EL ESCRIBIDOR EN LA FERIA DEL LIBRO DE TRUJILLO
El plato fuerte de la nueva versión de la Feria del Libro de Trujillo iba a ser la conferencia magistral de Mario Vargas Llosa en la playa de Huanchaco, en donde se reunía César Vallejo con sus colegas del Grupo Norte. Como se cuenta en la sección cultural de La República, la asistencia fue multitudinaria como era de esperarse y el escritor se dio el lujo de gastarse muchas bromas con el auditorio y empezó diciendo: “Si la conferencia resulta aburrida, pueden dedicarse a ver el escenario que los rodea, que tiene muchos encantos, y así entretenerse”.
En un acto de desdoblamiento el escritor se interrogó y contestó a sí mismo lo siguiente:
¿Señor, Vargas Llosa, cómo escribe usted?, se autointerrogó. “Escribo de derecha a izquierda”, fue la respuesta inmediata. La réplica no se hizo esperar.
“Muy bien, señor Vargas Llosa, muy divertido, pero usted sabe que la pregunta era más seria, más profunda”. ¿Cómo escribe usted?
El novelista arqueó las cejas. Entendió la exigencia de su interlocutor. La entrevista era en serio.
–¿Cómo escribo?
Depende. Cuando escribo mis artículos, mi columna “La piedra de toque”, lo hago en forma diferente a cuando se trata de una novela. Trabajo una sola idea traída de la actualidad. Mientras que cuando escribo una novela lo hago en forma muy misteriosa, fuera de lo racional.
El periodista queda algo confundido y le pide ser más preciso. Con mayor exactitud que mencione una de sus últimas producciones literarias. Vargas Llosa cita pues la novela El sueño del celta (la cual viene escribiendo y cuyo título es provisional).
¿Cómo empezó? ¿Cómo surgió la idea de escribir esta historia?, interroga el periodista.
Pues mire de una manera inesperada. Entre los escritores que admiro está el escritor polaco y a la vez ciudadano inglés, Joseph Konrad, quien escribió en inglés novelas marcadas de aventuras a fines del Siglo XIX y comienzos del Siglo XX. Leyendo una de las biografías de Konrad sobre su paso por Congo (África), conocí a Róger Casement. Congo fue la fuente de inspiración para que Konrad elabore una de sus novelas más hermosas: El corazón de las tinieblas. Konrad conoció pues en sus viajes como capitán de barco por el río del Congo que la población vivía un verdadero infierno sobre la tierra.
Para continuar, aquí.