22 March 2009

SANTIAGO RONCAGLIOLO POR PARTIDA DOBLE


EN LA REPÚBLICA Y EL COMERCIO

El día de hoy en el suplemento Domingo de La República y en la sección Luces de El Comercio, aparecen sendas entrevistas a Santiago Roncagliolo con motivo de la aparición de su reciente novela, Memorias de una dama, que relata la extraña relación entre Madame Minetti y un joven aspirante a escritor que busca a toda costa el éxito y el reconocimiento.

De La República les dejo las siguientes preguntas:

–En un momento de la novela tu protagonista describe a Santiago Roncagliolo como “el típico cabrón divo y seguro de sí mismo que usa lentes de Armani y un reloj de pulsera que parece de pared”. ¿No te parece que fuiste demasiado duro contigo mismo?

–El narrador y ese personaje llamado Santiago Roncagliolo representan dos tipos de escritores que conozco y que yo mismo he sido. Y los dos se llevan muy mal, pero se necesitan: el fracasado odia al exitoso pero quiere ser su amigo. El exitoso desprecia al fracasado, pero quiere a alguien que se arrastre tras él. Esta también es una novela sobre el fracaso y el éxito en la literatura.

–¿Podría afirmarse que acudes al autocanibalismo cuando escribes?

–Alimento a mis personajes con lo peor de mí. Porque lo mejor no lo tengo claro.

–Antes de publicar en España realizaste varios oficios, incluyendo el de “negro literario” y escritor de horóscopos, ¿crees que estos trabajos fueron un aporte en tu carrera?

–Absolutamente. La universidad me enseñó a leer libros. Pero lo que me enseñó a escribirlos fue el oficio de escribir géneros que la mayoría de escritores despreciaban. De mis trabajos como “negro literario” fueron especialmente instructivos losinstructivos los discursos políticos: un gran entrenamiento para escribir ficción.

De El Comercio, los dejo con dos preguntas:

Hay momentos especialmente divertidos en “Memorias de una dama”, como por ejemplo, el encuentro del protagonista con el mismo Mario Vargas Llosa…

La vida de Vargas Llosa, su vehemencia, son características de un gran personaje de novela. Cuando un peruano escribe una novela, los lectores siempre te sitúan respecto de Vargas Llosa. Si eres mexicano o argentino eso no sucede, porque hay más referente. Por cierto, el cintillo que quieren todos los editores para promocionar un libro es: “Este es el nuevo Vargas Llosa”. ¡Están esperando con ansias que un crítico lo diga! Hasta cierto punto, si eres peruano y escribes, lo haces en un mundo que él inventó. Por eso creí divertido llevarlo a un mundo que yo me había inventado. Es un juego literario bastante pedante, pero muy divertido (ríe).

La novia del protagonista le dice en un momento de la novela: “Tienes que vivir esas cosas para poder contarlas”. ¿Escribir desde la experiencia es tu opción elegida?

Siempre tengo que escribir sobre cosas cercanas, que conozco. Puedo fantasear mucho a partir de ellas, pero necesito partir de cosas que he visto. Hace unos días fui a ver a Harumi Murakami, que habló en Barcelona. Fue muy curioso porque contó que había vivido siempre con la misma mujer, que había vivido una infancia normal y próspera y que básicamente en su vida nunca había pasado nada. Por eso, él escribía historias que ocurrían dentro de su cabeza. Pienso que eso es inevitable. Siempre escribes de las cosas que conoces, solo que pueden ocurrir dentro o fuera tuyo. Lo importante es saber dónde están las que te sirven a ti.