18 July 2011

RESEÑA DE PARUSÍA PUNK POR RODOLFO YBARRA

WELCOME-TO-THE-“PARUSÍA-PUNK”

Sobre la novela de Javier Jabato

X Rodolfo Ybarra

Parusía Punk es pre, para y post literatura, textos, protextos y metatextos unidos por la necesidad de regurgitación, vómito y evacuación fisiológica ante un mundo que ha demostrado estar, no sólo más allá del bien y del mal o de la perversión, maldición o bendición, o de la apostasía o (ex) comulgación, sino más allá de la decadencia, la podredumbre y el desánimo donde solo nos queda observar pasmados y narrar en tercera persona sobre los escombros o sobre montañas de basura, limo o detritus, estos productos de la zoociedad excrementicia mecánica y mecanizante. Residuos que no sólo son físicos sino también filosóficos, lógicos, literarios, matemáticos, semánticos, lingüísticos, idiomáticos, etc., etc., y que, por razones cuantitativas, la anti-afasia, el exceso (¿el camino de los excesos conduce al palacio de la sabiduría?) y por el fanatismo cuasireligioso y ceguera intelectiva, han avalado, de una u otra forma, la orfandad y la medianía seudoconceptualizadora, y, por demás estéril, de este mundo donde se enseña a ser un buen salvaje-esclavo-siervo-obrero, cerrar la boca y olvidarnos que tenemos la cadena en la pata, pero nunca a criticar o poner el dedo en la llaga para que salte la pus y reviente el absceso-chalazión-sarcoma de Kaposi-metástasis puesto que nos enseñaron a escribir en positivo y sobre papel en blanco cuando la realidad ni es positiva, ni se presenta en color prístino, lucífero, descomposición del espectro luminoso. Y la realidad hace tiempo dejó de ser una radiografía o un holograma y es el ladrido de los perros callejeros, el maullido de los gatos techeros, el ronquido de los autos destartalados o modernos, las gritos de las putas, los alaridos de los maricones, los vozarrones de los lumpenes, los improperios de los proxenetas, los jadeos de los pornostars, las amenazas de los narcos, las consignas de los narcoterroristas, los hiphopeos de los pandilleros, los marabuntas salvatruchas, los flirteos de los metrosexuales y/o los polisexuales en los clubes para pitucos o en los clubes de madres en esta la realidad de cartón piedra y la realidad sin piedra ni cartón; en cueros y a la intemperie esperando a la muerte mientras la vida es masturbación mental y la ley física que todo cambiará sólo por el hecho de afirmarlo.

Por ello, es interesante que existan novelas que todavía rescaten lo gregario, que todavía no pierdan el interés del uno en el otro y que se lean, a su vez, como si un coro de voces atropellantes, como si el chirrido de pájaros fruteros o de homos sapiens, nos llevaran a una esquizofrenia controlada o descononexión de los sentidos, casi como si leyéramos tomando una botella de ácido muriático, veneno matarratas, anfo, folidol, ddt, arsénico o montados sobre una bomba atómica, al modo del planeta de los simios o del doctor Strangelove, ex científico nazi y asesor de presidentes (con el hijodeputa, masón y comediante: Peter Sellers), esperando a que todo vuele en añicos o se rehaga en pedazos, un universo vitralado o pegado con pvc, uhu, terokal, engrudo o cola de carpintero.

No obstante, y a pesar de las resistencias psicológicas y de las resilencias propias de la mente y la naturaleza de la mente, el poder hipnótico de Parusía Punk nos hace sentir como una gallina ante el inmortal Mesmer y su magnetismo animal, nos atrapa como la tela de la viuda negra o como el león a la gacela, y nos pone de cara ante una sociedad de grupo donde los que sobreviven están obligados a redefinir las palabras como “humanidad”, “hombre”, “amor”, “amistad”, “futuro”, “vida”, “muerte”, “salud”, “enfermedad”, “homeostasis”, “armonía”, “infección”, “inocencia”, “culpabilidad”, “caricia”, “crueldad” etc., etc. Por ello, el autor de la novela (y quizás también el personaje “Autor”) apela a los sobrevivientes, a los marginados y marginales, a los no integrados o no contactados, a los que construyen el mundo, pero no son parte del mundo; a los que trabajan para otros, pero nunca para ellos mismos, a los que viven como si su cuerpo fuera una prótesis o el colgajo de otro animal superior (“mas vale ser cabeza de ratón que cola de león” ¡carajo!), o, peor, como si alguien viviera por ellos la vida que no tienen o no tendrán, para que acudan ante el llamado de este nuevo Cristo redivivo, Cristo con mohicano, expansores de oreja o expansores de partes pudorosas, piercing para jeta, lengua, lengua de arriba o de abajo, pene-castración o clítoris-ablación, tatuajes surrealistas, dadaístas o situacionistas, chamarras viejas, casacas recicladas de cuero o biocuero, camisas recosidas, arrancadas a mordiscos, chinches brillosos, tachuelas de zapato, pines de sex pistols, la polla records, parálisis permanente, escorbuto, narcosis, eutanasia, perú no existe, extromoduro, barón rojo, ángeles del infierno, césar n y el cabaret fragor, etc., etc. Y de los que los siguen (“padre ten piedad de nosotros) ataviado(s ) con una parafernalia de ropavejero o bajo el imperio de una submoda, inframoda, anti o paramoda impuesta por Vivienne Westwood, con marrocas oxidadas o armas de autodefensa, jeanes rotos manchados de semen, sangre, mestruación y óvulos de fetos, fetos que nunca fueron o que insisten en acusar a sus padres y que podrían ser tranquilamente los muñecos de algún emo, y zapatos desluengados o botas recogidas de un relleno sanitario y demás ropa reintegrada al proceso de producción en el Rastro, mercado de pulgas en Madrid o en la Tacora o Las Malvinas de Lima o cualquier centro de acopio del ejército de salvación de cualquier ciudad del mundo. Y, eso sí, mucho ruido estridente de guitarras cacofónicas, bajos graves como flatulencias de barrigas meteóricas y bombas de protones, y baterías acompasadas tocadas por un pulpo, gárgola, hidra, medusa u otro animal mitológico parecido, y sonidos de motosierra, licuadoras de hielo, máquinas rompepistas y motores punk, post punk, electropunk, noise y hardcore sonando en el mp3, mp4, ipod o cualquier cojudez tecnológica parecida.

Así entendemos a Jabato, la cría del jabalí, el valiente, osado y atrevido (eso dice el diccionario) que segrega palabras a través del sexo radioactivo de Hidra o la literatura de cloaca de Cascabel o vía esos espectros que deambulan en la ciudad de la Gran Nada: Aspid, tritón o la termita que se asoman en cada página de este libro para abofetear las mejillas empolvadas de la literatura formal en pantalones y con corbata estrangulante, patearle los testículos a una crítica enyesada con dosis de eutanasia (o cocaína) y obligar a los vulgares lectores a un fellatio o cunilingues de entendimiento. Toma y daca. Tú me das y yo te doy. Dar para recibir. Diezmar para recibir la gracia de dios. Porque libros como este no se han escrito para acomodarse debajo de la almohada o debajo del sobaco, sino para llevarlos en la mano para usarlos como garrote o azadón y para abrirse paso en esta selva de cemento mientras el Cristo antisistema sale de los desagües y se integra a la resistencia punk.

Atención, cruce/ pare/ tren. Atención fin del camino, fin del discurso, fin de los tiempos, 2012, hell end, apocalipsis now, precipicio: este es el Cristo pre o postmoderno, el Cristo que se negó a bautizar al genocida Constantino, el Cristo zombie puesto a evangelizar en una calle de Madrid, Lima o Nueva York, este es el Cristo de los hombres de hojalata y la carne de cañón que alimentará las estadísticas, los hombres desnortados y sin coordenadas que acuden ante el llamado del dolor, olvido y abandono para curar las heridas y calmar el hambre que desde las entrañas de la historia y de la literatura aun se escucha y se lee.

Cristo in terris, perdona nuestros pecados y salva nuestras almas.