El pasado viernes, estuvimos presentando la antología de literatura bizarra, Abofeteando a un cadáver, en el Salón Oval de la Escuela de Postgrado de la Universidad Nacional de Colombia. En el encuentro, que compartí junto con el narrador Adolfo Villafuerte, pude conocer a algunos escritores jóvenes que pertenecen al colectivo Grupo Caterva de Bogotá como Gabriel Umaña, Pablo Estrada, Raúl Harper, William Cuevas y Lina Vanegas. En los próximos días, estaré posteando un video del encuentro y además daré a conocer los textos de estos narradores colombianos.
Por lo pronto, los dejo con el desconcertante cuento de Lina Vanegas, "Segunda exposición", que vale la pena darle una chekeada de inmediato:
SEGUNDA EXPOSICIÓN
Por: Lina Vanegas
1.
Mi nombre es Niña Mencha Ramírez, haciendo alusión al instante en que el turco Mebarak disparó semen entre las piernas de una prostituta, mi madre. Soy de las que nunca se afeita, usa jeans ajustados en el culo y carga una Milagrosa en la billetera. Ahorrándome la mitad de mi historia, soy fotógrafa de penes.
Mi nombre es Niña Mencha Ramírez, haciendo alusión al instante en que el turco Mebarak disparó semen entre las piernas de una prostituta, mi madre. Soy de las que nunca se afeita, usa jeans ajustados en el culo y carga una Milagrosa en la billetera. Ahorrándome la mitad de mi historia, soy fotógrafa de penes.
Él es Milton Parada, el tipo con la verga más grande que he visto, pero, para mi pesar, tímida ante las cámaras. Es de los que usa “producto” para la caída del pelo, sólo baila merengue y va al psicólogo de vez en cuando. Ahorrándome la mitad de su historia, escribe libros de autoayuda.
Era viernes por la noche, inauguraba mi primera exposición, cuando lo vi salir del baño con esa protuberancia entre las piernas.
-¿Bailas?
-Sí… espera pido una de Juan Luis Guerra.
(idiota)
-¿Te molesta?
-Para nada.
Se alejó y vi sus nalgas redondas y sugerentes que terminaban en dos piernas secas. Pensé que ese pene poderoso en la adolescencia seguramente tomó carne prestada de otras partes para no explotar. Una maravillosa obra de arte.
(bailamos Como abeja al panal)
-Estoy tan cansada.
-¡Qué lástima! Con lo temprano que es.
(pendejo)
-Tengo ganas de algo más relajado, quiero decir…
-Claro… te aburriste ¿La última y te vas?
Esa noche no pasó nada, ni la siguiente. Confesó que era virgo y que la luna en fase menguante afectaba su erección. Sólo hasta el miércoles de la segunda semana, en mi apartamento, conocí sus 30 centímetros de verga empinada. Se portó bien hasta cuando monté mi cámara… ¡Su maravilla desapareció! Qué lástima, se tiró la foto.
Ya había fotografiado antes penes de enanos, travestis, anoréxicos, gordos, fisicoculturistas, ancianos y hasta el de un hermafrodita pero ninguno como el de Milton, claro en su máxima expresión. Quería fotografiarlo, quería esa verga atrapada en mi cámara… El asunto me perturbó realmente.
-No entiendo tus fetiches, ¿por qué no le tomas la foto a otro y ya?
(me recomendó unas terapias en video)
-No es fetiche.
-Mira, es normal, uno siempre tarda en aceptar sus perversio…
-¿Quieres algo de comer?
(en la cocina, flácido, pensé en Juan Luis Guerra)
2.
Perdí la cuenta del número de conversaciones que le soporté sobre losdiezpasosparaserfeliz, sonreírunimándebuenaenergía ytúpuedesseranyelinayoli.
Intentamos sexo tántrico, yerbateros y hasta asesoría psicológica. Funcionó, pero para la foto, nada.
No me di por vencida.
3.
Días antes de mi Segunda exposición, llegó a la casa un interesante artículo en la sección de salud:
Erección postmortem. Consecuencia de ahorcamiento vertical.