"TANTO EN MIS CUENTOS COMO EN MIS NOVELAS, YO ME DEFINO COMO UN REALISTA EXISTENCIAL"
Desde hace algunas semanas hemos sido testigos de la evolución que ha tenido el suplemento El Dominical de El Comercio gracias al aporte valioso de Fernando Ampuero. Ahora los lectores pueden disfrutar de un suplemento propiamente literario cada fin de semana (y me anuncian que en las próximas ediciones se aumentará el número de páginas).
Retomando un proyecto que hace algunos meses habiamos dejado, esta vez, entrevistamos sobre sus inicios literarios al autor de Hasta que me orinen los perros. Los dejo con la entrevista:
UNO
¿Cuál es el primer libro que recuerdas entre tus manos y que sensación te causó?
Tuve mucha suerte. El primer libro que leí completo fue La isla del tesoro, de Steveson, que no solo es una historia maravillosa, sino además está impecablemente bien escrita. Esta novela, y otras más que trataban sobre piratas, me llenaron de ensueños sobre travesías en alta mar e islas solitarias. Quizá por esta fascinante lectura me fui a vivir a las Islas Galápagos diez años más tarde.
DOS
¿Qué autores determinaron tu forma de escribir y tu visión del mundo en tus inicios literarios?
DOS
¿Qué autores determinaron tu forma de escribir y tu visión del mundo en tus inicios literarios?
Yo leí más a los franceses que a los rusos. Me interesaron mucho Stendhal y Maupassant. Esas fueron mis lecturas de la primera adolescencia. Luego, sobre los diecisiete o dieciocho años, leí a Camus, Malraux, Celine, y de ahí pasé a los norteamericanos, Hemingway, Fitzgerald y la novela negra. Todos, a mi juicio, son autores muy intensos. Y todos, curiosamente, quizá a excepción de Malraux, conservan todavía mucha frescura gracias a que emplearon un lenguaje que era a la vez literario y muy sencillo y funcional. Stendhal, para compenetrarse con el célebre estilo directo francés, leía dos o tres páginas del Código Civil napoleónico ante de echarse a escribir. En cuanto a la visión del mundo, tal vez estoy más en deuda con Camus y Fitzgerald que con otros autores. Tanto en mis cuentos como en mis novelas, yo me defino como un realista existencial. No del todo, por supuesto. He escrito también algunos cuentos que son decidamente fantásticos, como Maida Sola o El padre de Sebastián.
De Borges me interesa sobre todo su ingenio y su economía expresiva. Él es uno de esos autores que, al leerlo, te enseñan a escribir.
Es un estilista, como lo son también otros autores que leo y releo con placer, como Capote, Chejov, Cortazar y Kavawata.
TRES
¿Tienes hábitos y costumbres a la hora de escribir? ¿Cuáles son tus horarios?
Mis horarios son de galeote. Escribo muy temprano, en las mañanas: empiezo a eso de las cinco y media o seis. Si tomo una ducha antes de escribir, me siento un autor inglés, muy bien peinado y vestido con un elegante piyama de corte clásico, bata y pantuflas. Si dejo la ducha para más tarde, mi facha es más bien similar a la de un Bukowski con resaca. Yo soy, tú sabes, periodista y escritor. El periodismo me toma muchas horas del día. La escritura no es solo mi oficio. Es, creo yo, mi forma más íntima de ser y de vivir.
CUATRO
¿Qué recomendaciones o consejos le darías a aquellas personas que se están iniciando en la narrativa?
Mi único consejo es que escriban todos los días, ya sea un par de párrafos o una página. Quiero decir, mantengan la mano caliente. Así, cuando les llegue una buena idea, estarán en condiciones para aprovechar bien el momento. La escritura creativa es una de las pasiones más extrañas. Exige rigor y disciplina, pero también capacidad de riesgo e improvisación. Más claro: escriban como les dé la gana, no como dice la academia que se debe escribir. De cualquier forma, les aseguro, siempre se llega a lo mismo, si es que se llega. El gran Julio Ramón Ribeyro, que siempre escribió como un clásico, decía que toda vanguardia es un tren que conduce directamente a la tradición. Al final, unos y otros se juntan.