TRUJILLANO FILMÓ PELÍCULA AL LADO DE ACTOR PORTORRIQUEÑO
Como todos saben, el extraordinario actor Benicio del Toro acaba de ser galardonado en el último Festival de Cannes por su interpretación de El Ché Guevara en la película "Guerrilla". Lo que pocos saben es que un peruano radicado en España trabajó junto con él en esta película. En El Comercio se recoge la experiencia del peruano a través de una entrevista:
¿Y cómo fue su trato con Benicio del Toro?
Benicio llegaba en su automóvil Mercedes, se iba a su camerino y allí se quedaba casi todo el tiempo. El resto de actores solíamos pasar los ratos libres en una carpa donde estaba el cátering. Hubo dos momentos muy curiosos que hablan mucho de la persona. El primero se produce cuando estábamos rodando y entro a apuntarle. Benicio ya había hecho su escena solo. Luego hay cambio de plano y me toca mi turno para hacer mi papel, que iba a hacer en solitario, para eso luego se editan las escenas. Benicio no tenía por qué estar allí pero se quedó; me dijo: "Tranquilo que yo me voy a quedar". Para darme coraje, para ponerme más en la escena, empieza a decirme frases fuertes como "dispara, cabrón, maricón", para que yo coja rabia en la escena. Al final, se me acercó y me dijo: "Muy bien", mientras me daba una palmada en el hombro.
¿En qué momento se toman una foto en la que ambos están mirando a cámara?
Un día estábamos unos quince actores en el descanso. Benicio de repente llega y dice: "Hola, qué tal", coge un plátano y empieza a comer. Nadie se atreve a decirle nada hasta que uno de los actores cubanos empieza a hablarle: "Oye, hermano" y se desata un momento increíble de camaradería. Me sorprende verlo allí y me digo: "Aquí me hago una foto con él sí o sí". Saqué mi cámara de mi camerino y le dije: "Soy el que hace el personaje que mata al Che. Encantado de conocerte, soy peruano, me encanta tu trabajo". Él me dice: "Qué bien, encantado, ¿De qué parte del Perú eres?" Le digo que de Trujillo, y responde: "Ah, no conozco, pero quiero ir". Le pido la foto y accede sin problemas. Fue superamable, y allí es donde descubres que no es un divo sino que igual se la pasaba en su camerino porque tenía que estudiar, pero no porque fuera un creído. Todo el mundo comentaba lo mismo. Qué tipo, qué "actorazo", qué cordial, qué sencillo.