05 December 2007

EL SUSURRO DE LA MUJER BALLENA


UNA LECTURA DE RICHAR PRIMO

Lo que parece ser un simple reencuentro entre dos amigas de la infancia le sirve de excusa al escritor para explorar el poder de la culpa y la necesidad de expiación, las metamorfosis del afecto y los avatares del amor.

Clara Albertengo


Por fin me di tiempo para terminar de leer la más reciente novela de Alonso Cueto, “El susurro de la mujer Ballena” (Planeta 2007). El escribidor le va sacando fragmentos del tiempo a una agenda laboral que, como a casi todos los homínidos, nos consume las mejores del días más en el oficio de sobrevivir que en otra cosa. Pero no hay que quejarse tanto porque siempre habrá una manera de darse tiempo para ir al cine tras una buena película o a una galería o a una función de teatro, claro que siempre con el cronómetro en mano para salir corriendo a una dictar una clase, por ejemplo. Sin embargo, siempre habrá tiempo para leer una buena novela como ésta.

La novela de Alonso Cueto narra la historia del reencuentro de Verónica y Rebeca, compañeras de escuela, 25 años después de que interrumpieran su secreta y estrecha amistad. Ambas aparecen, a primera vista, como los polos opuestos dentro de un supuesto modelo de vida triunfador. Verónica es presentada como bella y exitosa: tiene un buen trabajo, periodista de un importante diario, con esposo e hijo, además de un padre con quien mantiene una mediana relación. Rebeca, por el contrario, obesa y marginada desde niña, recuerda que fue objeto de burlas escolares y con el tiempo se ha convertido en una mujer solitaria, amargada y obsesiva. A partir de un encuentro casual entre ambas en un avión, Rebeca comienza a acosar – primero sutilmente y luego hasta casi con una incontrolable obsesión - a Verónica para cobrarle una vieja deuda que solo se llegará a conocer al final del libro.A partir de una serie de encuentros provocados por Rebeca; pero con la molestia de la otra que intenta evadirlos constantemente, la historia va desatando los nudos que esconden un secreto que ambas comparten desde la escuela. Además de ello - con una sutileza narrativa respetable –el autor va mostrando las incongruencias en la supuesta vida feliz de Verónica y va acercando habilidosamente a los personajes al clímax de la historia en donde se devela el secreto y se vierten los sentimientos y las culpas guardadas.


La delineación de estos dos personajes opuestos muestran a un escritor muy eficiente para incursionar en el mundo femenino: en sus sentimientos, contradicciones, amistades y temores. No me atrevo a decir que sea la mejor novela que haya leído de Alonso Cueto, pero pienso que el oficio lo está acercando a una forma de contar en donde las herramientas narrativas son usadas con mesura, sin aspavientos ni alambicadas tretas verbales; pero con la contundencia necesaria para la construcción de nuevas y consolidadas novelas.