09 August 2009

BOMBARDERO STRIKES AGAIN


En el suplemento Domingo de La República, aparece una entrevista al controvertido César Gutiérrez con motivo de la publicación de la segunda parte de su novela Bombardero: Estamos en el aire (Norma, 2009) y, con la irreverencia que lo caracteriza, se "manda" contra la editorial que lo patrocina y lo que se le presenta s su paso. Los dejo con algunas preguntas:

–¿Cuánto ha engordado tu billetera después de publicar con una editorial grande?

–1618 soles es la cifra exacta que Norma me pagó por el 8% de cada “Ground zero” (la primera parte del libro) vendido. Jamás supe exactamente cuántos ejemplares tiraron, dicen que 1500 pero nunca dejaron entrar a nadie a la imprenta. Tampoco fui informado de la cantidad exacta de libros vendidos y ahora que le pedí muy amablemente a Rubén Silva (de Editorial Norma) que firmemos un contrato por “Estamos en el aire”, en cuya base la parte que yo reciba ascienda al 10%, resulta que se le malogró el correo.

–¿Te parece mucha coincidencia?

–La editorial Norma tiene un editor al que se le malogra el correo con la precisión quirúrgica de un bombardeo sobre Bagdad, además publica “Estamos en el aire” sin firmar contrato y, lo más grave, se hace la cojuda, aunque lo más probable es que yo sea un cojudo, y sospecho que todos los escritores de este país también lo son: ¿algún autor ha visto la cantidad de sus libros que salen de la imprenta?

–¿Este tipo de situaciones se da también en otros países?

–Mira, cuando era poeta me pagaron 200 dólares por leer tres versos en el Instituto Cervantes de Nueva York, mientras que Norma no me pagó un centavo por las tres presentaciones que les ofrecí. Pero lo más interesante: ¿qué editorial aceptará publicar la tercera parte de “Bombardero”? Ninguna, obviamente, pero la verdad está dicha y el autor vive para disfrutarla.

–Luego de más de año y medio de publicar la versión completa de “Bombardero”, ¿qué otras experiencias te dejan tomar vuelo en el Perú?

–La repercusión ha sido un proceso bastante aleccionador, conocí mucha gente y lo presenté en un montón de lugares. Pero la repercusión mayor que ha tenido, y hay que reconocerlo, es que Norma se atrevió a publicar un libro tan difícil. Solamente la visión de este libro (sostiene el original) es un poco atarantadora, pesa un montón, el tipo de papel es distinto, es negro, oscuro. No es un libro para vender o exhibir.

–Y también es un libro muy vinculado con la tecnología y el ritmo de la electrónica.

–Le he tratado de imprimir una velocidad básicamente futurista, de anticipación, porque viaja a muchos años después. El último capítulo está ambientado en Nueva York en el 2018. Si he intentado que este sea un libro electrónico que funcione con links, el próximo paso tendría que ser, naturalmente, un libro con tinta electrónica, en un soporte multimedia, aunque no sé si será posible que yo haga eso por ahora.

–Con todos los avances tecnológicos, el internet y la rapidez de las comunicaciones, ¿cómo ves a la literatura en el futuro?

–Supongo que se va a ir comprimiendo. Tengo la impresión de que cada vez va a ser mucho más vertiginosa en su complejidad extensiva. Las historias serán más cortas y van a tender a que la metáfora se exprima al extremo de que en muy pocas palabras podrá ser una gran emisora de significados. Hoy ya nadie se imagina hacer una novela como “La guerra y la paz” o “El Quijote”.

–Con tu primer libro, el poemario “La caída del equilibrista”, todavía estabas algo escondido. Después de la buena acogida de “Bombardero”, ¿se podría decir que el éxito te ha cambiado?

–Un escritor que se cree el éxito es un tipo liquidado. Además uno no está acá para hacer historia, uno está acá para escribir bien. Y yo quiero escribir bien. Por otro lado, los poetas son los grandes perdedores, pese a que la poesía es la más sublime de las artes. En cambio una novela les permite a sus autores lucir los mejores trajes de estación. Se visten, van a eventos y hacen sus cosas muy graciosas y ligeramente huachafas como este Bogotá 39, que es una huevada.

–¿Por qué dices eso?

–Porque solo van ahí a hablar de temas absolutamente superficiales. Es un buen pretexto para conocer gente y por ese lado me parece bonito. Yo pienso que uno tiene que estar encerrado sufriendo frente a su computadora, metido en la red, leyendo en silencio, trabajando las 24 horas. No creo que haya otra manera de enfrentarse a un texto dignamente que entregándose de manera absoluta a él. Los grandes autores son tipos que toman con seriedad este asunto.

–¿Tú mismo eres tan disciplinado?

–Yo era así, pero cuando se publicó “Bombardero” me ganó un poco la sensualidad y de hecho me echo la culpa por eso. Sobre este libro se han dicho cosas sumamente superlativas que no me asustan ni tampoco me comprometen. Todas las críticas no sirven de nada porque te puedes distraer del posible talento que puedas tener. En mi caso, todo el 2008 me lo he pasado juergueando en esta Lima orgiástica, pero supongo que lo merecía también porque invertí todo mi dinero en el libro.