06 August 2008

JUAN MORILLO SOBRE JOSÉ MIGUEL OVIEDO


CRÍTICA CON CIERTO RETRASO

Aunque ha pasado buen tiempo en que José Miguel Oviedo publicó y presentó en Lima el volumen Historia de la literatura hispanoamericana 4 (Alianza Editorial, Madrid, 2001), el escritor Juan Morillo se ha tomado la paciencia de realizar algunas críticas y explicar algunas ausencias en el texto del crítico peruano. Además, resucita una vieja polémica entre Oviedo y los integrantes del Grupo "Narración". Como considero que, en algunos aspectos, las críticas son razonables y pertinentes, los dejo con la apreciación realizada por Morillo:

Acaba de llegar a mis manos, con un retraso de años –nada raro en Pekín, tratándose de libros en español–, la Historia de la literatura hispanoamericana 4 (Alianza Editorial, Madrid, 2001), de José Miguel Oviedo.
Al hojear sus cerca de 500 páginas, me detuve en la parte dedicada a los escritores peruanos de las últimas generaciones del pasado siglo y me topé con una omisión de escándalo: el texto decretaba la no existencia, para la literatura hispanoamericana, de Eleodoro Vargas Vicuña, Oswaldo Reynoso, Miguel Gutiérrez, Gregorio Martínez, todos ellos –qué casualidad– pertenecientes al grupo Narración, con obra bastante bien valorada y reconocida en otros ámbitos. El privilegio de la existencia, en cambio, lo reservaba para otros, como Fernando Ampuero, Alonso Cueto y Mario Bellatín.
Lo primero que se me ocurrió no fue, por cierto, poner en entredicho la capacidad de valoración de Oviedo, un intelectual que ha dedicado su vida a la docencia universitaria y a la crítica, sino lamentar que se hubiera dejado avasallar por un subjetivismo visceral, producto de una larga, recíproca y conocida enemistad entre él y muchos de los integrantes de Narración.
Con esto, Oviedo ha caído en el mismo desliz que le reprochó, en los años 70, a Luis Alberto Sánchez a propósito del V tomo de su Literatura peruana.
Yo lo había comprado para utilizarlo en mi primera vez en la docencia universitaria. Viajaba a Ayacucho cuando, en pleno vuelo, me dio por abrir el volumen para darle un vistazo al contenido.
Mi sorpresa fue grande al comprobar que los poetas jóvenes más representativos de aquella época –Reynaldo Naranjo, Rodolfo Hinostroza, Marco Martos, César Calvo, Javier Heraud, Antonio Cisneros– eran, si no excluidos, apenas mencionados; en cambio, unos poetas desconocidos, vinculados al Apra, aparecían comentados con generosa extensión.
Mi decepción fue grande y lamenté que alguien con tanta autoridad en el ámbito de las letras peruanas la usara para cometer el acto reprobable de darles gato por liebre a los lectores de un texto destinado, por el peso intelectual de su autor, a consagrar figuras de la literatura peruana.
No mucho más tarde Oviedo publicó, en un pequeño libro, la conversación que sostuvo con LAS. Ante las observaciones al V tomo de su Literatura peruana, este, creo recordar, respondió en forma evasiva, diciendo simplemente que ya estaba en prensa una nueva versión.
Se me ocurre que fue la orfandad de intelectuales jóvenes que sufría el Apra lo que despertó el alma negra de LAS –su sectarismo aprista– en el momento de escribir su malhadado V tomo.
En el caso de Oviedo, ¿habrá que presumir que fue algo personal –rencor, antipatías políticas–, relacionado con Narración? En su primer número, la revista invitó a los críticos a contestar unas preguntas. Oviedo, pensando quizás en un desplante, no se dignó a responder.
Cuando salió la revista, entre las copiosas respuestas de Alberto Escobar, Washington Delgado, Julio Ortega y Alfonso La Torre, la negativa de Oviedo aparecía graficada en una ominosa franja en blanco.
A partir de allí, todo fue enemistad con los miembros del grupo. Basta observar, por ejemplo, los artículos o referencias de Oviedo sobre Miguel Gutiérrez o Reynoso: las ironías, los sarcasmos, incluso ciertas maledicencias, se sobreponen a las apreciaciones literarias.
Esta exclusión reedita, de algún modo, el frustrado ninguneo de Oviedo cuando optó por no responder a Narración; incluso, los nombres omitidos simulan una ominosa franja en blanco.