04 December 2007

CUETO SOBRE JUAN GELMAN


UNA SEMBLANZA DEL GANADOR DEL PREMIO CERVANTES

En su habitual colimna de Perú 21, Alonso Cueto realiza un breve homenaje al reciente ganador del Premio Cervantes, el poeta argentino Juan Gelman. El artículo dice lo siguiente:

Me parece que estoy viendo a Juan Gelman sentándose a la mesa, con su aire de sabio distraído, mientras nos hace una broma. Estamos en el patio del hotel, bajo el sol limpio de Cartagena. A mi lado están Marcela Serrano, Antonio Soler y otros escritores. El hoy Premio Cervantes modera la mesa donde vamos a intervenir, en el Congreso de la Real Academia de la Lengua, en el mes de marzo pasado. Se trata de un evento académico, pero también de un encuentro de conjurados que nos hacemos amigos. El día anterior, el ómnibus se olvidó de recogerlo.

-Se olvidó de mí porque el primer día no le produje un recuerdo memorable- comenta.

El humor, la ironía, la sencillez y la calidez de este hombre me parecen tan naturales que cuesta pensar que es el mismo de cuyas historias todos hemos oído hablar. Es el mismo que ha escrito los tiernos, rabiosos, maravillosos versos de Bajo la lluvia ajena y de Cólera buey. Es el mismo que a los ocho años leyó Humillados y ofendidos, de Dostoievski, lo que le provocó una fiebre de varios días. Es el mismo que ha combatido física y verbalmente por sus ideas desde muy joven, y a riesgo de su vida. Y es el protagonista de una de las historias más dramáticas que conozco: la de su hijo Marcelo, su nuera Claudia y su nieta.

-A mi nieta la veo con frecuencia- me confiesa.

La historia es conocida. En la época de la dictadura militar argentina, su hijo y su nuera embarazada de varios meses fueron secuestrados. Mientras su hijo fue asesinado, las fuerzas del Gobierno esperaron a que su nuera diera a luz para dar cuenta de ella también. La recién nacida, dada en adopción a un policía uruguayo, fue descubierta, con ayuda del Gobierno, veintitrés años después, por Gelman. Y ahora este poeta que escribió "A mí me han hecho los hombres / que andan bajo el cielo del mundo / buscan el brillo de la madrugada / cuidan la vida como un fuego" está hablándome como uno de los más divertidos, interesantes, cariñosos compañeros de viaje entre los que he conocido. Una vida de dolor, de compasión, de sufrimiento no le han hecho bajar sino alzar la cabeza frente al mundo. La condición esencial del poeta, la capacidad del asombro, lo lleva también a su conclusión, la indignación. Una frase suya lo resume: "Aun a mi edad hay cosas que me dan mucha rabia". Y, a través de él, a todos sus lectores también.