28 August 2010

NUEVO LANZAMIENTO EN BIZARRO EDICIONES: "MARROW" DE RUBÉN QUIROZ (EDICIÒN BILINGÜE DE MÉDULA)



Bizarro Ediciones se complace en presentar a sus lectores la edición bilingüe del poemarío Médula (Marrow), del poeta sanmarquino Rubén Quiroz, traducido del ingles por Zachary Dolores. Cabe destacar que con este libro Rubén Quiroz se hizo acreedor al Premio Blas de Otero de Poesía de la Universidad Complutense de Madrid (2006). El libro estará presentándose en los próximos días. Les dejo el primer poema como adelanto de la edición:

1

Después de la herida ya no pudiste gritar.

Había que acercarse de otra manera a la perdición. Por eso
ahora llevo ojeras en la noche
y sobre el rostro una boca

es sencillo
la médula flota como antes los cernícalos
como antes huían los locos en barcos luminosos
hacia el mar o una forma de ella o nada de ella
pero azul o verde o solamente sal

ahora la sal no es una mujer detenida

Al rostro le sucede algo terrible y su osamenta es más
triste todavía

¿no esperabas la muerte en una raíz?

Y el hueso huele a música mala a estiércol de pronto aparecido en las camas a hermano recién nacido en los cerros junto a su cebolla por eso tomarás sopa de amapolas y girarás hacia tu latitud contraria hacia tu propagación

Así voy criando tu dolor
Amamantando a la viejas criaturas que no pueden salvarse
Y pese a la continua pérdida de aliento sigo después de ti
A imagen y semejanza

Pero ya no gritas sino te transfiguras
entonces ya nadie te perdonará
aún así tienes mi boca disponible
como todos los pájaros que anudas en tu mano

no te perdonaré no te perdonaré
1

Immediately after the wound you couldn’t yell.

One has to approach perdition by another way. For this now I’m wearing bags under my eyes at night
and on the face a mouth

it is easy
the marrow floats as the kestrel before
as before the insane were fleeing in illuminated boats
towards the sea or a form of her or nothing of her
but blue or green or only salt

now the salt isn’t a detained woman

Something terrible happens to the face and its facial skeleton is even sadder

were you waiting upon death in a root?

And the bone smells of bad music of suddenly appeared dung in the beds of the recently born brother in the hills next to his onion for this you will eat poppy soup and spin towards your opposite latitude towards your propagation

In this way I’m nurturing your pain
suckling for the old creatures that can’t save themselves
And despite of the continual lose of breath I remain after you
An image and likeness

You still don’t yell but you are transfigured
so now nobody will forgive you
even though you have available my mouth
like all the birds that you tie together in your hand

I will not forgive you I will not forgive you

08 August 2010

DOCUMENTAL BIZARRO DE HERNÁN MIGOYA

PROGRAMA DEL TALLER DE NARRATIVA EN KASA BIZARRA




TALLER DE NARRATIVA
(NIVEL AVANZADO)

DIRIGIDO:

-A todos aquellos estudiantes, profesionales y público en general interesados en la creación de textos narrativos breves: cuentos o novelas cortas. Este taller les permitirá a los participantes tener un conocimiento de algunas estrategias narrativas y técnicas de redacción para elaborar un texto narrativo efectivo y contundente.


OBJETIVOS:

-El taller tiene como objetivos permitir que todos los participantes tengan un acercamiento a la creatividad literaria y el conocimiento de las técnicas literarias que permiten la creación de un texto literario. En cada sesión se trabajará en la lectura de textos de escritores clásicos que ofrezcan una comprensión de la estructura literaria de un texto narrativo corto. Además, tendremos la participación de escritores invitados.



TEMARIO

SEMANA 1

-La planificación del trabajo narrativo: la elección de la historia y la configuración de la trama, la construcción del espacio ficcional y la personificación y caracterización de los personajes. Lectura de cuentos. Participación de escritor invitado.

SEMANA 2

-Algunas técnicas narrativas contemporáneas: la combinación de planos temporales, las perspectivas múltiples, el narrador parcialmente omnisciente, el flash-back, el monólogo interior, los vasos comunicantes, las cajas chinas. Lectura de cuentos. Participación de escritor invitado.

SEMANA 3

-Tipos de narrador: el narrador testigo y el narrador protagonista. El narrador homodiegético, y heterodiegético. Narrador en primera, segunda y tercera persona. Lectura de cuentos. Participación de escritor invitado.


SEMANA 4

-Algunos conceptos de narratología. La focalización. La focalización interna y externa. Focalización cero. El cronotopos. Lectura de cuentos. Participación de escritor invitado.



EXPOSITOR:

Max Palacios Cortez (Chiclayo, 1972)

Realizó estudios de Derecho en la Universidad Mayor de San Marcos y una Maestría en Literatura Peruana y Latinoamericana en la misma casa de estudios. Ha publicado los libros Historia de la Literatura (1997), Mitología Griega y Latina (1999), Literatura Peruana (2002); asimismo, la novela Con el diablo dentro (2001) y los libros de cuentos Amores bizarros (2003) y La culpa la tiene Nabokov (2005). Además, la antología de literatura bizarra Abofeteando a un cadáver (2007) y Diccionario de Mitología Griega y Latina (2008).

Ha obtenido el segundo lugar en los Juegos Florales de la Facultad de Letras de la Universidad Mayor de San Marcos (2003) por el libro de cuentos Amores bizarros y ha sido distinguido en la Primera Bienal de Cuento Mario Vargas Llosa de la Universidad San Agustín de Arequipa (2004) y en el concurso de cuentos Alfredo Bryce Echenique de la ACJ (2003). Actualmente, se dedica a la docencia, dirige el sello independiente Bizarro Ediciones y administra el blog literario www.amoresbizarros.blogspot.com

04 August 2010

ESCRIBIR UN CUENTO (RAYMOND CARVER)


Escribir un cuento


By: Raymond Carver


Allá por la mitad de los sesenta empecé a notar los muchos problemas de concentración que me asaltaban ante las obras narrativas voluminosas. Durante un tiempo experimenté idéntica dificultad para leer tales obras como para escribirlas. Mi atención se despistaba; y decidí que no me hallaba en disposición de acometer la redacción de una novela. De todas formas, se trata de una historia angustiosa y hablar de ello puede resultar muy tedioso. Aunque no sea menos cierto que tuvo mucho que ver, todo esto, con mi dedicación a la poesía y a la narración corta. Verlo y soltarlo, sin pena alguna. Avanzar. Por ello perdí toda ambición, toda gran ambición, cuando andaba por los veintitantos años. Y creo que fue buena cosa que así me ocurriera. La ambición, y la buena suerte son algo magnífico para un escritor que desea hacerse como tal. Porque una ambición desmedida, acompañada del infortunio, puede matarlo. Hay que tener talento.


Son muchos los escritores que poseen un buen montón de talento; no conozco a escritor alguno que no lo tenga. Pero la única manera posible de contemplar las cosas, la única contemplación exacta, la única forma de expresar aquello que se ha visto, requiere algo más. El mundo según Garp es, por supuesto, el resultado de una visión maravillosa en consonancia con John Irving. También hay un mundo en consonancia con Flannery O’Connor, y otro con William Faulkner, y otro con Ernest Hemingway. Hay mundos en consonancia con Cheever, Updike, Singer, Stanley Elkin, Ann Beattie, Cynthia Ozick, Donald Barthelme, Mary Robinson, William Kitredge, Barry Hannah, Ursula K. LeGuin... Cualquier gran escritor, o simplemente buen escritor, elabora un mundo en consonancia con su propia especificidad.


Tal cosa es consustancial al estilo propio, aunque no se trate, únicamente, del estilo. Se trata, en suma, de la firma inimitable que pone en todas sus cosas el escritor. Este es su mundo y no otro. Esto es lo que diferencia a un escritor de otro. No se trata de talento. Hay mucho talento a nuestro alrededor. Pero un escritor que posea esa forma especial de contemplar las cosas, y que sepa dar una expresión artística a sus contemplaciones, tarda en encontrarse.


Decía Isak Dinesen que ella escribía un poco todos los días, sin esperanza y sin desesperación. Algún día escribiré ese lema en una ficha de tres por cinco, que pegaré en la pared, detrás de mi escritorio... Entonces tendré al menos es ficha escrita. “El esmero es la UNICA convicción moral del escritor”. Lo dijo Ezra Pound. No lo es todo aunque signifique cualquier cosa; pero si para el escritor tiene importancia esa “única convicción moral”, deberá rastrearla sin desmayo.


Tengo clavada en mi pared una ficha de tres por cinco, en la que escribí un lema tomado de un relato de Chejov:... Y súbitamente todo empezó a aclarársele. Sentí que esas palabras contenían la maravilla de lo posible. Amo su claridad, su sencillez; amo la muy alta revelación que hay en ellas. Palabras que también tienen su misterio. Porque, ¿qué era lo que antes permanecía en la oscuridad? ¿Qué es lo que comienza a aclararse? ¿Qué está pasando? Bien podría ser la consecuencia de un súbito despertar,. Siento una gran sensación de alivio por haberme anticipado a ello.


Una vez escuché al escritor Geoffrey Wolff decir a un grupo de estudiantes: No a los juegos triviales. También eso pasó a una ficha de tres por cinco. Solo que con una leve corrección: No jugar. Odio los juegos. Al primer signo de juego o de truco en una narración, sea trivial o elaborado, cierro el libro. Los juegos literarios se han convertido últimamente en una pesada carga, que yo, sin embargo, puedo estibar fácilmente sólo con no prestarles la atención que reclaman. Pero también una escritura minuciosa, puntillosa, o plúmbea, pueden echarme a dormir. El escritor no necesita de juegos ni de trucos para hacer sentir cosas a sus lectores. Aún a riesgo de parecer trivial, el escritor debe evitar el bostezo, el espanto de sus lectores.


Hace unos meses, en el New York Times Books Review John Barth decía que, hace diez años, la gran mayoría de los estudiantes que participaban en sus seminarios de literatura estaban altamente interesados en la “innovación formal”, y eso, hasta no hace mucho, era objeto de atención. Se lamentaba Barth, en su artículo, porque en los ochenta han sido muchos los escritores entregados a la creación de novelas ligeras y hasta “pop”. Argüía que el experimentalismo debe hacerse siempre en los márgenes, en paralelo con las concepciones más libres. Por mi parte, debo confesar que me ataca un poco los nervios oír hablar de “innovaciones formales” en la narración. Muy a menudo, la “experimentación” no es más que un pretexto para la falta de imaginación, para la vacuidad absoluta. Muy a menudo no es más que una licencia que se toma el autor para alienar —y maltratar, incluso— a sus lectores. Esa escritura, con harta frecuencia, nos despoja de cualquier noticia acerca del mundo; se limita a describir una desierta tierra de nadie, en la que pululan lagartos sobre algunas dunas, pero en la que no hay gente; una tierra sin habitar por algún ser humano reconocible; un lugar que quizá solo resulte interesante par un puñado de especializadísimos científicos.


Sí puede haber, no obstante, una experimentación literaria original que llene de regocijo a los lectores. Pero esa manera de ver las cosas —Barthelme, por ejemplo— no puede ser imitada luego por otro escritor. Eso no sería trabajar. Sólo hay un Barthelme, y un escritor cualquiera que tratase de apropiarse de su peculiar sensibilidad, de su mise en scene, bajo el pretexto de la innovación, no llegará sino al caos, a la dispersión y, lo que es peor, a la decepción de sí mismo. La experimentación de veras será algo nuevo, como pedía Pound, y deberá dar con sus propios hallazgos. Aunque si el escritor se desprende de su sensibilidad no hará otra cosa que transmitirnos noticias de su mundo.


Tanto en la poesía como en la narración breve, es posible hablar de lugares comunes y de cosas usadas comúnmente con un lenguaje claro, y dotar a esos objetos —una silla, la cortina de una ventana, un tenedor, una piedra, un pendiente de mujer— con los atributos de lo inmenso, con un poder renovado. Es posible escribir un diálogo aparentemente inocuo que, sin embargo, provoque un escalofrío en la espina dorsal del lector, como bien lo demuestran las delicias debidas a Navokov. Esa es de entre los escritores, la clase que más me interesa. Odio, por el contrario, la escritura sucia o coyuntural que se disfraza con los hábitos de la experimentación o con la supuesta zafiedad que se atribuye a un supuesto realismo. En el maravilloso cuento de Isaak Babel, Guy de Maupassant, el narrador dice acerca de la escritura: Ningún hierro puede despedazar tan fuertemente el corazón como un punto puesto en el lugar que le corresponde. Eso también merece figurar en una ficha de tres por cinco.


En una ocasión decía Evan Connell que supo de la conclusión de uno de sus cuentos cuando se descubrió quitando las comas mientras leía lo escrito, y volviéndolas a poner después, en una nueva lectura, allá donde antes estuvieran. Me gusta ese procedimiento de trabajo, me merece un gran respeto tanto cuidado. Porque eso es lo que hacemos, a fin de cuentas. Hacemos palabra y deben ser palabras escogidas, puntuadas en donde corresponda, para que puedan significar lo que en verdad pretenden. Si las palabras están en fuerte maridaje con las emociones del escritor, o si son imprecisas e inútiles para la expresión de cualquier razonamiento —si las palabras resultan oscuras, enrevesadas— los ojos del lector deberán volver sobre ellas y nada habremos ganado. El propio sentido de lo artístico que tenga el autor no debe ser comprometido por nosotros. Henry James llamó “especificación endeble” a este tipo de desafortunada escritura.


Tengo amigos que me cuentan que debe acelerar la conclusión de uno de sus libros porque necesitan el dinero o porque sus editores, o sus esposas, les apremian a ello. “Lo haría mejor si tuviera más tiempo”, dicen. No sé qué decir cuando un amigo novelista me suelta algo parecido. Ese no es mi problema. Pero si el escritor no elabora su obra de acuerdo con sus posibilidades y deseos, ¿por qué ocurre tal cosa? Pues en definitiva sólo podemos llevarnos a la tumba la satisfacción de haber hecho lo mejor, de haber elaborado una obra que nos deje contentos. Me gustaría decir a mis amigos escritores cuál es la mejor manera de llegar a la cumbre. No debería ser tan difícil, y debe ser tanto o más honesto que encontrar un lugar querido para vivir. Un punto desde el que desarrollar tus habilidades, tus talentos, sin justificaciones ni excusas. Sin lamentaciones, sin necesidad de explicarse.


En un ensayo titulado Writing Short Stories, Flannery O’Connor habla de la escritura como de un acto de descubrimiento. Dice O’Connor que ella, muy a menudo, no sabe a dónde va cuando se sienta a escribir una historia, un cuento... Dice que se ve asaltada por la duda de que los escritores sepan realmente a dónde van cuando inician la redacción de un texto. Habla ella de la “piadosa gente del pueblo”, para poner un ejemplo de cómo jamás sabe cuál será la conclusión de un cuento hasta que está próxima al final:

Cuando comencé a escribir el cuento no sabía que Ph.D. acabaría con una pierna de madera. Una buena mañana me descubrí a mí misma haciendo la descripción de dos mujeres de las que sabía algo, y cuando acabé vi que le había dado a una de ellas una hija con una pierna de madera. Recordé al marino bíblico, pero no sabía qué hacer con él. No sabía que robaba una pierna de madera diez o doce líneas antes de que lo hiciera, pero en cuanto me topé con eso supe que era lo que tenía que pasar, que era inevitable.

Cuando leí esto hace unos cuantos años, me chocó el que alguien pudiera escribir de esa manera. Me pereció descorazonador, acaso un secreto, y creí que jamás sería capaz de hacer algo semejante. Aunque algo me decía que aquel era el camino ineludible para llegar al cuento. Me recuerdo leyendo una y otra vez el ejemplo de O’Connor.
Al fin tomé asiento y me puse a escribir una historia muy bonita, de la que su primera frase me dio la pauta a seguir. Durante días y más días, sin embargo, pensé mucho en esa frase: Él pasaba la aspiradora cuando sonó el teléfono. Sabía que la historia se encontraba allí, que de esas palabras brotaba su esencia. Sentí hasta los huesos que a partir de ese comienzo podría crecer, hacerse el cuento, si le dedicaba el tiempo necesario. Y encontré ese tiempo un buen día, a razón de doce o quince horas de trabajo. Después de la primera frase, de esa primera frase escrita una buena mañana, brotaron otras frases complementarias para complementarla.
Puedo decir que escribí el relato como si escribiera un poema: una línea; y otra debajo; y otra más. Maravillosamente pronto vi la historia y supe que era mía, la única por la que había esperado ponerme a escribir.
Me gusta hacerlo así cuando siento que una nueva historia me amenaza. Y siento que de esa propia amenaza puede surgir el texto. En ella se contiene la tensión, el sentimiento de que algo va a ocurrir, la certeza de que las cosas están como dormidas y prestas a despertar; e incluso la sensación de que no puede surgir de ello una historia. Pues esa tensión es parte fundamental de la historia, en tanto que las palabras convenientemente unidas pueden irla desvelando, cobrando forma ene l cuento. Y también son importantes las cosas que dejamos fuera, pues aún desechándolas siguen implícitas en la narración, en ese espacio bruñido (y a veces fragmentario e inestable) que es sustrato de todas las cosas.


La definición que da V.S. Pritcher del cuento como “algo vislumbrado con el rabillo del ojo”, otorga a la mirada furtiva categoría de integrante del cuento. Primero es la mirada. Luego esa mirada ilumina un instante susceptible de ser narrado. Y de ahí se derivan las consecuencias y significados. Por ello deberá el cuentista sopesar detenidamente cada una de sus miradas y valores en su propio poder descriptivo. Así podrá aplicar su inteligencia, y su lenguaje literario (su talento), al propio sentido de la proporción, de la medida de las cosas: cómo son y cómo las ve el escritor; de qué manera diferente a las de los más las contempla. Ello precisa de un lenguaje claro y concreto; de un lenguaje para la descripción viva y en detalle que arroje la luz más necesaria al cuento que ofrecemos al lector. Esos detalles requieren, para concretarse y alcanzar un significado, un lenguaje preciso, el más preciso que pueda hallarse. Las palabras serán todo lo precisas que necesite un tono más llano, pues así podrán contener algo. Lo cual significa que, usadas correctamente, pueden hacer sonar todas las notas, manifestar todos los registros.