19 July 2009

ENTREVISTA A ANDRÉS NEUMAN


A su paso por Lima, el ganador del Premio de Novela Alfaguara 2009, Andres Neuman, ha sido entrevistado en el suplemento Domingo de La República. En la misma, el autor se declara hincha del Boca Juniors y fanático del fútbol a morir durante gran parte de su vida. Sobre este autor, aparte de sus libros bien escritos, les recomiendo la lectura de su teoría del micro-cuento, que forma parte del libro El que espera.

Los dejo con algunas preguntas:

–Tu vocación de escritor te viene desde la infancia, ¿verdad?

–De chico mi modelo de vida ideal era ser delantero de Boca y escribir novelas de terror. Para mí escribir era lo más natural del mundo. Es más, cuando yo me enteré de que mis amigos no escribían me quedé muy sorprendido. Yo pensé que era un secreto como hacerse la paja. Me pregunté: ¿Es que acaso se hacen la paja pero no escriben? Me parecía inconcebible que la gente renunciara a mejorar su vida gracias a la ficción.

–¿Y qué pasó con el fútbol?

–Tuve una excelente mala suerte: sufrí una lesión en las dos rodillas al mismo tiempo. Ya estaba en España y mi sueño era ir al Sevilla porque Maradona acababa de pasar por ahí. Un año después, cuando ya estaba bien, ya no quería jugar porque me costaba entender por qué uno se juega la pierna por una pelota. Prefiero que las piernas rotas sean las de los otros y no las mías.

–¿Ya no juegas ni pichangas?

–Ahora solo miro mucho fútbol, que me parece un campo sociológico y político increíble. Aunque bueno, el año pasado jugué un partido divertido entre narradores y poetas, yo no sabía con qué equipo jugar pero hubo dos razones que me decidieron por el de los poetas. La primera es que me parecía muy oportunista elegir el de los narradores justo al haber ganado el Alfaguara y otra fue porque los poetas tenían una camiseta rosada con un 69 en la espalda.

–En el Perú tenemos un equipo con ese color de camiseta. El único club en el mundo que usa el rosado.

–¡No me digas! Eso estaría bueno porque el fútbol es, junto con el box, uno de los deportes más homófobos de la tierra. Ningún futbolista famoso ha salido jamás del closet. No puede ser que el cero por ciento de los futbolistas sean homosexuales.

–Volviendo al fútbol. ¿Cómo ves a tu selección y el desempeño de Maradona como su técnico?

–Ambas cosas me dan bastante vergüenza. Si querían suicidarse contratando a Maradona, si querían ir a morir con un fetiche así, tendrían que haberlo metido justo antes del mundial para que haya una reacción emocional en los jugadores, porque ese espejismo se pasa muy pronto. Y mira que Maradona es el mejor jugador que he visto en mi vida.

–Quizás ese sea el problema, que no encuentran un sucesor para la 10.

–Para mí la metáfora estuvo en el mundial del 94, en el que Argentina tenía probablemente el mejor equipo en décadas. ¿Qué pasó? Que Maradona dio positivo y comenzaron a perder. Ese es el símbolo porque ese equipo sin Maradona podía ganar el mundial, pero si se lo sacas de repente el efecto anímico es brutal. Lo mismo está pasando históricamente desde entonces. Argentina busca un 10 que magnetice el juego igual que él, en lugar de admitir que es irremplazable.

El largo oficio de escribir

–¿Cómo tomaste la noticia de que eras el ganador del Premio Alfaguara?

–Yo sabía que se anunciaba públicamente un lunes. Entonces estuve todo ese domingo anterior tratando de no ponerme nervioso pero mirando de reojo al reloj como si fuera un árbitro. Cuando anocheció le pregunté a mi agente si sabía algo y me dijo que no, así que salí a pasear para asimilar la derrota. Esa noche me acosté resignado y a la mañana siguiente me levanté preguntándome quién fue el hijo de puta que había ganado el premio.

–¡Y eras tú!

–Me acuerdo que estaba justo corrigiendo un poema sobre una lagartija cuando de pronto suena el teléfono. Lo contesté desganado y cuando me dijeron que había ganado pensé que se estaban burlando de mí. Sentí mucha felicidad pero también mucha incredulidad. Traté de llorar pero me quedé más bien paralizado. Fue como si mi casa se hubiera dado vuelta. Esa noche me emborraché con mi padre, mi hermano y mi pareja con buen vino español. Fue una experiencia linda eso de ganar el premio que ya había perdido.