del autor que, siguiendo lo que en su tiempo afirmó Octavio Paz, logra conjugar el amor y el erotismo en una “llama doble” que abraza y consume a los amantes.


Por otro lado, uno de las ideas que llaman la atención del libro es la postura que asuma el amante en el poemario, ya no como un sujeto activo en la entrega amorosa sino más bien como un sujeto pasivo, sumiso y sometido a la voluntad de la amada: “entonces me tiendes sobre el mueble / y soy la presa cogida en la yugular del deseo / arañas rasgas te abres camino con tus fauces plenas hacia mi / carne viva / sangro y te deseo / me transformo / en la víctima propiciatoria…”.


Cabe señalar que el título del poemario hace mención a un instrumento de navegación conocida también como rosa de la aguja o rosa náutica (la rosa de los vientos fue, antes de la generalización de las brújulas magnéticas, una excelente referencia en las cartas marinas en la que se mostraba la dirección de los ocho vientos principales). De esta manera la rosa de Ñaupari se convierte en la guía de orientación para su trajinar poético por los mares inciertos del amor y el erotismo, celebrada en estos versos finales: “Y te amo porque eres mi rosa. / Llévate mi romance como yo guardo tu nombre”.