El gobierno peruano, lejos de tener un política cultural que permita el incentivo de las artes y las letras y mostrando siempre una actitud de desprecio por todas las manifestaciones artísticas, ahora, continuado con su torpe política cultural, ha decicido crear un impuesto que grava los derechos de autor de aquellos escritores y traductores que publiquen en el Perú.
Alguien dirá por ahí que todos tenemos que pagar impuesto para financiar a los comechados del gobierno, pero, señores, los escritores pagamos un doble impuesto: el impuesto a la renta que pagamos por los servicios de honorarios profesionales y, ahora, el impuesto que gravan los derechos de autor (aparte de todos los impuesto que pagamos por ser ciudadanos comunes y corrientes).
En su columna de hoy, Alonso Cueto, levanta su voz de protesta contra este nuevo disposición tributaria:
Una disposición gubernamental establece que los escritores y traductores que publiquen en el Perú volverán a pagar los impuestos de los que la Ley del Libro los había exonerado. Este impuesto a la renta (que sumaría el 30% de las miserables ganancias de la mayor parte de los escritores) no alcanzará ni para comprar una llanta de repuesto para un patrullero del Ministerio del Interior, pero sí es un corte importante para los autores. Una decisión del MEF, que modifica el espíritu de la ley, no va a significar gran cosa para los ingresos del Estado y, en cambio, hará que el Gobierno se gane el mote habitual en los gobiernos peruanos: el de un enemigo de la cultura. La decisión no es ilegal pero sí torpe.
Aunque la Ley del Libro del gobierno de Toledo establecía que las exoneraciones tenían un periodo de extensión de quince años, quienes han hecho la modificación se amparan en el Código Tributario. El reglamento de la Ley del Libro, tal como fue redactado, no estableció en el inciso que exoneraba de impuestos a los autores un plazo determinado. Ese error permite que los actuales funcionarios puedan citar el Código Tributario, donde se establece que toda exoneración que se conceda sin dar plazo, solo podrá durar tres años, sin posibilidad de prórroga. Esta omisión de los funcionarios del Ministerio de Educación del gobierno anterior, permite que hoy el Ministerio de Economía haya considerado cumplidos los tres años y que puedan retirarse las exoneraciones a los escritores. Es un caso más de la inestabilidad jurídica de un país como el Perú. Lo que establecía el espíritu de la ley de un gobierno es modificado por el otro.
A mí no me parece mal que los escritores paguen impuestos. Hay lugares paradisíacos como Ecuador, Uruguay y Colombia, donde los escritores no pagan, pero pensemos que los gobiernos de esos países creen que la literatura y el arte son una empresa de interés nacional. No me parece mal que los escritores paguen impuestos. Pero me parece una estafa que las autoridades graven a los escritores, a cambio de no hacer el trabajo que deberían. Si los autores deben pagar impuestos, y a cambio de eso, ven campear a su gusto a los vendedores piratas (que hacen 'delivery' a las playas del sur y a oficinas), es natural que se sientan estafados. Si no hay bibliotecas que puedan ser surtidas por las editoriales y muchas regiones del Perú (toda la selva y casi toda la sierra) no tienen una sola librería decente, entonces el cobro de impuestos es una estafa. ¿Va a cambiar la situación del libro en el Perú? ¿Van a usar esas miserables ganancias en hacer algo a favor de los lectores potenciales, los que no tienen ni han tenido nunca ni un solo libro que leer en su barrio o provincia? Dudo que alguien me conteste, porque saben que la respuesta es no.