19 July 2009

AMOR POR LA LECTURA O AMOR POR LOS LIBROS


Ahora que estamos a punto de visitar la Feria Internacional del Libro de Lima 2009, en la edición del dia de hoy de El Dominical aparece un artículo del recordado Julio Ramón Ribeyro donde reflexiona sobre el amor por la lectura y el amor por los libros. Una diferencia que es muy importante, y vista desde la mirada tan aguda de nuestro entrañable cuentista es una verdadera delicia su lectura. Se puede amar la lectura, pero el amor físico por los libros es otra cosa. Por mi parte debe confesar que tengo un "fetichismo" por ciertos textos: los libros prohibidos, marginales, undergrounds o caletas: los palpo, los huelo, los acaricio, los abro, los estrujo, los examino, los leo, los desmenuzo, los destripo, y, finalmente, los coloco en el lugar preferido de mi biblioteca junto a aquellos libros que me han cambiado la vida. Los dejo con el mencionado artículo:

En realidad existe un amor físico a los libros muy diferente al amor intelectual por la lectura. Por lo general el gran lector no ama a los libros, así como el don Juan no ama a las mujeres. El gran lector coge los libros conforme caen en sus manos, los usa y los olvida. El amante de los libros, en cambio, los ama en sí mismos como cuerpos independientes y vivos, como conjunto de páginas impresas que es necesario no solamente leer, sino palpar, alinear en un estante, incorporar al patrimonio material con el mismo derecho que al bagaje del espíritu. El amante de los libros no aspira solamente a la lectura sino a la propiedad. Y esta propiedad necesita observar todas las solemnidades, cumplir todos los ritos que la hagan incontestable.

El amor a los libros se patentiza en el momento mismo de su adquisición. El verdadero amante de los libros no tolera que el expendedor se los envuelva. Necesita llevarlos desnudos en sus manos. Irlos hojeando por el camino; meter los pies en un charco de agua, sufrir todos los trastornos de un primer encantamiento. Llegando a su casa lo primero que hará será grabar en la página inicial su nombre y la fecha del suceso, porque para él toda adquisición es una peripecia que luego será necesario conmemorar. Con el tiempo dirá: “Hace tantos años y tantos días que compré este libro”, como se dice: “Hace tanto tiempo que conocí esta mujer”.