05 October 2008

RONCAGLIOLO EN "ZONA DEL ESCRIBIDOR"


UN CUENTO FANTÁSTICO

En esta ocasión, Richar Primo ha convocado al destacado escritor Santiago Roncagliolo para el proyecto de Cuentos de Escritores Peruanos Contemporáneos que impulsa desde su blog Zona del Escribidor. El cuento de Roncagliolo lleva por título El pasajero de al lado y es una verdadera incursión en el terreno fantástico que el escritor realiza dentro de su obra narrativa realista.


EL PASAJERO DE AL LADO

Fue sólo un susto.

El frenazo y el golpe. Los golpes. Estás un poco aturdido, pero puedes moverte. Abres la portezuela y te bajas sin mirar al taxista. No te duele nada. Eres un turista. Tu única obligación es pasarlo bien.

Para tu suerte, un autobús frena en la plaza. Te subes sin ver a dónde va. Caminas hacia al fondo. Aparte del mendigo que duerme, no hay nadie más ahí. Te sientas. Miras por la ventanilla. La ciudad y la mañana se extienden ante tus ojos. Respiras hondo. Te relajas.

En la primera parada, sube una chica. Tiene unos veinte años y es muy atractiva. Rubia. Todos aquí son rubios. Es la chica que siempre has querido que se siente a tu costado. Va vestida informalmente, con jeans ajustados y zapatillas. Su abrigo está cerrado, pero sugiere su rebosante camiseta blanca. Se sienta a tu lado. No puedes evitar mirarla.

Notas que te mira.

Al principio es imperceptible. Pero lo notas. Voltea a verte rápidamente con el rabillo del ojo, durante sólo un instante. Cuando le devuelves la mirada, vuelve a bajar los ojos. Se ruboriza. Trata de disimular una sonrisa. Finalmente, como venciendo la timidez, dice coqueta:

-¿Qué estás mirando? ¡No me mires!

Vuelve a apartar la vista de ti, pero ahora no puede dejar de sonreír. Hace un gesto, como cediendo a su impulso:

-¿Por qué me miras tanto? ¿Ah? Ya sé -Ahora se entristece-. Se me nota ¿No? ¿Se me nota? Pensaba que no -Sonríe pícara-. ¿Te la enseño? Si se me nota, ya no tengo que esconderla. ¿Quieres verla? -Se da aires de interesante, pone una mirada cómplice y habla en voz baja, como si transmitiese un secreto-. Está bien, mira.

Se abre el abrigo y deja ver una enorme herida de bala en su corazón. El resto del pecho está bañado en sangre.

Ríe pícaramente y se pone repentinamente seria para anunciar:

-¿Ves? Estoy muerta.

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