SOBRE LOS QUEHACERES DE UN ZÁNGANO
Hace poco, aprovechando la inauguración de la Feria del Libro Ricardo Palma de Miraflores, hicimos el anuncio del lanzamiento de la nueva novela de Fernando Morote, Los quehaceres de un zángano. El día de hoy, en la página virtual de literatura Letras S5, aparece una entrevista que le realiza Fernando Carrasco al debutante narrador.
Los dejo con algunas preguntas:
- Uno de los temas abordados en tu novela Los quehaceres de un zángano es la vocación del escritor. Dinos, en tu caso, ¿cómo se desarrolló tu vocación por la literatura?
- Desde niño quise ser abogado. Cuando entré a la universidad sufrí tal desencanto que busqué refugio en otro tipo de experiencias. Descubrí a escritores como Kafka, Hesse, Céline, quienes me hicieron recordar que también disfrutaba la literatura. Como siempre me había sentido desubicado, física y existencialmente, la única actividad que me devolvía la comodidad conmigo mismo era escribir. Eso fue lo que hice.
- El título así como ciertos pasajes de la novela y ese final marcado por el fracaso del protagonista denotan cierto homenaje a Julio Ramón Ribeyro ¿Qué opinas al respecto?
- Ribeyro está presente de muchas formas en la novela. Es mi ícono literario. Leyendo sus cuentos me identifiqué tanto con sus personajes que sentí el alivio de saber que no era yo el único que se sentía perdido en este mundo. Y simplemente me hechizó con su prosa.
- No obstante esa influencia ribeyriana tu novela está en sintonía con los textos narrativos que más se difundieron en la década del noventa en nuestro medio, libros deudores de la impronta narrativa de Charles Bukovsky y otros. ¿Eres consciente de que tu novela es un rezago de esa tendencia?
- Totalmente. De hecho, este libro iba a ser publicado a principios de los ’90 como uno de cuentos, pero el editor en aquella época me hizo saber que no podía seguir adelante con el proyecto debido a problemas financieros. Después estuve dedicado por entero a otros asuntos, pero de todos modos “la cabra siempre tira para el monte” y como dijo una vez Mickey Rooney, el famoso actor norteamericano, “siempre he llegado tarde a todas las etapas de mi vida”.