Bizarro Ediciones se complace en presentar a sus lectores el poemario Séptima Epístola a Martín Adán, del joven poeta y pintor Iván Fernández-Davila. Este libro recoge una serie de poemas escritos entre los años 2001 y 2005, que abordan una temática urbana, sin dejar de lado la visión intimista que al autor tiene del mundo que lo rodea. Además, constituye un verdadero homenaje al autor de La Casa de Cartón al cumplirse, este mes de octubre, el centenario de su nacimiento.
En la contraportada del poemario, Miguel Ildefonso dice lo siguiente:
El poeta Martín Adán decía: “La cosa real, si la pretendes,/ No es aprehenderla sino imaginarla./ Lo real no se le coge: se le sigue,/ Y para eso son el sueño y la palabra.” Séptima Epístola a Martín Adán, opera prima de Iván Fernández-Dávila, es la crónica de un mundo al revés en donde la palabra es asediada por lo real, en donde el sueño y la imaginación son perseguidos por lo real. El poeta parte de un mundo en que Adán ha muerto, y no se trata solamente del autor de La mano desasida (y su mundo decadente pero aun con bellas iluminaciones), sino del ser humano en general, como ente, como “lo creado”, como “humanidad”. En este nuevo mundo sin utopías, el poeta del siglo XXI tapiza sus ausencias “con núbiles torsos/ carentes de promesas” en “un lugar más allá del adiós/ y ninguna parte.” Es un mundo en que ya no hay tiempo para nuevas utopías, el futuro está aquí y ahora, disgregado; el poeta desenmascara las palabras que fueron antes ilusiones de prestidigitador. He ahí el porqué de la sinceridad y crudeza de versos como: “Dios está allí/ y a veces sólo está/ tomándose un trago/ a la vuelta de la esquina.” Poesía agonista que se inmola ante lo trascendente: “Qué demonio, qué ángel/ Fue ese que mostró sus ojos/ Hallándome a merced/ De sus desplegadas alas/ Sin piedad.” A pesar de eso el poeta, hermano y ya no padre (autoridad) de las otras criaturas, intenta entablar un diálogo: “Almost Blue/ Chet Baker,/ El gran Chet/ Está bien muerto./ Cambio mis medallas/ Por una botella de vino.” Y es que, aun en este apocalíptico sueño de lo real o la razón, cabe una esperanza; porque la poesía siempre será un acto de fe. Y eso significa renacimiento o resurrección latentes. Somos diálogo. La utopía es la esencia de la poesía.
Los dejo con un poema del libro:
BUSCANDO UN BAR EN LIMA
En tiempos de Adán
podríamos haber tejido
el mapa de nuestras borracheras
envolviéndonos del frío
como un hato de miseria.
Pero ha muerto
y esta nada ansiosa
puede aseverarles
que no queda
ni un solo bar en Lima.
Existen solamente
artificios insulares
de tragos coloridos y precios
rascacielos;
y antros moreteados
y centros culturales
do recitan los poetas
sus inútiles palabras.
Nunca tipos solitarios
buscando las plegarias
sino congregaciones
de imbéciles y sus
pródigos bolsillos.
Hace años
busco un bar en Lima
y sólo hallo
ficciones, apariencias, caca.
En tiempos de Adán
podríamos haber tejido
el mapa de nuestras borracheras
envolviéndonos del frío
como un hato de miseria.
Pero ha muerto
y esta nada ansiosa
puede aseverarles
que no queda
ni un solo bar en Lima.
Existen solamente
artificios insulares
de tragos coloridos y precios
rascacielos;
y antros moreteados
y centros culturales
do recitan los poetas
sus inútiles palabras.
Nunca tipos solitarios
buscando las plegarias
sino congregaciones
de imbéciles y sus
pródigos bolsillos.
Hace años
busco un bar en Lima
y sólo hallo
ficciones, apariencias, caca.